09/01/2024
Estuvo prisionera y perdió la noción del tiempo. Solo cuando salió miró hacia atrás y se sorprendió cuántos años habían pasado. Podría haber mu**to longeva en su claustro como Juana I de Castilla, llamada Juana la Loca, o podría tomar la gran espada que se erguía frente a ella y sentir la convicción y la fuerza de Juana de Arco. Lo cierto es que a pesar de todo, la invadía una nueva y sorprendente claridad mental, no sabía a dónde iría, pero sabía a dónde no quería volver. Claro como el agua. Se detuvo un momento en la colina y observó su viejo castillo, la vida pasó un segundo frente a sus ojos, revivió la crueldad impuesta por el patriarcado, la desvalorización de su persona reducida a simplemente “La Loca”. Se miró amando con todo su ser, creyendo cada una de las falsas promesas de castillos construidos de arenas formados en el aire, de inicios tan felices en que era exhibida como un juguete, una muñeca nueva, riendo, cantando y danzando con la música de palacio, el mismo que se oscureciera luego, sus paredes se volvieran grises y carcomida la hermosa pintura. La bebida se había formado su compañía mirando por la ventana que solo daba a una gran pared que limitaba toda realidad lejana. Pudo haber escapado, pero no lo hizo. Un día fue liberada, para el verdugo ya no significaba un atractivo, ni siquiera un peligro, acaso la vio como un estorbo que le quitaba el aire señorial. Y sin más ni más la dejó libre en la puerta trasera. Increíble!!! Muy diferente a cuando había entrado por la puerta principal con algarabía. Se fue de ahí, caminó hacia el próximo pueblo, muchas gentes, mucho ajetreo, todos vendían y compraban cosas, advirtió un antro del que se oían risas y música, qué más da (pensó) que hubieran ahí cortesanas de la vida fácil, total a ella nadie la conocía y entró. Vestía como hombre unos bombachos y su cabeza la cubría con un gran sombrero alado. Nadie lo notaría. Se sentó a comer y a beber como los demás. En un momento tomó su espada y la alzó, de pronto sintió su cabeza partida en dos. Una parte se llenaba de rencor por las promesas rotas, por la burlas, por jugar con sus sentimientos y por los años desperdiciados y empuñó fuerte la espada. La otra parte de su mente agradecía todo, sentía que aquel cruel desamor le estaba mostrando sus vacíos y que secretamente ella deseaba ser tan fuerte como él. Vio con mucha claridad ambos caminos, ¿puede la mente hacer que en este momento me sienta bien o mal? ¿Puedo decidir si festejo o declaro la guerra? ¡Está la emoción relacionada con lo que pienso y decido!!!! Con la cabeza en alto y gallardía de pronto se sintió observada por una de las cortesanas que sostenía un vaso en su mano, la miraba con la boca abierta y los ojos engrandecidos, se levanta y le dice, pues ¿eres una chica? ¿Qué haces vestida así, no sabes que te pueden acusar de travestismo y llevarte a la corte? En ese momento la cortesana la lleva a su cuarto y saca de un gran ropero un hermoso y colorido vestido de pronunciado escote, digno de una reina. La cortesana le dice, te cedo este vestido, es uno de los tantos regalos que me hace el duque, es de las telas más finas, pero a ti te quedará mejor que a mí, déjalo es tuyo. Y luego de agradecer tan bello regalo, salió del antro caminando con esa elegancia que solo una reina puede tener. Decidió ir al próximo pueblo, allí se estableció. Cuenta la historia que aquella mujer aprendió a manifestar la abundancia, con toda decencia y perseverancia, pronto conquistó la materia, del suelo brotaba el oro. Fue una de las mujeres más ricas de aquel pueblo. El amor volvió a brillar porque se hizo tan inteligente que pudo elegir con qué rey ella quería estar, pues fueron muchos los interesados… así atrajo a alguien a fin a su nuevo ser.
