17/07/2025
El no concebir como incoherencia: un asunto de conciencia adormecida
Comparto una intuición que tuve esta madrugada, cuando el mundo se alista para recibirnos y apoyarnos en nuestra evolución. Sin embargo, no estamos concibiendo la magnitud de nuestras acciones. El planeta nos habla a través de su desequilibrio ecológico, pero no lo escuchamos. Tampoco comprendemos nuestra propia existencia. Luchamos contra nuestro desequilibrio emocional sin entender el porqué. No reconocemos la abundancia ni las bendiciones diarias que son una oportunidad para transformarnos y encontrar nuestra luz. Estamos cegados por una visión de catástrofe económica en la cual estamos atrapados y condenados a dedicarnos exclusivamente a salvarnos a nosotros mismos, sin concebir las necesidades del próximo o de los demás seres vivos y el planeta.
Nos hemos convertido en una sociedad inmersa en una guerra interna. Una guerra contra hacer uso de nuestros propios recursos, una guerra contra los demás y además contra vivir ahora el autoamor de manera factible. Vivimos bajo amenazas, miedos y enfermedades, en lugar de experimentar seguridad interna, confianza mutua y acudir a esta potencia inherente que se llama fe, porque sabe conectarse con el poder divino.
Nos hemos rendido a otro poder, enviciados en un mundo que nos manipula y utiliza para fines que ni siquiera conocemos. Es hora de despertar, de concebir la realidad que estamos eligiendo y apoyando y cambiarla.
Mi misión es hacer el llamado a la humanidad invitándonos a todos a recuperar nuestra autenticidad, empatía, compasión y hacer uso de nuestra valentía para aventurarnos a volver a creer, confiar y amar.
La desconexión en la Era Digital
Dejar de escribir a mano, luego dejar los teclados para solo enviar mensajes de voz que se transcriben automáticamente. Dejar de leer más de dos minutos un contenido, prefiriendo escuchar audios y poner los mensajes para escuchar a doble velocidad porque creemos que no tenemos tiempo a recibir el alma del otro, solo lo queremos extraer su información. Todo esto es una demuestra de egoísmo narcisista y a la vez nos afecta a nosotros mismos, porque está inactivando células de nuestro cerebro. Con esta actitud, regresamos a una época donde no era necesario leer ni escribir (como en la guardería, cuando los adultos y padres asumían todo), tal como hoy nos entregamos a la Inteligencia Artificial (IA) para que haga todo por nosotros. Hemos caído a la trampa del algoritmo, siendo víctimas de una serie de instrucciones claras ajenas y ordenadas que resuelven un problema o completan una tarea con el fin de manipularnos como marionetas siendo consumidores inconscientes, esclavos a favor de los beneficiadores. En la era actual, los algoritmos utilizan nuestros datos personales mediante todos los medios para hipnotizarnos, definiendo quiénes somos, qué necesitamos y cómo lo obtenemos, creando un círculo de comodidad que nos vuelve pasivos y dependientes de sistemas automatizados. Estos metodos condicionados se han convertido sútilmente en el fin del libre albedrio.
Mientras los adultos nos desempoderamos de nuestras responsabilidades, los niños y jóvenes, armados con la IA y las redes sociales, se lanzan al mundo. Se exponen, adquieren conocimientos, buscan validación y generan recursos, ganando terreno con herramientas que, paradójicamente, los alejan de un contacto verdadero consigo mismos y con el mundo real presencial. Encapsulados en la tecnología, se ilusionan ser conectados, creyendo que no están solos, perdiéndose experiencias fundamentales en la naturaleza, con lo divino, adormeciendo lo mágico que existe en ellos, en el mundo y en las personas en su entorno. Se privan de la satisfacción de encontrarse a sí mismos, de desarrollar aprendizajes a partir de las lecciones de la vida, de asumir sus sombras y superar obstáculos esforzándose y confiando en sus propias capacidades y así llegar a una sensación de plenitud inherente. No forman valores propios ni manifiestan su individualidad, que necesita tiempo, espacio y experiencias sensoriales para desarrollarse, acompañados de almas palpables a su lado, en el regazo de padres presentes mental y emocionalmente. Deseo a los hijos y nietos experiencias de vida conjuntas, aventuras y descubrimientos, amigos y tiempos de integridad.
Nuestros hijos saben vender, pero no saben quienes son.
Volver a la esencia de la vida
Es tiempo de concebir el lenguaje de la vida a través de las vivencias compartidas. Es importante escuchar a nuestra alma, volver a escribir para expresar nuestra verdad y escuchar al universo, a la intuición para recibir lo que Dios quiere darnos.
Así, regresaremos a nuestro equilibrio y felicidad, a la comunidad y a la vida que nos sustenta con su tierra, que nos nutre y nos sana porque nos ama. Les invito conmigo, volveremos a amarla.