PS. Greyzi Huepe

PS. Greyzi Huepe ATENCIÓN CLÍNICA
Los días viernes de 16 a 21 hrs.

Ansiedad
Depresión
Dinámicas relacionales
Violencia
Duelos
Habilidades parentales
Trauma
Trastornos de la conducta
entre otros

Los invito a unirte a mi comunidad en YouTube, donde nos aventuramos en un viaje de autodescubrimiento y expansión. Aquí...
26/07/2025

Los invito a unirte a mi comunidad en YouTube, donde nos aventuramos en un viaje de autodescubrimiento y expansión. Aquí, encontrarás contenido que te desafiará a pensar diferente, a sentir más profundo y a vivir con mayor propósito. Desvelaremos los misterios de la psique humana y exploraremos cómo la espiritualidad puede ser una herramienta poderosa para tu bienestar y crecimiento.

Les invito a ver mi último video donde exploramos las fascinantes Leyes Herméticas y su profunda conexión con el análisis psicológico. Descubran cómo estos p...

Taller "Círculo de Fuego: Renace desde tus Ciclos y Cicatrices"Casa Lancuyen me invitó a realizar este taller y tenemos ...
27/06/2025

Taller "Círculo de Fuego: Renace desde tus Ciclos y Cicatrices"

Casa Lancuyen me invitó a realizar este taller y tenemos el agrado de invitarlas a participar en esta experiencia transformadora para mujeres que sienten que ha llegado el momento de volver a sí mismas, invita a sumergirse en un viaje íntimo de transformación, desde una mirada comprensiva, puedas permitirte observar con amor y compasión esas experiencias que han quedado grabadas en tu cuerpo y que, acompañadas del poder del simbolismo del fuego, elemento de purificación, renacimiento y claridad, permita abrazar tus ciclos de vida, sanar las cicatrices emocionales y reconectar con tu fuerza interna.

"Este es un llamado a la mujer que ya no quiere huir de sí misma, a la que intuye que, en el fuego que arde por dentro, hay una fuerza que no destruye, sino que transforma, porque sanar no es borrar lo vivido, es aprender a mirarlo con nuevos ojos. Si tu historia aún duele, es porque está esperando ser escuchada desde un lugar más sabio. Ven al Círculo de Fuego… y regálate la posibilidad de renacer en tu propia piel."

El taller tendrá una duración de 2 horas, durante las cuales se propondrán actividades meditativas y actos simbólicos cuidadosamente guiados, que invitan a mirar hacia dentro con compasión. Son espacios diseñados para darle forma y voz a esas emociones que han quedado suspendidas en el tiempo tras vivencias dolorosas. A través de este encuentro amoroso contigo misma, comenzarás a transformar el dolor en comprensión, y la herida en sabiduría, recordando que sanar no es olvidar, sino aprender a mirar con ternura lo que nos duele.

Si sientes el pulso interno de cambio, este Círculo es para ti.
Tu proceso es bienvenido, con el corazón abierto, te esperamos.

Monitora: Greyzi Huepe
Psicóloga y Terapéuta Holística

https://www.instagram.com/ps.greyzi_huepe?igsh=MTdqMWdham5xZmQwbA==

Lugar de realización: Pasaje Tacna 0862, Villa Colinas de Chayavientos, Puente Alto.

Importante:
Asistir con ropa cómoda, traer una mantita y un cojín y una pequeña ramita seca de aguna hierba como; Laurel, Romero, Ruda, Canela, Palo santo, Salvia.

