21/08/2025
A partir del año 1910, las estructuras universitarias comenzaron a excluir de forma sistemática a los médicos naturistas de las cátedras de enseñanza. Considerados charlatanes se los despojó de cualquier titulo reconocido, prohibiéndoles que ejercieran la profesión. Pero no todos los médicos que no recurrían a la medicina oficial eran estafadores. Por la misma época que el informe Flexner destacaba la caza a los investigadores alternativos, en la vieja Europa ejercía un medico italiano que curaba a cientos de pacientes que sufrían grabes formas de tuberculosis, artritis, artrosis y reumatismo, enfermedades consideradas incurables. Era Alberto Rinaldi (1869- 1935), médico y estudioso que recibía en su pequeña consulta de Piazze en una zona de cetona (Siena), a los pacientes que los demás ya consideraban desahuciados. El caso resultaba particularmente incomodo por la dificultad que representaba desacreditarlo: El hombre tenía una respetable licenciatura en medicina, obtenida de manera regular en la universidad de Siena en 1894, había asistido a cursos de homeopatía en Alemania, no se lucraba con su actividad y siempre recibía a los enfermos, aceptando como pago únicamente lo que ellos podían ofrecerle. Incluso asistía a los más pobres gratuitamente. La cura consistía en un coctel de sustancias comunes mezcladas y diluidas, según criterios que no ha sido posible aclarar. Las mejoras sin embargo eran rápidas (unos veinte días de promedio) e incuestionables, un amplio repertorio fotográfico documentaba el estado de los pacientes antes y después de la cura, y excluye que se tratara de un simple efecto placebo. Por ejemplo, un enfermo con los dedos de las manos hinchados como cebolla, se curo de la artritis deformante y recobró su estado normal, un hombre que apenas se sostenía en pie con dificultad, al final del tratamiento podía mantenerse erguido. En la lista de pacientes no se encontraban solo a paisanos y campesinos fáciles de engatusar, si no también, nombres de personalidades como el celebre músico y director de orquesta Arturo Toscani. A los 64 años, el maestro comenzó a sufrir de una artritis en el brazo derecho, que los médicos diagnosticaron como irreversible. La enfermedad casi lo convirtió en minusválido, y corrió el riesgo de comprometer su trayectoria profesional justo en el momento de máximo éxito: El dolor le impedía mover el brazo y lo obligó a interrumpir conciertos que tenía programados con la orquesta filarmónica en Nueva York. Acudió a los mejores especialistas europeos y americanos, pero todas las terapias se revelaron inútiles. Toscani se hundió en un estado de desesperación, hasta que leyó un artículo sobre el extraordinario método Rinaldi y se dirigió a él como ultima esperanza. Su completa recuperación permitió que el medico de Piazze adquiriera una fama que traspasó las fronteras italianas.
La gran popularidad y el amplio numero de curaciones atrajeron sobre Rinaldi las furiosas criticas de sus colegas de la medicina oficial, que lo trataban como un charlatán, y consideraban sus métodos empíricos de investigación una herejía. Sin embargo, todos coincidían en un aspecto, el doctor Rinaldi siempre se negó a explicar los principios de su tratamiento. La noche del 27 de septiembre de 1935, alguien asechó el patio de su mansión para asaltarlo. El médico no pudo salvarse de la agresión y lo encontraron tirado en el suelo, con el cráneo destrozado a golpes.