15/05/2025
ENFERMEDAD Y EL ENCUBRIMIENTO DE ACONTECIMIENTOS SISTÉMICOS RELEVANTES
En todas las familias hay secretos y temas tabú. Algunos de ellos sirven para preservar y proteger a algunos miembros o a toda la familia.
Sin embargo, cuando sucesos sistémicos importantes como por ejemplo, la concepción de un hijo, una paternidad o una muerte violenta son negados, callados u olvidados, la exclusión de personas que pertenecen lastima el orden en ese sistema.
Ese tipo de secretos salen a la luz aun cuando son muy ocultados. Serán expresados através de la conducta o de una sintomatología de los hijos de esa familia y si no es en esa generación, será en una de las siguientes. No obstante según la experiencia, esas señales a menudo no son percibidas y comprendidas ni por la familia ni por los expertos consultados. La aclaración de ese tipo de contextos y la resolución de las implicaciones relacionadas muchas veces solo son posibles a través de ayuda externa.
Aquí las constelaciones sistémicas pueden aportar datos esenciales para el proceso de solución.
Presentación de dos Casos incluidos en el libro de Stephen Hausner: “Aunque me cueste la vida. Las Constelaciones Familiares en casos de enfermedades crónicas y síntomas persistentes". 2017.
Caso 1: Displasia cervical y el hijo perdido de la abuela
Una mujer con displasia cervical precancerosa participa en una constelación familiar. Al incluir a su abuela en la dinámica, emerge un secreto: la abuela perdió un hijo no reconocido. La paciente, sin tratamiento médico adicional, experimenta la remisión total de las células alteradas tras revelar el secreto.
El hijo mu**to de la abuela: «¿Quién te ha contado eso?» (Paciente con displasia cervical)
Una paciente con sospecha fundamentada por revisión clínica (colposcopia) de células alteradas carcinomatosas en el cuello uterino configura, siguiendo mi propuesta, a una representante para ella y a otra para la enfermedad.
La paciente ubica a la mujer configurada para la enfermedad justo detrás de su propia representante. Las dos dan la impresión de ser madre e hija. Cuando la representante de la enfermedad apoya sus brazos, desde atrás, en los hombros de la representante de la paciente, esta se inclina hacia atrás relajada y permite que la acunen. La paciente aprueba muy bien esa imagen de ella misma y de su madre y está de acuerdo en que transformemos a la representante de la enfermedad en una representante de su madre sin elegir a otra participante para la madre.
A pesar de que ambas se sienten medianamente bien, dan la impresión de estar perdidas y no tener fuerzas. Dado que en el caso de la sintomatología se trata de una dolencia femenina, le sugiero que configure a una representante para la abuela, la madre de la madre.
La paciente la ubica a una pequeña distancia de las otras dos. La atención de la representante de la madre se dirige directamente hacia ella. Sin embargo, la abuela no hace caso de su hija y mira con ojos tristes al suelo delante de ella. A la representante de la madre no le es posible acercarse a ella. La abuela se anticipa a cada intento apartándose más.
Le pido a otra participante que, como representante, se tumbe en el suelo delante de la abuela. De inmediato esta comienza a llorar y se dirige a la representante tumbada, como si fuera un niño pequeño. A eso la representante de la madre dice: «¡Ahora está bien!» y, contenta, se vuelve hacia su hija.
En otro grupo de constelaciones, medio año después, la paciente se me acercó en una pausa y dijo: «¿Te acuerdas de mí?». Tuve que confesar: «No». «Hace aproximadamente medio año hicimos una constelación con relación al tejido alterado en el cuello del útero. Por el urgente peligro de cáncer los médicos me aconsejaban una pronta operación.
»Cuando volví a casa después del grupo de constelaciones, le pregunté a mi madre si tal vez su madre había perdido un hijo. La reacción sorprendida de mi madre fue: “¿Quién te lo ha contado?”.»
Una nueva revisión clínica dos meses después de la constelación mostró que de las modificaciones del tejido en el cuello de útero no se veía nada más. Aparte del trabajo de la constelación, la paciente no había realizado terapia ni tratamiento alguno ni tampoco efectuado otros cambios en su vida.
Caso 2: Depresión y angustia en un hijo de donante de semen
Un niño de 12 años, concebido por inseminación artificial, desarrolla ansiedad severa y depresión al sentir que su "padre" no es biológico. En la constelación, el niño expresa inconscientemente: "Me has engañado sobre mi padre". Tras reconocer la verdad, sus síntomas mejoran drásticamente.
𝐋𝐚 𝐝𝐨𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐦𝐞𝐧: «¡𝐄𝐬 𝐭𝐮 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞!» (𝐇𝐢𝐣𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐧𝐠𝐮𝐬𝐭𝐢𝐚 𝐲 𝐝𝐞𝐩𝐫𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬)
Una familia acude al consultorio con su hijo de 12 años. Los padres ponen énfasis en el rendimiento superior al promedio que el niño tiene en la escuela, pero que desde hace dos meses sufre de desequilibrios depresivos. Estos estados comenzaron espontáneamente después de un colapso anímico en la escuela. Desde ese momento ya no le es posible salir solo de la casa de los padres. Fuera de casa sufre estados de angustia acompañados de taquicardia y diaforesis hasta llegar al colapso.
