
15/11/2024
"Soy Sebastián, o más bien, fui Sebastián"
Hoy, mi voz solo queda en estas palabras. Trabajé duro para alcanzar mi sueño de ser médico, impulsado por una pasión sincera por cuidar a los demás. Pero esa pasión se desmoronó bajo el peso de un sistema que me explotó, me silenció y, finalmente, me rompió.
El hospital, que debería ser un lugar de esperanza, se convirtió en una prisión emocional. Horas interminables, humillaciones constantes y expectativas inhumanas me desgastaron hasta el alma. Los errores eran intolerables, pero la ayuda para aprender de ellos brillaba por su ausencia.
La universidad, que debía ser mi refugio para crecer, se convirtió en un campo de batalla. La competitividad enfermiza y el desprecio hacia el bienestar de sus estudiantes no solo fueron descuidos, sino actos de violencia estructural.
Me pregunté muchas veces: ¿Dónde está la humanidad en los lugares que prometen salvar vidas? ¿Quién cuida de quienes cuidan? Nadie respondió.
Mi partida no es un reproche, sino un llamado desesperado a reflexionar. No quiero que otros compañeros, futuros médicos, vivan lo que yo viví. Si estás leyendo esto, cuestiona, alza la voz, lucha por un cambio. Porque el sistema nos necesita vivos, humanos y fuertes, no destruidos.
Sebastián.