
30/08/2025
"El mandato de rendimiento se disfraza de consejo motivacional, cuando en realidad intensifica la alienación....."
La exigencia de “salir de la zona de confort” aparece en un sujeto cuya vida cotidiana está marcada por renuncias pulsionales constantes. Freud (1930) diría que este sujeto ya vive bajo el peso del malestar en la cultura, donde el principio de realidad se impone sobre el deseo y organiza la jornada desde el amanecer.
Desde Winnicott, se puede pensar que se trata de un “falso self funcional”, que se adapta perfectamente a las demandas externas (hijos, trabajo, horarios), al punto de que su identidad queda confundida con la rutina. En este sentido, lo “confortable” es solo la repetición mecánica, no un verdadero espacio de espontaneidad o de juego.
Lacan añadiría que el Superyó contemporáneo no se limita a prohibir, sino que ordena: “¡Disfruta!, ¡sé productivo!, ¡sal de tu zona de confort!”. De ahí lo irónico: el mandato de rendimiento se disfraza de consejo motivacional, cuando en realidad intensifica la alienación.
Por eso, el humor de la frase radica en que la supuesta “zona de confort” es, en realidad, una zona de sobre-exigencia, donde el sujeto ya está exhausto y, sin embargo, se le pide aún más.
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