Consultas???
Al WhatsApp +56 9 79 36 21 36 de Casa Lancuyen

https://www.instagram.com/casalancuyen?igsh=MThtbWhxeWIydWQ5ZQ==

La necesidad de volver con el exA veces, el deseo de volver con un ex no nace del amor que aún sentimos por esa persona,...
26/06/2025

La necesidad de volver con el ex
A veces, el deseo de volver con un ex no nace del amor que aún sentimos por esa persona, sino del vacío que nos dejó su ausencia. Es importante entender que el apego no siempre es sinónimo de amor, y que extrañar no significa que la relación haya sido sana.
Este impulso de regresar suele estar ligado a heridas emocionales no resueltas: el miedo a la soledad, la idealización del pasado o la necesidad de cerrar un ciclo que quedó abierto. También una forma de evitar el dolor que implica soltar, reorganizar la vida y enfrentarse a uno mismo.
Volver con un ex puede convertirse en una repetición de patrones conocidos: aunque duela, es un dolor familiar. Y a veces, lo conocido se siente más seguro que lo incierto, incluso si no nos hace bien.
Desde la neurociencia, el deseo de volver con un ex no es solo una cuestión del corazón, sino también del cerebro. Cuando estamos en una relación, se activan circuitos cerebrales relacionados con el placer, el apego y la recompensa (como el sistema dopaminérgico y la oxitocina) que nos hacen sentir seguros, conectados y valorados.
Cuando esa relación termina, el cerebro entra en un estado de abstinencia, muy similar al que ocurre con una adicción. Literalmente, dejamos de recibir esas “dosis” de dopamina, oxitocina y serotonina que antes nos daban bienestar. Por eso sentimos ansiedad, vacío y un deseo intenso de recuperar esa fuente de placer: la ex pareja.
El cerebro tiende a recordar más lo positivo que lo negativo, una especie de “sesgo de la nostalgia”. Así, tendemos a idealizar y minimizamos el dolor que vivimos. No extrañamos a la persona tal como fue, sino la sensación química y emocional que nos producía.
Pero esta reacción es natural. El cerebro busca sobrevivir, no necesariamente sanar. Por eso, volver con un ex puede parecer la solución rápida al malestar, aunque no siempre sea lo más sano o coherente con nuestro crecimiento.
Sanar implica tolerar la incomodidad del desapego, regular nuestras emociones y permitirle al cerebro crear nuevas conexiones, nuevas memorias, y un nuevo equilibrio.
Amar es neuroquímico, pero elegir quedarnos o partir… es profundamente humano.

EL DUELO PATOLÓGICO "Cuando el alma se aferra al dolor, el duelo deja de ser puente y se convierte en prisión."El duelo ...
25/06/2025

EL DUELO PATOLÓGICO

"Cuando el alma se aferra al dolor, el duelo deja de ser puente y se convierte en prisión."

El duelo es una experiencia natural y necesaria, una travesía emocional que honra el amor que sentimos por lo perdido. Sin embargo, hay momentos en que este proceso se estanca, cuando el vacío se vuelve una morada permanente y el dolor deja de transformarse para volverse una identidad.

El duelo patológico no es solo tristeza prolongada: es el alma detenida en un instante, es una herida que no cicatriza porque se le ha negado el permiso de sanar. Es cuando la vida se congela en el recuerdo, cuando cada amanecer se siente como una traición a quien ya no está, y la culpa se convierte en compañera de cada suspiro.

Quien vive un duelo patológico no ha perdido solo a un ser querido; ha perdido también la conexión con el presente, con su propio propósito, con su capacidad de reír sin remordimiento. Y, sin embargo, incluso en la oscuridad más profunda, la esperanza susurra que es posible reanudar el camino.

Reconocer el duelo patológico no es debilidad, es el primer acto de amor propio. Buscar ayuda no es olvidar, es recordar desde otro lugar: desde la luz, no desde la herida. Porque el verdadero homenaje a quienes amamos no es quedarnos atrapados en el dolor, sino vivir con fuerza, llevar su legado en nuestra transformación, y permitirnos volver a amar la vida, poco a poco, sin culpa.

En estos casos, la psicoterapia no es solo una ayuda: es una necesidad. No se trata de olvidar a quien se ha ido, sino de aprender a recordarlo sin quedar atrapados en el sufrimiento. El duelo patológico puede paralizar la vida, afectar las relaciones, la salud emocional e incluso el cuerpo.

La psicoterapia ofrece un espacio seguro donde el dolor puede ser expresado sin juicio, donde se valida lo que se siente y se trabaja con herramientas clínicas y emocionales para sanar. Se acompaña el proceso de reconstruir sentido, resignificar la pérdida y reconectar con la vida.