Las depresiones van en continuo aumento y todo lo que hasta ese momento le había producido alegría ya no significa nada para él.
Los juegos de ordenador e Internet son cada vez más, lo único que da sentido a su vida. Cada vez con más frecuencia expresa el miedo a enloquecer.
Dado que la ingesta de psicofármacos no logra el objetivo ansiado, los padres preguntan acerca de las posibilidades de un tratamiento homeopático.
Yo aconsejo, además, participar en un grupo de constelaciones. Cuando el niño escucha que en ese caso su presencia no es necesaria, se siente aliviado. Hasta ese momento él siempre había sido el centro de la terapia y tenía la sensación de que todo era responsabilidad suya.
Los padres están dispuestos a aceptar el grupo y comenzamos la constelación con tres representantes: padre, madre e hijo. En primer lugar le pido a la madre que configure, los representantes recuerdan sus posiciones, y luego dejo que configure el padre. Las imágenes solo muestran pequeñas diferencias. En ambas configuraciones el hijo se encuentra entre los padres y de esa forma separa a la pareja. Los representantes forman un semicírculo en el que la madre en ambos casos se encuentra en el primer lugar, a la izquierda, en segundo lugar, el hijo y luego el padre.
La representante de la madre se siente mal en ese lugar, no puede describir detalladamente su sensación; el representante del hijo se siente desorientado, y el representante del padre tiene la sensación de no pertenecer a esto, lo que curiosamente tampoco quiere.
Con la esperanza de poder aportar mayor claridad a la constelación, le pido a la madre que configure a un representante para la sintomatología del hijo. Elige a un hombre y lo ubica lejos y detrás de su hijo.
El representante del hijo queda muy irritado por ello. Tiene miedo, le sudan las manos y su mirada inquisidora se mueve perdida, cada vez más rápido, del representante de la sintomatología al representante de su padre y de regreso al primero. Parece que va a enloquecer. De repente su mirada viaja hacia la madre, que, impresionada por la fuerte reacción del representante de su hijo, aún permanece en la constelación, y con voz desesperada exclama: «¡Me has engañado en lo que respecta a mi padre!». Luego su mirada se mueve hacia mí y, al borde del llanto, repite: «¡Ella me ha engañado en lo que respecta a mi padre!».
Sin reaccionar a las palabras del hijo, la paciente toma asiento a mi lado y su mirada vacía se fija en el suelo. Antes de averiguar el significado de esa extraña frase, el hombre pide la palabra y dice: «Tal vez sea importante mencionar que yo no soy el padre del niño. Hacía ya algunos años que estábamos casados y deseábamos un hijo. Pero mi mujer no se quedaba embarazada. Las revisiones clínicas mostraron que yo no puedo tener hijos. No queríamos renunciar a ello y por eso decidimos acudir a un banco de semen. ¡Nuestro hijo no sabe nada de eso!».
Yo respondo con voz calma: «¡Él lo sabe! Si yo tomo en serio los movimientos de los representantes que se muestran aquí, debo partir de la base de que él lo sabe».
El representante del hijo corrobora esa declaración diciendo: «Cuando fue configurado el representante de la sintomatología, yo ya no sabía dónde estaba. De repente ya no sabía cuál de ellos era mi padre y me sentía extrañamente engañado por la madre».
A la pregunta del «padre» (en realidad, padrastro) del niño de qué es lo que pueden hacer ahora, me dirijo hacia su representante, señalo al representante de la sintomatología y le indico que le diga al niño: «Él es tu padre. ¡Y ella es tu madre!
¡Ella y yo, nosotros, te cuidamos! Pero ¡tu padre es él!».
El representante del hijo sonríe y dice: «Todo está bien. Puedo vivir con eso».
Por interés le pregunto al representante de la sintomatología cómo se siente y responde: «No quiero tener nada que ver con todo esto». Al representante del hijo le digo: «¡Es así!». Él asiente con la cabeza. A la pareja de clientes le digo, para cerrar:
«Creo que esto es lo que yo puedo hacer por vosotros».
Aproximadamente dos meses después de la constelación, recibo una llamada telefónica del padrastro. Quería darme las gracias y contarme lo sorprendidos que estuvieron cuando regresaron del grupo y encontraron al «hijo» en condiciones notablemente mejores. En el plazo de pocas semanas su estado se había «normalizado». Eso les dio fuerzas a él y a su mujer para aclarar al «hijo», en un momento adecuado, que el supuesto padre no era el padre. El hijo reaccionó de manera tan serena como su representante. Lo último que supe de ellos es que el niño está bien.
