
29/06/2025
Tu pareja no te asfixia. Activa lo que no has liberado de mamá.
la madre no es solo una persona: es el primer universo simbólico del ser. Es el “código matriz” que estructura nuestra relación con lo femenino, el cuidado, el afecto, la nutrición emocional y la contención.
Cuando un hombre siente asfixia, invasión o conflicto con su madre —ya sea porque fue sobreprotectora, ausente emocionalmente, demandante, o simplemente no supo sostener con claridad sus límites—, se graba un código interno inconsciente que luego tenderá a repetirse en sus relaciones de pareja. Esto no es casualidad, sino una manifestación simbólica del inconsciente que busca cerrar ciclos abiertos.
“El inconsciente no olvida. Solo repite hasta que comprendes.”
En este sentido, la pareja se convierte en un espejo vivo del vínculo primario con lo femenino. Es un intento inconsciente de resolver lo que no fue integrado con la madre. Por eso, muchas veces, hombres que no se sienten libres, valorados o comprendidos por su madre, terminan proyectando esa misma narrativa en la relación amorosa. Se sienten atrapados, exigidos, desbordados… o buscan evadir el compromiso emocional porque la pareja activa el mismo símbolo: “madre invasiva”.
Lo importante aquí no es culpar a la madre ni a la pareja, sino comprender el código simbólico que se repite y resignificarlo.
El vínculo con la madre queda grabado no solo en el inconsciente, sino también en el campo energético y en la memoria celular.
Cuando un hombre no ha sanado el vínculo con su madre, su energía femenina interna (Yin) puede estar desequilibrada. Puede estar en exceso —generando confusión, culpa, apego— o en carencia —provocando frialdad, desconexión o huida emocional.
Esto se traduce en relaciones de pareja donde:
• O bien busca una figura maternal que lo cuide, lo valide o lo sostenga.
• O bien rechaza a la pareja por sentir que lo invade, lo condiciona o lo asfixia.
Desde este enfoque, trabajar con el linaje materno implica no solo revisar la historia personal, sino también realizar:
• Sanaciones del útero (propio y del linaje).
• Cortes de lazos energéticos y patrones heredados.
• Activación del divino masculino, para establecer límites amorosos y reconectar con su libertad y soberanía.
• Reconciliación con lo femenino dentro de sí mismo.
Porque un hombre que se experimenta asfixiado o poco atendido por su madre, teme inconscientemente a su propia sensibilidad. Y un hombre que sana a su madre interna, puede amar sin huir ni dominar.