Sanar no es traicionar a quien se fue. Sanar es honrar su memoria desde el amor, no desde la herida.

La inocencia como resistencia en un mundo quebrado"Milagro en la celda 7" no es solo una película sobre la injusticia.Es...
22/06/2025

La inocencia como resistencia en un mundo quebrado
"Milagro en la celda 7" no es solo una película sobre la injusticia.
Es una historia que nos pone frente a la pregunta más profunda del alma humana:

¿Puede la bondad sobrevivir en un mundo que ha normalizado la crueldad?
Desde la psicología se puede observar la relación entre Memo y Ova, que es evidentemente el corazón de la película y un ejemplo paradigmático de apego seguro. Ova no ve la discapacidad de su padre, sino a su padre. Su amor es puro, incondicional y recíproco. Esta dinámica demuestra la importancia vital del apego en el desarrollo humano, incluso en circunstancias extremas.
Por otra parte, existe una disonancia cognitiva que se evidencia cuando los encargados de la justicia inicialmente se aferran a una narrativa de culpabilidad debido a sus propios prejuicios y la facilidad de culpar a alguien "diferente". Esto es un ejemplo de sesgo de confirmación, donde se busca e interpreta información que confirma las creencias preexistentes.
La película nos muestra el milagro como metáfora de transformación que se puede observar en los personajes a través de el milagro de la empatía, la compasión y el amor, pudiendo superar la injusticia y el odio.
Memo, un hombre con discapacidad intelectual, vive y siente con una pureza que el mundo adulto ha olvidado.
No analiza, no juzga, no manipula.
Ama y ama sin estrategia, sin escudo, sin doblez.
Y en eso, sufre. Porque el mundo (nuestra sociedad moderna) muchas veces castiga la pureza, desprecia la diferencia y teme lo que no comprende.
La película nos invita a reflexionar sobre el prejuicio cognitivo, la discriminación sistémica y la negligencia emocional institucionalizada.

Pero sobre todo, nos interpela a nivel individual:
¿Qué tan rápido juzgamos sin saber?
¿Qué tan fácilmente convertimos la diferencia en amenaza?
Memo no es un mártir.
Es un espejo radical que nos muestra cuán lejos estamos de nuestro yo más esencial.

Nos enseña lo que Carl Rógers desde la psicología Humanista diría:

"CUANDO MIRO AL OTRO CON ACEPTACIÓN TOTAL, ALGO EN ÉL COMIENZA A FLORECER"

"Los estilos de apego son mapas invisibles que aprendemos en la infancia para navegar el amor y la cercanía. Algunos tra...
21/06/2025

"Los estilos de apego son mapas invisibles que aprendemos en la infancia para navegar el amor y la cercanía. Algunos trazan rutas de confianza y seguridad; otros, caminos de miedo o evasión. Sin embargo, no son destinos fijos, sino puntos de partida. La sabiduría está en reconocer nuestro propio mapa, entender cómo fue dibujado, y atrevernos a redibujarlo con conciencia, compasión y autoconocimiento. Porque al sanar el vínculo con nosotros mismos, aprendemos a amar sin miedo y a ser amados sin condiciones."

Son patrones de relación emocional que se forman en la infancia, como resultado de la interacción entre el niño y sus cuidadores principales, y que tienden a influir en cómo las personas se vinculan emocionalmente en la vida adulta. Esta teoría fue desarrollada originalmente por el psiquiatra John Bowlby, y profundizada empíricamente por la psicóloga Mary Ainsworth.

El apego es un vínculo afectivo profundo y duradero, cuya función principal es brindar seguridad emocional. Cuando las necesidades emocionales del niño son respondidas de manera constante y sensible, se desarrolla un estilo de apego seguro. Cuando estas respuestas son inconsistentes, ausentes o invasivas, se desarrollan estilos de apego inseguros.

Principales estilos de apego:

1. Apego seguro

Se forma cuando el cuidador es sensible, disponible y predecible.

