
25/05/2025
Termina la Semana del Parto Respetado y les debía mi experiencia con el nacimiento de Valen…
Llegó la semana 39 y solo tenía contracciones aisladas. Mi mayor miedo: romper bolsa otra vez y terminar de una en quirófano. Así que con mi obstetra decidimos activar: una maniobra para promover el trabajo de parto. Y esto es clave: parto respetado no es sinónimo de no intervenir, sino de respetar deseos. En este caso, el mío 💪
Esa tarde empezaron las contracciones. El preparto fue largo y doloroso. Cada tacto, una frustración. Las contracciones eran intensas pero irregulares. La dilatación avanzaba muy lento. Ganas de tirar la toalla… muchas. Pero ahí estaban: mi marido y mi partera . No sé si era su calma o mi deseo, pero seguí.
Hubo muchas intervenciones: tactos, oxitocina, peridural. Nada de eso estaba en mis planes… pero lo entendí necesario, lo acepté e incluso lo pedí. Porque seamos realistas: el parto soñado no existe. Lo que sí existió fue diálogo, amor y respeto 💛
Mil horas después nació Valen. Cuando asomó su cabecita, mi obstetra me sorprendió: “Tomá, agarrala vos”. Y así acompañé su llegada a este lado de la piel. El tiempo se detuvo. La abracé, la besé, la limpié (costumbre de obstetra o pura necesidad de no soltarla 🤣).
¿Fue mejor que con Mateo? No. Solo distinto. Tal vez más intenso. Y yo soy fan de que los momentos me vuelen la cabeza… aunque me dejen el cuerpo hecho trizas 🌀
Todo esto fue posible porque tuve un equipo hermoso. Fui una privilegiada: un marido que no quería saber nada del parto, pero estuvo a la altura. Una partera que supo exactamente cuándo actuar y cuándo esperar. Una obstetra que fue sostén y ternura en plena madrugada. Y, claro… unas manos anestésicas mágicas 🙌
✨ En esta Semana del Parto Respetado quiero decir que parir con respeto no significa parir sin ayuda. Significa elegir, confiar, ser escuchada. Significa que te acompañen, no que decidan por vos. Y eso hace toda la diferencia.