22/09/2021
Muchas veces, cuando venía a
visitarme, mi abuelo me traía un regalo. Nunca eran el
tipo de regalos que traían otros: muñecas o libros o
peluches (...)
Una vez me trajo una tácita de papel llena de tierra. No me dejaban jugar con tierra. Desilusionada, se lo dije.
Sonrió amorosamente. Se dio vuelta, tomó la tetera de mi juego de té y me llevó a la cocina, donde la llenó con
agua. Nuevamente en mi cuarto, puso la tacita en la ventana y me dio la tetera. “Si prometes echar un poco
de agua en la tacita todos los días, algo puede ocurrir," me dijo.
Tenía cuatro años, y mi cuarto estaba en el sexto piso de un edificio. Nada de eso tenía sentido para mí. Lo
miré, dudosa. Afirmó con la cabeza, a modo de aliento. “Todos los días, Neshumele.” (Neshumele significa
"almita” en idish)
Prometí que lo haría. Al principio, curiosa por ver qué pasaría, no me costó nada cumplir. Pero a medida que pasaban los días y nada cambiaba, se volvió más y más
difícil acordarme de echar agua en la taza. Después de una semana, le pregunté a mi abuelo si ya era hora de
parar. Sacudiendo la cabeza, repitió: “Todos los días, Neshumele".
La segunda semana fue todavía más difícil, y me enojé por haber prometido echar agua en la taza. Cuando vino
mi abuelo otra vez, quise devolvérsela, pero se rehusó a
tomarla, diciendo simplemente: “Todos los días, Neshumele."
Para la tercera semana, empecé a olvidarme de echar agua a la taza. Muchas veces me acordaba cuando ya estaba en la cama y tenía que levantarme y hacerlo en la oscuridad. Pero no me saltee un solo día. Y una
mañana, aparecieron dos hojitas verdes que no habían estado ahí la noche anterior. Estaba completamente asombrada. Día tras día se fueron volvieron más grandes. No veía el momento de contarle a mi abuelo, segura de que él se asombraría tanto como yo. Pero, por supuesto, no fue así. Con cuidado me explicó que la vida está en todas partes, escondida en los lugares más comunes e insospechados.
Yo estaba feliz. “¿Y todo lo que necesita es agua,abuelo?" Acarició dulcemente mi cabeza y dijo: “No,
Neshumele. Todo lo que necesita es tu fidelidad”
Rachel Naomi Remen / Traducción: Fabiana Fondevila
¡Todo renace! ¡Feliz primavera!