27/11/2024
(re) Significar el Dolor: El Camino de la Rehabilitación de Adicciones.
En el trabajo que realizo, tanto en el CReASE, el Centro de Rehabilitación de Adicciones de Santiago del Estero, de la Fundación Nocka Munayki, cómo en el espacio de consultorio privado, me encontré con historias atravesadas por el dolor, la pérdida y la búsqueda desesperada de alivio en el consumo. Acompañar un proceso de rehabilitación de adicciones no es solo un desafío profesional, sino también un acto de profunda humanidad.
Realizando una lectura psicoanalítica, el consumo no es únicamente una elección, sino un síntoma que puede entenderse como un texto encriptado, que responde a algo que no encuentra letra: un vacío, un duelo o una herida emocional que, a través de las sustancias, busca obturar.
En otros términos, una de las funciones terapéuticas que aprendí en estos tiempos de trabajo, es la escucha, pero no una cualquiera, es una escucha profunda, que habilita, da lugar al paso de significantes ocultos, y permite construir significados, y con ello un sentido. En la escucha analítica queda alojado el deseo que se juega en la palabra de aquello que se dice. Ahora el dolor puede ser hablado.
Por eso, le propongo a cada paciente, que su tratamiento sea algo más que alcanzar la abstinencia, es una invitación a que recupere, y en algunos casos, que encuentre su voz, para que pueda narrar su historia, elaborar sus duelos y construir una vida con sentido.
La rehabilitación no es un camino lineal. Requiere trabajo, paciencia y la creación de un espacio seguro donde el otro pueda sentirse escuchado sin juicios. También implica derribar los prejuicios que muchas veces enfrentan las personas que atraviesan esta problemática. Es común escuchar frases como “es cuestión de voluntad” o “solo tiene que dejarlo”. Sin embargo, el tratamiento me enseña que detrás de cada consumo hay una trama subjetiva, única, que merece ser escuchada.
En este proceso, he presenciado logros que van más allá de la abstinencia: reconstruir vínculos familiares, encontrar en los otros un sostén y permitirse proyectar un futuro. También pude ver cómo, a través de la elaboración psíquica, una persona puede transformar el dolor en palabras y, desde ahí, empezar a descubrir su propio deseo.
Cada pequeño paso en este recorrido es una victoria: la confianza donde antes había desconfianza, la palabra donde antes había silencio, el proyecto donde antes había incertidumbre. Y aunque el camino puede ser difícil, lo importante es saber que el cambio es posible, y que nadie tiene que atravesarlo en soledad.
Este trabajo me recuerda que el tratamiento de adicciones no es solo un espacio para dejar atrás el consumo, porque detrás de cada historia de consumo hay una persona que merece ser mirada más allá de su síntoma, alguien con la capacidad de reconstruirse y escribir un nuevo capítulo en su vida.
El síntoma, como un texto encriptado, guarda en su núcleo una verdad que aún no ha encontrado palabras. La rehabilitación no es solo un esfuerzo por descifrar ese texto, sino un acto de reescritura donde el dolor puede ser nombrado y resignificado.
En ese proceso, el consumo deja de ser un cerrojo para convertirse en una oportunidad de dar voz a lo que estaba silenciado, de recuperar la trama singular de cada historia. Siempre hay lugar para la construcción de un nuevo significado, único y propio, en el que el sujeto pueda volver a escucharse y descubrir su deseo.