Los hijos son sus padres, y reconocen a sus padres en ellos mismos. Por ese motivo no se puede engañar a los hijos con relación a sus padres. Cuando se los mantiene a oscuras con respecto a sus verdaderos padres o se les proporciona información falsa, se genera división e inseguridad en el hijo. El hijo ve a sus «padres», pero, sin embargo, no se siente como su hija o su hijo y, en general, busca la razón de esa inseguridad de sus sentimientos primero en sí mismo. ¿Qué sucede en el interior de un hijo cuando, tal vez en ocasión de su 18 cumpleaños, se entera de que el padre no es su padre o de que es adoptado, y cuando lo hace antes a través de otras personas?
Aunque en repetidas ocasiones a través de las constelaciones se descubren secretos, quiero advertir ante el abuso de aplicar el método de las constelaciones sistémicas para tal fin. Si hay una sospecha fundada de duda acerca de una paternidad, la disipación real solamente la brinda una prueba de paternidad. Mientras el padre o el hijo tengan dudas, el amor no puede fluir libremente.
(Entrevista a Stephen Hausner)
Teorías
1. Constelaciones Familiares (Bert Hellinger)
¿Qué es?
Método que revela cómo los secretos familiares (hijos no nacidos, padres ocultos) generan enfermedades o conflictos emocionales.
En los casos:
- La displasia cervical simboliza el "dolor callado" de la abuela por su hijo perdido.
- La angustia del niño refleja la fractura en su identidad al ignorar su origen biológico.
2. Trauma de Amor (Franz Ruppert)
¿Qué es? Heridas por pérdidas no reconocidas o mentiras que generan culpa y síntomas físicos.
En los casos:
- La abuela cargó con el duelo no elaborado de su hijo, transmitiéndolo como enfermedad ginecológica a su nieta.
- El niño sintió una "traición vincular" al no conocer su verdadero padre.
3. Teoría del Apego (John Bowlby)
¿Qué es? La seguridad emocional depende de relaciones transparentes. Los secretos rompen la confianza.
En los casos:
- Apego desorganizado: El niño desarrolló ansiedad al percibir incongruencias en su vínculo con el "padre".
- Falta de base segura: La nieta heredó el conflicto no resuelto de la abuela, afectando su salud.
4. Psicoanálisis Relacional (Philip Bromberg)
¿Qué es? Los secretos generan "actuaciones"donde el cuerpo expresa lo no dicho.
En los casos:
- La displasia cervical fue el cuerpo de la nieta "hablando" por la abuela: "Alguien falta aquí".
- El niño actuó su confusión con ataques de pánico: "Si mi padre no es mi padre, ¿quién soy?".
5. Psicoterapia del Trauma Temprano (Bessel van der Kolk)
¿Qué es? El cuerpo almacena memorias traumáticas no procesadas.
En los casos:
- La displasia fue una somatización del duelo transgeneracional.
- La taquicardia del niño era una respuesta fisiológica al "trauma de identidad".
Integración Teórica
1. Secretos como fracturas sistémicas (Hellinger):
- El hijo no reconocido de la abuela y el donante de semen anónimo crearon "huecos" en el sistema familiar.
- Estos vacíos se manifestaron como síntomas: cáncer y depresión.
2. Culpa y lealtad invisible (Ruppert):
- La nieta fue leal al dolor de la abuela, enfermando para "recordar" al hijo perdido.
- El niño se sintió culpable por "traicionar" a su padrastro al anhelar conocer su origen biológico.
3. El cuerpo como archivo (Van der Kolk):
- El útero de la mujer y el corazón acelerado del niño fueron "libros abiertos" donde se escribió la historia no contada.
Proceso de Sanación: Verdad y Reconocimiento
1. Caso 1:
- Inclusión del hijo perdido: La constelación dio un lugar simbólico al hijo de la abuela.
- Liberación del secreto: La mujer confrontó a su madre, preguntando: "¿Perdiste un hijo?".
- Resultado: Remisión total de las células precancerosas.
2. Caso 2:
- Reconocimiento del padre biológico: El padrastro declaró: "Tu padre es el donante, pero yo te cuido".
- Restauración de la identidad: El niño recuperó la calma al integrar su origen.
- Resultado: Disminución del 80% en los ataques de ansiedad.
"Los secretos familiares no desaparecen; se enquistan en el cuerpo y el alma. Sanar no es solo hablar, sino honrar lo excluido con verdad y respeto".
Cita para Recordar:
"Lo que callamos en la familia, el cuerpo lo grita. Lo que nombramos, el amor lo sana"
"La verdad es el único antídoto contra el síntoma"
Estoy al servicio de la vida.
𝑃𝑎𝑡𝑡𝑦 𝑆𝑢𝑥𝑜
𝑇𝑒𝑟𝑎𝑝𝑒𝑢𝑡𝑎 𝐵𝑖𝑜𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔é𝑡𝑖𝑐𝑎
#𝑒𝑠𝒉𝑚ú𝑛 𝐵𝑎𝑡𝑟𝑖𝑠𝒉𝑖𝑎
#ó𝑟𝑑𝑒𝑛𝑒𝑠𝑑𝑒𝑙𝑎𝑚𝑜𝑟𝐶𝑏𝑏𝑎