21/06/2023
PAPÁ DEL ALMA
"Hola, soy 'Efrén', y soy 'el profe' de una Institución de acogida para Niños removidos de su hogar o de la calle, y he estado aquí por 13 años.
Tal vez Ustedes no conozcan a uno de esos en la vida real. Porque somos muy pocos. Y nuestro trabajo no nos permite, digamos, estar en una fiesta cayéndole a un c**o, echándonos los palos, y hablando de nuestro trabajo. Porque este es un trabajo en el que, sinceramente, eso de tener vida personal, por escasa que sea, es algo que se acaba una vez comienzas a trabajar.
Les cuento:
Este trabajo no se consigue en un clasificado.
Uno tiene que vivir allá en la casa de acogida, cuidando a los niños.
Tiene un día libre, entre semana.
Y es una obra que termina siendo tu vida.
¿Ustedes vieron Candy Candy? Bueno. Mi trabajo es ser como la Señorita Pony. Creo que con eso les queda claro cómo va siendo eso.
Ahora, a lo que vamos. Yo soy licenciado en Educación Física, y por ahí me contactaron los de la Iglesia, comentando que la Casa Hogar necesitaba un auxiliar. Que la paga no era mucha, pero daban almuerzo.
Mis labores eran, según, llevar a los chamos a la escuela en la mañana.
Dejarlos ahí, e irme a Casa Hogar a limpiar y ordenar. Ubicar escondrijos de sustancias, armas artesanales y objetos no permitidos. Lamentablemente toca hacerlo. Mantener el área verde. Lavar ropa y tenderla, o doblarla.
Lavar ollas, baños, y limpiar, para proceder a recoger a los chamos de la escuela y supervisar la hora del almuerzo, las tareas, y las actividades de la tarde, que si juegos, un minipaseo por el parque, y ya.
Al inicio, me pareció un trabajo mecánico. Los primeros 4 meses.
Del trabajo administrativo, se encargaba una señora y otro licenciado. Que si recibir chamos remitidos del Tribunal o del Sistema. También hay despensero/chofer/técnico, ayudantes y un par de voluntarios que a veces van.
Cuando empecé, comía aparte en el mesón de la cocina, y no me metía en nada, salvo que se prendiera una pelea o algo. Pero también sonaba mocos, curaba rodillas, corría al ambulatorio a poner puntos, daba atamel, cuidaba fiebres, gripes (me las pegaban), llantos, hacía tareas, escuchar tonterías, y estaba cansado ya de esa vaina de ser niñero allá.
Entonces empecé a, digámoslo, mamar gallo y a tratar de irle sacando el cuerpo a eso. Entonces fingí estar indispuesto por un asunto de salud y mandé un reposo. Luego otro... Y me piré 15 días, que aproveché de meter papeles en la Alcaldía, en la Gobernación, en el Ministerio (ya tenía experiencia en Casa Hogar, o sea)... Y ya arreglarían allá ellos. De hecho, el señor Leocadio, el que era el que hacía las compras y buscaba donaciones, se había traído a su hijo Cristian para 'cubrirme' esos días.
Chamo, no me llamaron de ningún lado. Y me tocó volver.
Y les cuento que cuando volví, la avalancha de carajitos abrazándome y gritando porque yo llegué, no se hizo esperar. Ellos me estaban dando amor, me extrañaban, y los vi iluminados otra vez y haciendo planes para la tarde conmigo.
Y me cayó el quinto. A mí se me había olvidado, o no quise ver, decidan Ustedes, que estaba trabajando con seres sintientes, inocentes, llenos de dolor, y ávidos de tener a alguien en su vida, con quien jugar, quien los hiciera sentir seguros y atendidos... ¡Esto era una casa hogar, maldita sea! ¿Cómo no me fijé que los chamos estaban confiando en mí, contando conmigo ¡son niños sin padres!
(Y ahora es que comienza el cuento. Perdonen si incomodé lanzando tanto contexto)
Ser un niño no deseado, es algo que nadie se imagina. Yo vengo de una casa 'normal', tengo dos hermanos, papá era electricista y mamá secretaria. Llegaba a la casa, había comida y ropa. Había juguetes para navidad, torta y regalos para los cumpleaños. Salidas al río, al parque o al hervido familiar los fines de semana.
