24/06/2024
Todo empieza antes de primaria: Los predictores de la lectura fluida
El aprendiz de lector se forma desde la infancia, en contacto con la escritura y los lectores de más edad. Escuchar las historias, observar a los lectores e intentar descubrir el misterio de las palabras escritas constituyen elementos de un bagaje muy valioso que le será muy útil en primaria.
Para un niño de este siglo los principios de la adquisición de la lectura se sitúan en el primer año, cuando quiere que su papá o su mamá, o su hermana o su abuela, le lean cuentos. Sentados en las rodillas de una persona mayor, pegado a él, descubrirá el placer de leer. Un placer que procede de ese contacto privilegiado, el placer de oír la música de la voz, que ahora es tierna, ahora alegre, misteriosa... el placer de las imágenes. Pronto podrá escoger las obras que le gustan y tirar a los adultos de la manga para que se las lean. Al mismo tiempo, desarrollará su curiosidad por las cosas
escritas y las actividades de los lectores: «¿Qué es lo que está marcado en el periódico? ¿Por qué lees? ¿A quién le escribes?».
También imitará a los mayores: hace ver que escribe, alineando una serie de bucles o de letras, tomará un libro que conoce y se lo lee a su muñeca.
Esta primera etapa es indispensable y servirá de base práctica y de estimulación neurológica para la adquisición de la lectura sin dificultades. Nueve de cada diez veces, facilita el éxito en primaria.
Los predictores de la lectura fluida:
La conciencia fonológica, la velocidad de denominación y el conocimiento de las letras son considerados los principales predictores de la lectura y es importante evaluarlos durante los años preescolares y al inicio de la escolaridad con el objetivo de identificar niños en riesgo.
La velocidad de denominación consiste en la habilidad para nombrar lo más rápido y preciso posible, de manera secuenciada, un conjunto de estímulos familiares tales como dígitos, letras, colores u objetos, integrando para ello la activación de áreas cerebrales especializadas en el reconocimiento visual con áreas especializadas en el procesamiento fonológico. La velocidad de denominación tiene una incidencia directa tanto en los procesos de decodificación y acceso léxico,procesos responsables de la automatización, como en los procesos implicados en la fluidez lectora que redundan en la comprensión de textos.
La conciencia fonológica es la capacidad de reconocer, discriminar y manipular los sonidos del lenguaje oral, focalizados en distintas unidades, como sílaba, rima o fonema. La habilidad para manipular fonemas es un paso clave para la comprensión del principio alfabético, ya que permite establecer la correspondencia entre las letras y los sonidos.
Los niños que no son capaces de desarrollar adecuadas habilidades fonológicas antes de comenzar a leer, presentan, más adelante, dificultades en la capacidad de decodificación de la lengua escrita.
El conocimiento de las letras, ya sea su nombre o su sonido, antes del aprendizaje formal también es un predictor del éxito de la lectura posterior, porque permite establecer un puente entre las estrategias visuales y las fonológicas en la decodificación inicial.
Al pensar en la intervención, varias de las síntesis de las mejores evidencias realizadas hasta la fecha, coinciden en señalar que las intervenciones centradas en las habilidades fonológicas y en las correspondencias entre letras y sonidos resultan eficaces en la intervención en estudiantes con dificultades de aprendizaje de la lectura.
Estos conocimientos posibilitan ir más allá de un rótulo, de un diagnóstico estigmatizante, así como comprender más los diferentes tipos de dificultades de aprendizaje, sus diversas causas y plantear intervenciones psicopedagógicas adecuadas para que los niños progresen como lectores y productores de textos.