14/01/2023
¿La cualidad más bella de todas en un ser humano, en mi humilde opinión?
La capacidad de escuchar profundamente a otro.
Para escuchar de la Presencia. De la quietud.
Para escuchar sin tratar de arreglar a alguien, o cambiarlo, o "guardar".
La habilidad de permitir que otro sea exactamente como es.
No dar consejos no solicitados. Sin darles conferencias sobre las últimas investigaciones psicológicas o la enseñanza espiritual "más verdadera". No intente moldearlos en su propia imagen, manipúlelos para que coincidan con un concepto de quiénes deberían "ser". No proyectar tu propio trauma, o respuestas traumáticas, sobre todos ellos.
Sólo escuchando. Escuchar con una mente abierta y un corazón abierto y un sistema nervioso receptivo.
Permitiéndoles respirar, expresar, llorar, cuestionar, ser completamente únicos, expandirse en el espacio, descubrir su propia verdad.
He conocido a expertos mundiales en intimidad, relaciones y comunicación honesta que no pueden hacer esto.
He conocido gurús espirituales, los llamados "maestros iluminados", psicólogos expertos y entrenadores de vida que son absolutamente incapaces de hacer esto.
Me he reunido con profesores y autores populares sobre "escuchar desde el corazón", "mantener el espacio", "conciencia pura" y "espiritualidad encarnada" que son completamente incapaces de hacer esto.
Es un regalo raro: la capacidad de permitir que otros sean exactamente como son.
Roto. Todo. Triste. Enojado. Temeroso. Perdido. Despierto o dormido. Lo que sea.
Para escucharlos con cada fibra de tu ser.
Para recibirlos a través de los sentidos, como los animales salvajes del bosque.
Para envolverlos en atención distraída, fascinada.
Para envolverlos en una Presencia silenciosa, cálida.
Para hacerlos sentir, en esos preciosos momentos que están juntos, como si fueran los más queridos en todo el Universo.
Cuando percibes este tipo de escucha sagrada de alguien, es inconfundible.
No se puede fabricar. No se puede falsificar. Es absolutamente raro y santo.
No es nada menos que el amor incondicional.
Tu sistema nervioso lo siente, y se regocija.
- Jeff Foster-