Escuela, útiles, también regaños, amor, todo lo de una infancia normal. Por ende, ni idea de que haya niños a los que nadie deseó, no pidieron nacer, y los tuvieron 'a la machimberra' y los echaron al mundo a ver quién los agarra... Sea una familia buena, sea una de explotadores, sea una institución, sea un carro a exceso de velocidad, un psicópata, o el hampa.
Y hay millones de niños así. Niños que uno mira sin querer ver. Recogiendo comida en la basura, extendiendo la mano en un café al aire libre, cargando una caja de golosinas, llaveros, una caja de bolear zapato, o un trapito, una botella de detergente sacada de la basura, y un gomón de limpiar vidrios.
Los 'Panchito Mandefuá' que componen un lado de la existencia humana donde se pierde la solidaridad, la gregaridad, y hasta la humanidad.
¿Y de dónde vendrán esos?
¡De gente así y asao! Es la respuesta más simple y llana que se la da a una situación compleja que nuestra sociedad no desea ver.
Pero la respuesta más dolorosa es que ellos son niños no deseados. Y de verdad, cuando alguien no desea a sus hijos, sea la mamá, sea el papá, no hay fuerza humana -y creo que ni sobrenatural- que 'ascienda' a ese niño, de no deseado, a amado.
Y les aseguro, que ni un 2 % de todos ellos, termina con gente como nosotros, en una Casa Hogar. Todos aquellos niños con los que yo trabajé, tenían en común que no fueron deseados.
Sus papás amaban más el trago, el vicio, la dejadez, y el provecho que se les podía sacar a esos niños, que a los niños mismos, a los cuales consideraban 'un mal irremisible', producto, ya de 'un pelón', o hasta de un acceso carnal no consentido y violencias de todo tipo.
El hecho es que los llevaban hasta que fueran lo suficientemente mayores para rebuscarse, no sin antes haber ido con ellos en brazos y pidiendo por la calle.
Pero ojo, no todos eran así. También los encadenaban o encerraban en ranchos. En el piso pelado, y llegaban a quitárselos. Entre otras cosas que ni cuento. De verdad.
Un niño no deseado es una víctima. Pero no tiene ni idea de otra cosa. Ellos creen que todo, o casi todo lo que viven, es normal.
Pero la inocencia de un niño, señores... Esa es una fuerza bendita, pero dolorosa.
Esos niños no deseados que tienen trabajando en la calle, pasando necesidades y viviendo dolor, abandono y maltrato, también te sueñan con una bicicleta, anhelan unos patines, una muñeca, con ver al Mickey Mouse... Bailar con el Barney, comerse unos heladitos, tener un cumpleaños con los globos y el payaso, dormir en una cama y que les den un abrazo.
Ellos sueñan con el bolso del Avenger, las botas de luces, el regalito de navidad. Y hasta se inventan un mundo y te lo cuentan como que lo vivieron...
'Profe, que yo tenía un papá... Que me dijo que se iba en avión y siempre me traía regalos y yo tenía mil bicicletas y un perro que tenía un parche en el ojo, aquí' (describiendo al perro de la película de la Pandillita, película que vimos hacía un par de meses en la Casa Hogar)
Esos niños te absorben la vida perfecta de los comerciales y las comiquitas. Se me parecen tanto a Wanda de WandaVision... Escapada en un mundo donde todo aquello que veía en la tv, era su mundo...
Porque el mundo real no era bueno con ellos... Y lo único bueno que tenían, era lo poco que nosotros les podíamos dar. Una imitación de vida. Un comienzo, tal vez un futuro.
Por eso, cuando esa horda de chamitos me vio llegar a Casa Hogar, después de mi avergonzante escapada, me resetearon el cerebro (y también me dieron un rodillazo en las joyas cuando se me lanzaron)
Y me di cuenta de su sincera emoción... ¿Cómo no me di cuenta de que con ellos, estaba haciendo algo muy grande en la vida? ¡Me necesitaban! ¡Incluso más que lo que nadie me había necesitado y apreciado en la vida!
Este era mi trabajo. Y descubrí mi vocación allí...