El niño desarrolla confianza en sí mismo y en los demás.

En la adultez, estas personas suelen establecer relaciones sanas, con buen equilibrio entre autonomía y cercanía.

2. Apego ansioso (ambivalente)

Se genera por una atención inconsistente: a veces el cuidador responde, otras veces no.

El niño aprende a sentirse inseguro respecto a la disponibilidad del otro.

En la adultez, se teme el abandono, se busca aprobación constante y se vive el amor con ansiedad.

3. Apego evitativo

Se origina cuando el cuidador es emocionalmente distante o rechaza las necesidades del niño.

El niño aprende a desconectarse de sus emociones para evitar el dolor.

En la adultez, hay dificultad para confiar, expresar afecto o involucrarse profundamente.

4. Apego desorganizado

Surge cuando el cuidador es una fuente de amor pero también de miedo o maltrato.

El niño experimenta una contradicción interna: busca cercanía, pero teme al cuidador.

En la adultez, hay relaciones caóticas, conductas contradictorias, miedo al rechazo y al abandono.

Importante:

Aunque los estilos de apego se forman en la infancia, no son inmutables. Con conciencia, terapia y relaciones sanas, es posible desarrollar un apego más seguro.

Cada uno de nosotros lleva en el corazón las huellas de los vínculos que nos formaron. Desde los primeros brazos que nos sostuvieron —o no—, aprendimos cómo funciona el amor, qué esperar del otro, y cómo protegernos del dolor. Así nacen los estilos de apego: no como elecciones, sino como estrategias de supervivencia emocional.

Pero llega un momento en la vida en que esas antiguas estrategias dejan de servirnos. Lo que antes nos protegía, ahora nos limita. Nos descubrimos huyendo del amor que anhelamos, aferrándonos al amor que duele, o temiendo perder lo que aún no hemos encontrado. Es entonces cuando comienza el verdadero trabajo: el viaje hacia adentro.

Trabajar los estilos de apego no es culpar a nuestros padres ni quedarnos atrapados en el pasado. Es reconocer nuestras heridas con compasión, entender de dónde vienen nuestros miedos, nuestras necesidades no dichas, y nuestros patrones repetidos. Es aprender a sostenernos emocionalmente, sin exigir al otro que repare lo que aún no hemos sanado.

Es un proceso lento, valiente y profundamente liberador. Porque cuando nos atrevemos a mirar con honestidad nuestras raíces emocionales, podemos elegir nuevas formas de amar. Podemos construir vínculos desde la presencia, no desde la carencia. Desde la libertad, no desde el temor.

Sanar el apego no significa no necesitar a nadie. Significa poder elegir el amor desde la conciencia, sin perderse en él. Significa convertirnos en un hogar seguro, primero para nosotros mismos… y luego para otros.

Cuando el amor propio florece, el apego deja de ser una cadena y se transforma en un lazo libre; porque quien se abraza a sí mismo, ya no mendiga amor, lo comparte.

"No era amor: era control, miedo y dolor"A veces el amor se disfraza de promesas, de celos que parecen cuidado, de silen...
21/06/2025

"No era amor: era control, miedo y dolor"

A veces el amor se disfraza de promesas, de celos que parecen cuidado, de silencios que pesan más que los gritos. A veces duele reconocerlo, pero no todo lo que llamamos amor lo es. Cuando una mujer es lastimada por quien dijo amarla, algo en su alma se rompe y se confunde.

La violencia de género no nace de la fuerza, sino del poder mal entendido

La violencia de género no es un problema de parejas, ni de hogares disfuncionales. Es un síntoma de una sociedad que aún tolera el abuso cuando se disfraza de costumbre, que calla cuando debería actuar, que normaliza lo que debería indignar.

No se trata solo de golpes. Se trata del silencio que se impone, del miedo que se instala, del valor que se roba gota a gota. La violencia de género empieza mucho antes del primer grito: nace en la desigualdad, se alimenta del machismo cotidiano y se perpetúa en la impunidad.

