
01/02/2025
En 2017, investigadores italianos analizaron una pintura de San Roque, el santo francés del siglo XIV conocido por curar a las víctimas de la peste, que luego contrajo él mismo. A San Roque se le suele representar con una hinchazón típica de la peste en la parte superior de la pierna.
Sin embargo, esta pintura medieval es diferente. La pierna de San Roque muestra una herida de la que sale una sustancia blanca y alargada. En el pasado se pensaba que se trataba de pus, pero los autores del estudio reciente están convencidos de que se trata de un gusano.
Puede que no sea la fantasía de un artista: podría ser la representación más antigua del Dracunculus medinensis, conocido como gusano de Guinea. Sus larvas son ingeridas a través del agua contaminada y, tras un año de incubación, la situación se vuelve espantosa. La pierna de la víctima desarrolla ampollas y un gusano de hasta un metro de largo emerge a través de la piel. Aunque no es letal, el dolor es insoportable.
En Italia no hay casos documentados, pero es probable que el artista viera el fenómeno de cerca. Bari, donde se conserva el cuadro, era una ciudad portuaria visitada por muchos viajeros procedentes de las regiones infectadas.
Curiosamente, las “serpientes ardientes” descritas por los israelitas durante el éxodo de Egipto podrían haber sido lombrices de Guinea. En aquella época, eran comunes en Oriente Medio y las víctimas describieron una intensa sensación de ardor cuando el parásito emergía de la piel.
Una imagen que fusiona arte, medicina e historia en un relato tan fascinante como inquietante.