12/05/2023
La fibromialgia se reportó por primera vez en 1592 cuando Guillaume de Baillou describió dolores musculares a los que llamó «reumatismo», en 1815 William Balfour mencionó un «dolor especial en músculos y articulaciones» y lo llamó «fibrositis». Pero el término «fibromialgia» lo utilizó por primera vez Hench en 1976, debido a que no había evidencia de inflamación para esta enfermedad. En 1990, el Colegio Americano de Reumatología estableció criterios para su clasificación y diagnóstico. Y no es hasta 1992, en la Declaración de Copenhague (Dinamarca), que la fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la OMS, tipificándola en el manual de Clasificación internacional de Enfermedades.
La fibromialgia (FM) se caracteriza por dolor crónico en múltiples puntos sensibles y suele acompañarse de manifestaciones clínicas como fatiga, trastornos del sueño, disfunción cognitiva y síntomas depresivos. Se estima que entre el 2 % y el 8 % de la población mundial se ve afectada por la FM, donde es más frecuente en mujeres.
La oxigenoterapia hiperbárica ha demostrado ser un fuerte potencial antiinflamatorio que puede aliviar el dolor en diferentes condiciones de dolor crónico. Los efectos antiinflamatorios también corrigen las actividades cerebrales anormales asociadas, lo que puede beneficiar a los pacientes con fibromialgia.
Además, ayuda a mejorar significativamente los puntos sensibles, la fatiga, la calidad de vida, el estado general del paciente y los trastornos del sueño.