Decir que una mujer "lo permitió", "no se fue", o "exageró", es no entender la raíz del problema: una cultura que la ha enseñado a dudar de sí misma, a aguantar, a pensar que el amor duele, que la sumisión es virtud y que su libertad debe ser negociada.

La violencia de género no es un asunto privado: es un reflejo colectivo de cómo entendemos el poder, el respeto y el amor.

Pensar, cuestionar, educar, hablar... son actos revolucionarios.
Porque mientras una sola mujer tema por su vida, su voz o su cuerpo, todos y todas tenemos algo que hacer, que decir y que cambiar.

No estás rota: estás viva. Y eso ya es una forma de valentía.

A ti, que viviste lo que nunca debiste vivir.
A ti, que amaste esperando ternura y recibiste heridas.
A ti, que callaste por miedo, por vergüenza, por amor…
Te hablo con el alma abierta: no fue tu culpa. Nunca lo fue.

El dolor que llevas no te hace débil. Te hace humana.
Sobreviviste a palabras que dolían más que golpes, a días en que tu valor fue reducido al silencio. Aguantaste lo que nadie ve, lo que muchos no entienden. Y aún así, estás aquí. Respirando. Pensando en sanar.

No necesitas demostrar tu fortaleza con más sufrimiento.
Mereces paz. Mereces amor sin miedo.
Mereces volver a mirarte con dignidad, sabiendo que no eres lo que te hicieron, sino lo que has decidido ser desde ahora.

Recuerda: pedir ayuda no es rendirse, es elegir vivir. Hablar no es traicionar, es liberarte. Y sanar… sanar es un acto de poder, de amor propio, de reconstrucción.

Aunque no lo sientas hoy, dentro de ti hay una mujer entera, herida quizás, pero con un fuego que no se ha apagado.
Y ese fuego puede convertirse en luz, en fuerza, en libertad.

Tu historia no te define, pero tu decisión de levantarte sí puede transformar tu mundo y el de otras.
Eres valiosa, entera, capaz.
Y no estás sola.

"Las etapas del duelo: un viaje sin mapa, pero con sentido"El duelo no sigue un camino lineal. No es una lista de pasos ...
21/06/2025

"Las etapas del duelo: un viaje sin mapa, pero con sentido"

El duelo no sigue un camino lineal. No es una lista de pasos que se tachan uno a uno. Es un viaje íntimo, confuso y a veces circular, donde las emociones se entrelazan como olas que van y vienen sin aviso. Pero comprender sus etapas puede darnos una luz, un poco de claridad en medio de la tormenta.

Negación. Es el primer refugio del alma. Una forma de protegernos de un dolor que aún no podemos aceptar. “Esto no puede estar pasando”, nos decimos. Y en ese instante, el corazón simplemente se defiende.

Ira. Aparece cuando la realidad comienza a asentarse. Nos enojamos con la vida, con Dios, con nosotros mismos o incluso con quien partió. Es una expresión del amor herido que no sabe dónde ir.

Negociación. A veces, fantaseamos con retroceder el tiempo, con cambiar algo, con haber hecho más. Es el intento desesperado de controlar lo incontrolable, de reescribir el destino con la esperanza de un final distinto.

Tristeza. Profunda, pesada, inevitable. La ausencia se vuelve real y nos sumerge en la melancolía. No es debilidad sentirla; es el corazón haciendo espacio a una nueva forma de amor: la que persiste a pesar de la distancia.

Aceptación. No significa estar bien, ni olvidar. Significa aprender a vivir con la pérdida, reconociendo que el amor no termina con la muerte. Aceptar es transformar el dolor en memoria viva, en gratitud, en silencio sagrado.

Cada persona vive estas etapas de manera distinta. A veces retrocedemos, otras veces nos quedamos en una por mucho tiempo. No hay prisa, no hay reglas. Solo un corazón que aprende a sanar como puede.

El duelo es parte del amor. Y si duele tanto es porque fue real, porque fue profundo. Y eso, aunque duela, es hermoso.

