31/05/2025
Se me vino todo encima. Pagar edesur, aysa, expensas, responder a pepa, buscar las fotos, pedir el certificado, avisar que no voy a poder el viernes, preparar el taller de la semana que viene, comprar aceite, preparar el almuerzo para mañana, pasear a la perra, preguntar si llegó la autorización, llamar al consultorio, pedirle prestado a papá, saludar a Luca por el cumple…
Cada minuto, cada palabra construye tu futuro.
Los saltimbanquis. Porque hay una injusticia, la del final que se viene y no se puede predecir del todo. Se ve y no se dice. Se sabe y no se ve. Se presume pero no se puede constatar. Hasta que ya es tarde y está todo echado a perder.
Los brillos y los colores ya no llegan a ocultar la emergencia de malestar, ansiedad exagerada y necesidad desesperada de calma.
¿Qué pasó? Creí que no podía.
También están esas otras historias, esas de todos los días, que pensas que no podes, hasta que alguien te estira una mano. Y pudiste.
El diagnóstico es un rótulo, un código que representa el problema, y permite ponernos de acuerdo sobre qué estamos hablando.
A partir de éste se puede, por ejemplo, psicoeducar a los referentes cercanos sobre qué es lo esperable y qué no, cómo cuidar, cómo prevenir.
Lic. Celia Romina Otazu
MN 72539 MP 190097