En nuestro territorio ancestral Qollasuyu, el “uso” de las Plantas Maestras tuvieron un lugar trascendental y cuasi central al momento de organizar la Comunidad Andina-Amazonica. Por ejemplo, el uso del abuelo Willka en Tiwanaku, el Tata Sayri (tabaco) en casi todas las ceremonias, del mismo modo la Mama Kuka (coca) Inalmama, la Abuela Ayawaska, el Tata Wachuma (San Pedro) entre otras plantas maestras mas. Encierran en sí, un conocimiento milenario y sagrado, que ha perdurado en nuestras comunidades como en un espacio cerrado y protegido. Antes de la colonia (1492) el manejo de las plantas maestras, estaba reservado para las personas que nacían predeterminadas para ser amawt’as, yatiris, paqos, willkas, qolliris, ch’amaqanis, laykas, etc. Es decir, ninguna persona que no nazca con el don (chimpu en aymara) de ser curandero y sabio podía levantar o siquiera manejar las plantas maestras, (este respeto se maneja hasta ahora en las comunidades). La conexión Andes-Selva que hubo en nuestro territorio: la antigua ruta que ingresaba desde la Curva hacia la cuenca del Amazonas, por Sorata hacia la Amazonia, por la Cumbre hacia los Yunkas, por Qochapampa (Cochabamba) hacia el Oriente; fue fundamental en el intercambio de “productos” como plumas, alimentos, sabiduría y plantas maestras la Abuela Ayawaska. De ese modo la Abuela Ayawaska llego a nuestro territorio, pese a existir una gran distancia entre el Lago Titicaca al rio Beni, nuestros antepasados Qollas y de la Amazonia estaban más conectados que en la actualidad. Entonces las ceremonias se las realizaba en las Wak’as (templos) que existían en los Andes, hoy, esos lugares son recordados por los abuelos y abuelas de algunos ayllus quienes vieron de niños a los últimos maestros Amawt’as de los Andes, realizar las ultimas ceremonias de Ayawaska en las Wak’as. Durante la invasión española a nuestro territorio, los curas de la iglesia católica empezaron la destrucción sistemática de nuestra sabiduría, nuestros maestros Amawt’as (sabios), fueron perseguidos y la celebración de ceremonias fueron prohibidas por ser “cosas del diablo”. En 1536 tras mucha muerte y dolor, es descabezado el poder central del Tawantinsuyu y los últimos Inkas al mando de Manko Inka, huyen hacia Willkapampa para refugiarse y resistir desde allí, pero todo fue en vano, esta huida significo que ya no había ejercito alguno que proteja al vasto territorio de pueblos que existían hasta entonces. Fue así que tras dos décadas en las que muchos Ayllus Andino-Amazónicos tuvieron que defenderse por sí mismos, de nada sirvió, las armas y el poder de destrucción del invasor era más grande que nuestros abuelos y abuelas, pero, en medio de esa crisis en la que nuestro mundo era destruido, apareció el “Movimiento de liberación Indígena” llamado Taki Unkuy. Los sabios y sabias de nuestros pueblos que estaban escondidos en cuevas y en la espesura de la selva, decidieron tomar el mando de la defensa de nuestro territorio y nuestra sabiduría. En el año 1560 empieza el más espectacular movimiento de resistencia, unida por la sabiduría, se organiza la resistencia que tenía como focos a Yanakachi (Nor-yungas), Cochabamba, Chukiyapu (La Paz) y el Cuzco. En todos estos lugares empezaron a reunirse los maestros y maestras, el plan era “hacer recordar a la gente quien era”, pues muchos hermanos y hermanas estaban sumidos en la miseria y alcoholismo al perder su identidad. Cuentan los abuelos, que los maestros guerreros comenzaron a reunir las plantas maestras, a traerlas desde todos los lugares e ingresaban a las comunidades y les daban de tomar a todos, desde los niños hasta los ancianos, entonces comenzaban a realizar ceremonias masivas por doquier, dicen que entre cantos y purgas la gente comenzaba a recordar su origen, la riqueza y hermosura de ser un “originario” hijos de nuestros Apus, Achachilas, Apachitas, Wak’as, de nuestra Pachamama y Pachaqamak. La gente recordaba y al hacer esto danzaban invocando a nuestros Uywiris (Espíritus del Pacha) ellos y ellas venían a danzar con nuestros antepasados entonces comenzó la llamada “Guerra espiritual contra el