"Cuando alguien se va, no se lleva todo"

Cuando alguien amado parte, algo en nosotros también se quiebra. Es como si el mundo siguiera girando, pero a otro ritmo… más lento, más frío, más silencioso. El duelo no es solo tristeza; es amor que ya no tiene dónde posarse, es la costumbre de mirar a un lugar vacío esperando aún una sonrisa.

Pero, aunque duela, no se lo llevan todo al irse.

Se quedan sus palabras en nuestra memoria.
Se queda su risa en los rincones del alma.
Se queda el consejo justo, la mirada cómplice, el gesto que ahora recordamos con lágrimas y gratitud.

El duelo nos cambia. Nos hace más frágiles por un tiempo… pero también más humanos, más conscientes de lo valioso. Nos enseña a mirar la vida con más ternura, sabiendo que todo es prestado, que lo más importante no es lo que poseemos, sino a quién amamos.

Y un día —sin saber cómo— empezamos a vivir otra vez.
No igual. Nunca igual.
Pero con ellos dentro.
En nuestras palabras, en lo que elegimos ser, en cómo seguimos adelante… con amor y por amor.

Porque al final, el duelo no es solo decir adiós, es aprender a decir: gracias por tanto, te llevo conmigo.

"Valora mientras está el latido"Vivimos creyendo que siempre habrá un “después”, otro día, otra oportunidad. Posponemos ...
21/06/2025

"Valora mientras está el latido"

Vivimos creyendo que siempre habrá un “después”, otro día, otra oportunidad. Posponemos abrazos, palabras, perdones y gestos sencillos, creyendo que el tiempo nos pertenece. Pero la verdad es que la vida no avisa cuándo alguien se irá, sólo lo hace.

A veces, valoramos a las personas cuando ya es tarde, cuando su voz se ha vuelto un recuerdo y su presencia un vacío. Y entonces comprendemos que no era lo que hacían por nosotros lo que importaba, sino simplemente su existir, su compañía silenciosa, su risa, su mirada.

Valorar en vida es mirar con el corazón despierto. Es decir “te quiero” sin motivo, agradecer lo cotidiano, estar presente incluso en los silencios. Es entender que la presencia de alguien es un regalo temporal, que merece ser reconocido con ternura, respeto y atención.

Porque cuando alguien parte, lo único que queda son los momentos compartidos y las palabras que alcanzamos –o no alcanzamos– a decir. No esperes al funeral para llevar flores: regálalas en vida, en forma de amor, de escucha, de tiempo y de verdad.

"Harta" no es solo una película; es un grito contenido, una lágrima que por fin cae, una verdad que durante mucho tiempo...
20/06/2025

"Harta" no es solo una película; es un grito contenido, una lágrima que por fin cae, una verdad que durante mucho tiempo fue silenciada. Verla es como mirar a los ojos a miles de mujeres que han aprendido a callar para sobrevivir, que han cargado con culpas que no eran suyas, y que han sido invisibilizadas en una sociedad muchas veces indolente.

Es imposible salir ilesas después de verla. Porque Harta no se queda en la pantalla: se mete en la piel, en los recuerdos, en las historias de tantas que conocemos, y también en las nuestras. Nos obliga a mirar de frente la violencia normalizada de una sociedad inmersa en el individualismo.

Si alguna vez sentiste que nadie te veía, que tu voz no importaba, que tu dolor era exagerado… Harta te abraza. Y te dice con fuerza: "Sí, te creo. No estás sola. Nunca más te calles ante la injusticia"

Verla es un acto de valentía. Compartirla, un acto de amor. Y recordarla… un compromiso con todas las que hoy se sienten identificadas con esta historia.

Si Harta resonó contigo, si mientras la veías sentiste un n**o en la garganta, es porque hay algo dentro de ti que merece ser mirado con compasión, sin miedo y sin juicio.

Tal vez te reconociste en el silencio de la protagonista, en su enojo contenido, en su necesidad de ser escuchada. Tal vez viviste algo parecido, o conoces a alguien que sí. Y eso no es casualidad: es la voz de tu historia —o de muchas historias— tocando a la puerta.

