
22/07/2025
Hoy quiero recordar al gran –al genial– ERICH FROMM, psicoanalista y filósofo humanista, quien dedicó buena parte de su obra a explorar la capacidad de amar como fundamento de una vida plena.
Como saben, ayer se celebró el “DÍA DEL AMIGUE”, y en tiempos donde los vínculos suelen medirse por la inmediatez del mensaje, los “likes”, les “seguidores/as” o la presencia constante en redes, vale la pena volver la mirada a pensadores que invitan a comprender la amistad desde su fundamento.
Para Fromm, la amistad no es un afecto superficial ni un lazo basado en ‘la utilidad’, sino una expresión genuina del amor fraterno: ese que no busca ‘retener’, sino comprender, acompañar y cuidar al Otrx. Por eso digo, inspirado en Fromm, que “la amistad es el arte de amar sin poseer”.
Fromm sostenía que el amor –en cualquiera de sus formas– es un arte. Amar requiere esfuerzo, atención, respeto y una voluntad activa de conectar con la vida de la(s) otra(s) persona(s). La amistad verdadera, desde su mirada, es una forma madura de amor, en que las personas se eligen desde la libertad, sin intención de dominar ni necesidad de coincidir en todo. Es un amor que no exige exclusividad, pero sí autenticidad; que no se impone, sino que se construye.
Erich Fromm enseñó que, según su perspectiva, la vida y el amor están estrechamente vinculados, pues para él, “VIDA” implica creatividad, crecimiento, libertad, valoración, consciencia, espontaneidad, novedad. Por el contrario, asocia a “Muerte” la destrucción, la repetición (fijación o falta de espontaneidad), la deshumanización, la dominación como forma de control.
Frente a una sociedad cada vez más centrada en el tener-acumular, en el aparentar, en el rendimiento y en el individualismo, la AMISTAD aparece como un acto de resistencia. Un espacio donde podemos ser sin máscaras, donde la(s) otra(s) persona(s) no es/son ‘un medio’ para ‘un fin’, sino un fin en sí mismo.
Fromm decía que “la capacidad de amar a los demás está unida a la capacidad de amarse a unx mismx”; por eso, la amistad también nos permite crecer, mirarnos con compasión y acompañar el proceso de vida de lxs demás, con comprensión y empatía.
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