
26/08/2025
El calzado adecuado es fundamental para la salud de los pies y del cuerpo en general. Es importante medirse los pies regularmente, ya que el tamaño puede cambiar con el tiempo. Lo ideal es probarse los zapatos al final del día, cuando los pies están más hinchados, y caminar con ellos para asegurarse de que quedan bien y resultan cómodos. Si existe alguna lesión o problema en los pies, lo recomendable es consultar a un podólogo para recibir asesoramiento sobre el calzado más apropiado.
Un calzado que se ajusta correctamente y proporciona el soporte adecuado ayuda a mantener una buena postura, prevenir dolores de espalda y mejorar la alineación de las piernas y los pies. Por el contrario, un calzado inadecuado puede generar efectos negativos en todo el cuerpo, más allá de los pies.
El calzado correcto debe ser cómodo, ajustarse bien, ofrecer soporte y estar hecho de materiales transpirables. Al elegirlo, conviene tener en cuenta la forma del pie, la altura del tacón, la necesidad de amortiguación y el soporte que brinda.
Entre las características principales de un buen calzado se destacan:
• Ajustarse bien a la forma del pie, sin ser demasiado apretado ni demasiado holgado.
• Ser cómodo y no tener costuras que rocen o irriten la piel.
• Proporcionar soporte al arco plantar y amortiguar el impacto al caminar.
• Estar fabricado con materiales transpirables que permitan la circulación del aire, manteniendo los pies frescos y secos.
• Contar con una suela flexible y con buen agarre para evitar resbalones.
• Evitar tacones muy altos, ya que aumentan la presión en la parte delantera del pie y pueden causar dolor.
• Considerar el tipo de pisada (pronador, supinador o neutro) al elegir el calzado.
• Adaptarse a la actividad que se va a realizar (ejercicio, trabajo, uso diario).
En conclusión, elegir un buen calzado no solo garantiza comodidad, sino que también contribuye a la salud y al bienestar general.