Harta no es solo una película: es un espejo íntimo, crudo y necesario. Es ese suspiro profundo que muchas mujeres llevan años aguantando. Es el n**o en la garganta de tantas madres, hijas, parejas y trabajadoras que han sostenido mundos enteros mientras el suyo se desmoronaba en silencio.

Ver Harta duele, pero también libera. Porque pone palabras a lo que tantas veces se ha callado: el agotamiento invisible, la entrega sin reciprocidad, el peso de ser todo para todos… y tan poco para una misma. Es el retrato de una herida colectiva que muchas han aprendido a maquillar con fuerza, con humor, con paciencia, con amor… hasta que ya no pueden más.

Y es ahí donde esta película se vuelve poderosa. Porque no solo muestra el cansancio, muestra también el despertar. El instante en que una mujer se escucha, se reconoce y decide que ya basta. Que merece descanso, respeto, ternura, verdad. Que su vida no puede seguir siendo pospuesta.

Harta no culpa, no victimiza. Humaniza. Honra la historia de quienes han vivido cargando demasiado, amando en exceso y olvidándose de sí. Y lo hace con una dignidad que conmueve, que despierta, que invita a un nuevo comienzo.

Porque ser “harta” no es el final. A veces, es el principio de una vida más auténtica. Una donde por fin, el amor también empieza por una misma.

La película Harta es mucho más que un relato individual: es un símbolo potente de las cargas invisibles que han llevado las mujeres por generaciones. A través de su protagonista, la historia se convierte en una metáfora viva del cansancio físico, emocional y mental que brota cuando se ha dado demasiado… por demasiado tiempo.

El cuerpo de la mujer en Harta representa la memoria de lo que ha sostenido: la maternidad, el trabajo doméstico, el amor entregado sin equilibrio. Cada gesto, cada silencio, cada mirada refleja un cuerpo agotado que ha sido útil para todos… menos para sí mismo. El cansancio aquí no es flojera: es una resistencia sostenida en el tiempo.

El silencio de la protagonista es un símbolo de todas las mujeres que no han podido hablar. Mujeres que han normalizado el sacrificio, que han sido educadas para aguantar, para complacer, para no molestar. Harta simboliza ese momento exacto en el que la voz interna se vuelve insoportable de ignorar… y comienza a brotar.

Desde la psicología entendemos que cuando una película despierta emociones intensas, no es solo por la trama, sino porque activa memorias emocionales profundas, a veces no conscientes. Y eso puede doler, pero también puede ser una oportunidad para comenzar a sanar.

Sentirte identificada no significa que estás rota, sino que estás viva. Que tu cuerpo, tu mente y tu alma están recordando lo que necesitó ser visto, comprendido y abrazado. No hay nada malo en ti por sentir, por recordar o por llorar. Al contrario: es un acto de fortaleza.

Busca ayuda si lo necesitas. Habla. Llora. Escribe. Abraza tu historia, pero no te quedes atrapada en ella. No estás sola, y no tienes por qué cargar ese peso sola.

¿Qué pasaría si te dijera que dentro de ti viven los susurros de quienes vinieron antes? Que no estás sola (o), sino tej...
20/06/2025

¿Qué pasaría si te dijera que dentro de ti viven los susurros de quienes vinieron antes?

Que no estás sola (o), sino tejida por memorias que no siempre recuerdas, pero que actúan silenciosamente en tus elecciones, tus miedos, tus heridas… y también en tu fuerza.

Esto no se trata de mirar al pasado con nostalgia, es atreverte a reconocer que quizás el dolor que llevas no empezó contigo. Que esa tristeza sin nombre, esa sensación de no pertenecer, esa rabia que no entiendes… puede ser el eco de una historia que nadie contó, de un duelo que no se lloró, de un amor prohibido que quedó enterrado en el silencio.

Tus ancestros no solo te heredaron el color de ojos o la forma de caminar. También te dejaron secretos, cargas, lealtades invisibles. A veces, vives por ellos. O vives lo que ellos no pudieron.

Esto no significa que estás condenado por tu linaje. Estás invitado a sanarlo.