Poco a poco me fui involucrando, cada día más, hasta que empecé a quedarme a echarles un ojo en las noches, junto a la señora Olga, la directora, comencé a ayudar con tareas más grandes, rebajarle la carga al señor Leocadio, a arrimar recursos, joder a los vecinos y conocidos pidiendo juguetes, ropa, comida... A joder al Padre Manuel y a la Legión de María, a los Carismáticos, a las viejas de los té canasta, a tocarle la puerta a los cristianos con el pastor que manejaba una camioneta nueva de paquete...
Y yo, que era un profesor de Educación física, alto y corpulento, con los años me fui volviendo un hombre alto y delgado, flemático, de tez amarillenta y andares pausados... Enamorado solo de una trabajadora social, y sin una vida fuera de lo que yo llamo 'mi paternidad del corazón'
Tal vez sus papás no desearon a estos chamos. Pero los pocos que estábamos allí, si.
Lamentablemente no todos los chicos nos salieron como deseábamos. Ser un niño no deseado deja huellas muy hondas en espacios tan recónditos del alma, que ni siquiera la luz del verdadero amor, los hace sentir amados, o que pertenezcan.
Sólo Dios es el que me da la fortaleza de levantarme y seguir aquí, porque este trabajo nunca acaba. Porque todos los días se fecundan millones de niños no deseados, y nace otro tanto.
Que te llamen de un hospital porque 'la mamá lo parió y lo dejó, nadie vio cuando se fue y presentó una cédula falsa', son cosas más comunes de lo que Ustedes creen.
Y no me gusta Internet. Sobre todo, cuando veo noticias relacionadas a los chamos, gente comentando sandeces morales, gente etiquetando a personalidades de internet, y de verdad, imbéciles hablando de proteger la vida desde el cómodo espacio que les da el estar lejos de saber cómo demonios es la vida de un niño no deseado.
Lo peor es que nadie se arrima. Nadie se acuerda de que en Casa Hogar, nos haría un bien tener otra pastilla de jabón. Unas cobijas, sabanitas, aunque sea unos cambures... Porque pedirles un televisor de esos que tienen por alla agarrando mugre en un garaje o en un rincón del cuarto de chécheres, es como demasiado pedir.
Por favor, tóquense el corazón y sean sinceros. Dejen de escupir moralidad, alma pura, empatía y estupor en Internet. Porque si contáramos con Ustedes en la medida del mierdero que hablan en internet, personas como nosotros no estaríamos pidiendo una pelota o un sweater regalados en una casa donde se la pasan creyendo que uno pide cosas para consumir sustancias, no trabajar, y vivir de la manguangua...
Porque mi trabajo no es glamouroso. Ni siquiera es bien pagado...
Y jamás he podido estar en una fiesta cayéndole a un c**o, echándome los palos, y hablando de mi trabajo. Porque este es un trabajo en el que, sinceramente, eso de tener vida personal, por escasa que sea, es algo que se acaba... Porque ahora soy papá... Pero del alma...
Y les digo. Algún día quisiera tener hijos y llevarlos a ayudar, como Leocadio llevaba a Cristian, y Cristian ahora lleva a la esposa, van con los chamos... Pero por ahora, estoy, en la escasa medida de mis posibilidades, saliendo con una psicóloga que se acercó a la Casa Hogar, interesada en hacer su especialidad en materia de educación... Ya tenemos un año y medio juntos.
Y sólo Dios sabe hacia dónde iremos...
Los niños ya le dicen 'mamá Gabriela'
¿Y qué quiero con contarles mi historia?
Que miren más de cerca esta situación.
Que se acerquen por la casa hogar que les quede cerca, y ayuden con algo.
Que los que son papás, traigan los niños a compartir con los nuestros... Eso sería muy provechoso.
Que haya más manos que hacen, que dedos que teclean.
Y que reflexionen que, en este mundo, ser un niño no deseado, es una situación que nadie merece vivir.
Dios los bendiga, les de sabiduría, les abra el corazón, y les regale el don de ayudar a quienes más lo necesitan, con fortaleza, desprendimiento, y sobre todo, humildad. Muchos saludos"
- 'Efren'