Nuestra historia
Todavía recuerdo claramente a una de las primeras pacientes que traté en el área de piso pélvico, era una paciente de 29 años, 2 hijos pequeños, que tenía incontinencia urinaria severa, que usaba de 6 a 8 pañales diarios, que no podía tener relaciones sexuales debido a las fugas de o***a durante la relación sexual. Su calidad de vida se había deteriorado tanto que ya no podía trabajar, no tenía vida social. La vergüenza y el miedo la paralizaban, su vida de pareja estaba a punto de terminar y su única opción era la cirugía, que probablemente tendría unos 5 años después. Aún recuerdo el día que entró y, entre lágrimas, me dijo que había podido reír, estornudar, toser sin tener escapes de o***a, y que había podido tener una relación sexual placentera por primera vez en mucho tiempo y que había dejado de usar protección (pañal, apósito, protectores). Cada vez que recuerdo este momento, se me pone la piel de gallina. Fue entonces, en ese momento, que supe que tenía que continuar especializándome, tratando y educando a la población, ya que nadie debe sufrir en silencio.
Mis pacientes me inspiran y cambian todos los días. Aprendo sobre la perseverancia mientras ayudo a esa mamá que ayuda a su hij@ que ha tenido enfermedades renales, múltiples infecciones urinarias, y que ha tenido años de lucha para que su hijo esté bien. Aprendo sobre el coraje, cuándo veo a ese paciente post-cirugía de próstata a mejorar su incontinencia y disfunción eréctil. Aprendo sobre la valentía mientras escucho a mi paciente que ha estado luchando con la pérdida de o***a, y con las constantes idas al baño, y me cuenta acerca de pasar el día con amigos sin usar ningún tipo de protección.
Estoy infinitamente agradecida por estar en esta increíble especialidad y de formar lazos con mis pacientes para así ayudarlos a superar los problemas privados y tan íntimos que enfrentan.