
13/06/2025
Construir una jaula puede parecer una forma de evitar el dolor, pero en realidad esa barrera también impide sentir lo bueno.
La exigencia extrema genera una presión interna constante —la persona no se permite fallar, ni relajarse, ni brillar— y ese ciclo conduce inevitablemente a la ansiedad y, más temprano o más tarde, a la depresión.
En la terapia cognitivo-conductual identificamos ese patrón como ‘todo o nada’ y trabajamos para soltar la rígida búsqueda de perfección, permitiendo el espacio para el error como parte natural del crecimiento. Abandonar esa jaula no es rendirse, es empezar a vivir con más libertad, aprendiendo a sentir tanto lo bueno como lo malo con compasión y equilibrio.
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