Dios invasor y falso” nuestros pueblos se dirigieron danzando a destruir las iglesias que habían construido sobre nuestras Wak’as y las demolían y reconstruían los templos, subían a la cima de las Apachitas convertidas en calvarios a tumbar las cruces que habían puesto ahí los curas, y así comenzó el movimiento de liberación más importante de nuestra tierra. Los españoles estaban aterrorizados, pues ya habían “bautizado a los indios” y habían prohibido que nos pongan nombres en nuestros idiomas, y de repente todos empezaron a cambiarse de nombre. En esta batalla el levantamiento de plantas maestras fue trascendental, pues dicen que es en este momento donde los abuelos como: Wachuma, Ayawaska, Willka, Wak’a, Kuka, etc. Habían mandado el mensaje a los distintos maestros que estaban escondidos de que salgan a pelear y que den medicina a todo el pueblo para recordar quienes somos. Fueron décadas de resistencia, es por este motivo que fundaran dos instituciones, cuyo objetivo era destruir a los revolucionarios amawt’as y la revolución espiritual, en el año 1570 se funda “la Santa Inquisición” en Lima, y a finales del siglo XVI “La extirpación de idolatrías”. A estas llegaron inquisidores de Europa, quienes venían con una experiencia histórica con la quema de brujas en aquel contienente, su participación era necesaria, ya que el ejército español estaba aterrado ante el poder de batalla y la unidad que nuestros pueblos habían alcanzado gracias a las plantas maestras. A finales del siglo XVII estas dos instituciones europeas, la santa inquisición y la extiroacion de idolatrías llegan a destruir la resistencia del Taki Onkoy, habían encontrado el secreto, que nuestros abuelos y abuelas tomaban plantas maestras para recordar y reconstituirse, es así que el uso de las plantas maestras es prohibido y las personas que las usaban eran sentenciadas a muerte, los maestros y maestras que sabían de esto eran llevados a la “escuela de príncipes de Lima” un manicomio de tortura del cual nadie salía vivo. Los últimos maestros hicieron juntos las ultimas ceremonias en las que nuestros abuelos Uywiris mayores les transmitieron las profecías del Pachakuti, del Inkarri, lo mismo pasaba en territorio Maya con el sexto sol y en el norte la profecía del Águila y el Cóndor. Debemos saber que estas profecías nacieron después del levantamiento espiritual que hubo simultáneamente en nuestro Abyayala (américa), el contexto en el que nacieron fue el de esta resistencia. El mensaje que nace de esta experiencia dicen nuestros abuelos y abuelas: “Ahora no nos han vencido, vamos a escondernos y un día vamos a retornar, nuestro pueblo va florecer, nuestra sabiduría es el cosmos, y el cosmos es eterno, nosotros somos eternos ya llegará el tiempo en el que nuestros nietos tomen la medicina para recordarse quienes son y cuando eso pase volveremos nosotros”
Así, los últimos maestros y maestras conocedores de la medicina comienzan a refugiarse y a transmitir la sabiduría de las plantas maestras por siglos y hasta ahora en círculos muy cerrados, es gracias a ellos y ellas que nos llega a nosotros la sabiduría y el conocimiento de las plantas maestras. Hermosamente estamos en el Pachakuti, y ahora vemos que mucha gente, (ya no solo indígenas) empiezan a asistir a ceremonias con plantas maestras para recordar su origen, es decir, está pasando lo mismo que ocurrió en el siglo XVI, cuando miles de personas acudían a las ceremonias para recordar quienes eran para darle sentido a sus vidas. Pero esto también viene acompañado del lado negativo que los humanos cargamos, esto es, el uso indiscriminado y nada sabio de las plantas maestras. El uso irrespetuoso que ahora la gente le da a la medicina, el usarlo como droga, como algo recreativo hace que necesariamente los que seguimos con la transmisión ancestral de las ceremonias y sabidurías tengamos que intervenir en la realidad. Por eso, este es un espacio en el cual podremos compartir sabiduría sobre las plantas maestras, un sitio en el cual podremos informarnos más sobre la medicina, y reconstituir la dignidad de las plantas maestras en nuestro territorio.