03/12/2024
Cuando el cuerpo habla: una reflexión sobre salud, síntomas y autoacompañamiento
En 2009, mi cuerpo empezó a enviar señales de que algo no estaba bien. Perdí sensibilidad en una extremidad y, durante semanas, mi pierna izquierda dejó de responderme. Recuerdo arrastrar mi pie para poder moverme, sin entender qué ocurría. En ese momento, lo atribuí al estrés o algún problema menor. Pero mirando hacia atrás, sé que esa fue la primera alerta de una condición neurológica que no sería diagnosticada hasta años después.
El tiempo pasó y los síntomas no desaparecieron. Poco a poco, mi capacidad para conciliar el sueño por las noches se deterioró. Me costaba dormir y, como consecuencia, despertarme temprano se volvió una lucha constante. Llegaba tarde por las mañanas, y eso empezó a afectar mi trabajo, mi autopercepción y, finalmente, mi salud mental. Me culpaba por no cumplir las expectativas, sin saber que mi cuerpo estaba funcionando en un ritmo diferente al que la rutina laboral exigía.
En 2021, una parálisis del hemisferio izquierdo me llevó al hospital. Ese fue un punto de quiebre. Finalmente, obtuve respuestas: padezco una enfermedad desmielinizante que afecta mi sistema nervioso central, impactando funciones esenciales como caminar, respirar, tragar o incluso controlar los esfínteres. A eso se suman dolores punzantes y la profunda desregulación de mi ciclo sueño-vigilia.
Estas experiencias me han enseñado algo importante: el cuerpo siempre busca comunicarse con nosotros, aunque a veces lo haga de maneras que no comprendemos inmediatamente. Los síntomas, aunque incómodos o desconcertantes, son un llamado a prestar atención.
Algunas reflexiones desde esta vivencia personal:
1. Escucha las señales. Cada pequeño síntoma cuenta una historia. Ignorarlos puede prolongar el problema o complicarlo.
2. No te culpes. Muchas veces, lo que interpretamos como fallas personales son simplemente respuestas de un cuerpo que necesita ayuda.
3. Busca acompañamiento, Tanto el diagnóstico como el proceso emocional que implica una enfermedad son más llevaderos con apoyo, ya sea de profesionales, amigos o familia.
4. NO TE ABANDONES. Otros seguro lo harán, todo puede siempre empeorar, pero te debes la oportunidad de vivir e intentar seguir siendo feliz.
Hoy, desde mi experiencia, invito a reflexionar sobre cómo cuidarnos mejor. Porque entender lo que nos pasa es el primer paso para sanar, y acompañarnos en este camino puede marcar la diferencia entre vivir con culpa o con esperanza.
Si estás pasando por algo similar, recuerda: no estás solo. Siempre hay espacio para escuchar, entender y buscar juntos una vida más plena. Ánimo y a ser felices...
— Rolando Sierra
Tu consulta filosófica.