25/07/2025
Luego de atravesar la primera mitad del año, muchas infancias llegan al receso con una cantidad de actividades realizadas: rutinas escolares, actividades extraescolares y, en muchos casos, tratamientos que demandan esfuerzo, constancia y compromiso. Las vacaciones no son solo un corte en el calendario: son una pausa vital, especialmente para quienes han sostenido tantos desafíos.
Las vacaciones brindan la oportunidad de descansar la mente y el cuerpo, de aflojar las exigencias diarias y reconectarse con el juego libre, el disfrute, la espontaneidad. Son una chance para que el niñx se reencuentre con su deseo, explore nuevos intereses o simplemente pueda estar sin deber ser.
En el caso de quienes están realizando tratamientos, el descanso no implica retroceder. Al contrario, muchas veces el tiempo libre potencia lo trabajado: afianza vínculos, fortalece la autoestima y favorece una mirada más integral del niño, más allá de los objetivos terapéuticos. Además, es un momento valioso para observar avances desde otro lugar, sin el peso de la rutina.
Como adultos, es importante acompañar sin apurar, sostener la presencia sin llenar los días de actividades. A veces, lo más terapéutico es simplemente poder estar, jugar, mirar, disfrutar…. permitir que surja la creatividad y la iniciativa.
💬 Porque descansar también es parte del proceso. Porque las pausas son parte del camino. Porque crecer no siempre es hacer más, sino poder ser.
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