31/03/2024
𝐇𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐥𝐨 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞, 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐞.
Constantemente enfrentamos nuestra propia incredulidad. Nos preguntamos si en verdad somos capaces, si tenemos un propósito o la vida no tiene sentido, si somos capaces de vencer la adversidad, si nuestros sueños a lograr son meras fantasías. Pero la fe, esa convicción profunda en lo no visto, es la llama de saber que el futuro sea cual sea, es bueno para nosotros. La fe nos inspira a realizar actos de bondad sin esperar nada a cambio, y a construir puentes donde antes había abismos. Porque si se abraza la fe, lo que no tenía sentido es fácil de entender.
El Domingo de Resurrección sea un recordatorio de que nuestra fe —en nosotros mismos, en los demás, en el futuro— tiene el poder de mover montañas, de superar cualquier obstáculo de incredulidad. Al abrazar la fe, no solo seguimos el ejemplo de Jesús, sino que también abrimos nuestro corazón a las infinitas posibilidades que aguardan más allá del miedo a lo desconocido.
Con fe, todo es posible. No porque evitemos enfrentar la realidad, sino porque elegimos creer en una realidad mayor, una donde los milagros son tan reales como el aire que respiramos. La fe brinda esperanza y el coraje para creer en lo increíble.
Ricardo Gaibor