25/07/2025
Todos Somos Alquimistas
¿Son la alquimia y la inmortalidad una sola cosa? ¿Qué relación hay entre la alquimia y la salud? ¿Es realmente posible transformar el plomo y otros metales “pobres” en oro? La riqueza y la vida eterna son dos “fórmulas mágicas” que atraen a multitudes de charlatanes y estafadores… pero quizás no solo a ellos. ¿Y si todos fuéramos alquimistas?
Las raíces de la alquimia se remontan al dominio del fuego (neolítico), pero se impuso sobre todo con la aparición de los metales y la búsqueda de aleaciones (para hacerlos más valiosos, más ligeros, menos frágiles, etc.). Quienes desarrollaban sus técnicas las transmitían siempre mediante la iniciación, rodeando su enseñanza de rituales y códigos para impedir el acceso a los profanos. La alquimia sigue siendo hoy en día un arte y una ciencia sagrados, quizás los más antiguos de la humanidad. Los alquimistas, muy elitistas, se autoproclaman “los únicos verdaderos filósofos” y sitúan la alquimia en el centro de toda religión, de todo sistema de pensamiento, de todo arte: lo resume y lo abarca todo, y no pretende menos que el conocimiento de las leyes de la vida. Su campo de acción: la Naturaleza y todo lo que pueda transformarse en ella. ¡Un programa vasto e inmenso!
¿Alquimia, mito o realidad?
¿Qué es la alquimia? Mucho más que una simple “pre-química”: estuvo “antes”, y de hecho estableció las bases y el vocabulario técnico (combustión, precipitación, destilación…). Incluso le debemos la palabra “laboratorio” — de labor y oratorio —, lugar donde los alquimistas se reunían para trabajar y meditar sobre el significado espiritual de los metales. La alquimia es más bien el arte de la transformación mediante el fuego, el aire, la luz e incluso el Espíritu. Por supuesto, es tentador dudar, como hacen los racionalistas clásicos, que se quedan en la lectura superficial de los textos alquímicos. Desde su punto de vista, la alquimia solo busca transmutar un elemento químico en otro, modificando su núcleo atómico.
Sal, Mercurio y Azufre
La sal, el mercurio y el azufre son los tres elementos metafísicos reales de la alquimia, matrices de toda vida:
Negra, la sal está carbonizada;
roja, está incandescente;
blanca, está calcinada y luego lavada; Representa el cuerpo.
El mercurio, maleable y volátil, representa el espíritu (también llamado magnesia, de magnes = imán — sin relación con el magnesio).
El azufre, principio activo masculino, se obtiene por fermentación, destilación y rectificación; representa el alma.
Y siempre, el fuego, que transforma y purifica, y por supuesto, el oro, el metal más noble por ser el más inalterable.
Cada cultura tiene su alquimia
La alquimia china, probablemente la más antigua, data del siglo IV a.C. Ya se decía que quien quisiera volverse inmortal debía beber en copas de oro obtenidas por alquimia. Los principios “clásicos” de la alquimia (los metales crecen en el centro de la Tierra, la transmutación en oro, el estatus del herrero) se combinan con los elementos — madera, fuego, metal, agua, tierra —, lo que sitúa al cuerpo humano en el centro de la actividad alquímica: ocurren tantas transformaciones en él a cada instante que solo pueden ser alquímicas.
En la India, la alquimia es mucho más espiritual que material: los yoguis, al dominar el arte de la respiración, dominan también el de la vida eterna. Son capaces de transmutar todos los metales en oro, pero sobre todo, las plantas y los minerales forman parte del proceso alquímico, es decir, del rejuvenecimiento. En definitiva, el concepto de antiedad no es nuevo. Las técnicas espirituales (yoga) permiten transformar el cuerpo-materia en cuerpo-espíritu (divino), una especie de transmutación que abre la puerta a la resurrección.
En Europa, la alquimia occidental tiene como centro Haarlem, en los Países Bajos. Cuna del famoso Aceite de Haarlem con múltiples beneficios, a veces apodado “la aspirina de las medicinas suaves” — analg
¡Cuanto más compras, menos pagas!
Visita nuestra tienda:
https://haarlem-oil.com/es/productos.html