Tú eres el sueño de muchos que no pudieron sanar. La voz de los que no pudieron hablar. El puente entre el pasado y lo que aún puede ser transformado.

La psicología unida a la ancestrología, entrega una comprensión más profunda del alma humana. Ya no miramos solo lo vivido en esta vida, sino también lo no dicho, lo heredado, lo que circula como un río invisible a través del linaje.

A veces cargamos tristezas que no nos pertenecen, repetimos vínculos que no comprendemos, o saboteamos nuestra felicidad por fidelidad a un ancestro que sufrió. La psicología ofrece herramientas para sanar; la ancestrología ofrece contexto para comprender desde dónde empezó esa herida.

Unidas, ambas disciplinas nos invitan a un trabajo más completo: a sanar no solo por nosotros, sino también por los que vinieron antes y por los que vendrán después.

Integrar la mente con la memoria ancestral es un acto de amor profundo. Es decirle a tu sistema familiar: "yo los veo, los honro, pero elijo transformar esta historia."

Porque cuando sanas tú, algo se acomoda en los que te precedieron… y florece en los que te seguirán.

EL AMORCEREBRO O CORAZÓN???Enamorarse es una tormenta eléctrica en el cerebro. No es solo poesía o destino; es una danza...
20/06/2025

EL AMOR
CEREBRO O CORAZÓN???

Enamorarse es una tormenta eléctrica en el cerebro. No es solo poesía o destino; es una danza precisa de neurotransmisores que alteran nuestra percepción, nuestra energía y hasta nuestra lógica. La neurociencia lo confirma: cuando nos enamoramos, no solo sentimos diferente… pensamos diferente.

Enamorarse es una de las experiencias humanas más intensas y transformadoras. Aunque solemos atribuirlo al corazón, la verdadera revolución ocurre en el cerebro. Desde una mirada neuropsicológica, enamorarse es casi como entrar en un estado alterado de conciencia: nuestro cuerpo cambia, nuestras emociones se intensifican y nuestro pensamiento se enfoca, casi obsesivamente, en una sola persona.

¿Qué pasa a nivel neuronal?

Cuando nos enamoramos, se activa una compleja red de neurotransmisores y áreas cerebrales que generan una poderosa respuesta emocional y física:

🔹 Dopamina:
Es la estrella del enamoramiento. Este neurotransmisor está vinculado al placer, la recompensa y la motivación. En presencia de la persona amada, el cerebro libera grandes cantidades de dopamina, lo que genera esa sensación de euforia, energía desbordante y deseo constante de estar cerca del otro. Es por eso que al enamorarnos sentimos que todo tiene más sentido, más color, más vida.

🔹 Noradrenalina:
Esta sustancia aumenta la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y la atención. Es la responsable de esas “mariposas en el estómago”, del nerviosismo, de la excitación. También influye en la memoria, por lo que recordamos detalles mínimos de la persona que nos atrae.

🔹 Serotonina:
Curiosamente, los niveles de serotonina bajan en las primeras etapas del enamoramiento, lo que puede explicar la obsesión y los pensamientos repetitivos sobre la otra persona. Este cambio químico es similar al que ocurre en algunos trastornos obsesivos, lo cual muestra cuán poderosa es esta etapa del vínculo.

🔹 Oxitocina y vasopresina:
Estas hormonas se activan con el contacto físico, los abrazos, el s**o y la intimidad. Se les conoce como “las hormonas del apego”, ya que promueven el vínculo profundo, la confianza y el sentimiento de pertenencia. A medida que avanza la relación, estas sustancias consolidan el amor más allá del enamoramiento inicial.
Y sí, el enamoramiento puede ser maravilloso. Pero también es pasajero. Porque el cerebro no puede sostener ese estado alterado para siempre. Entonces, lo químico cede, y queda el verdadero encuentro: la decisión de amar con los pies en la tierra.

Enamorarse es química. Amar es conciencia.
Lo primero sucede. Lo segundo se elige.

Desde la neurociencia, entendemos que el enamoramiento es una oportunidad: una chispa inicial que nos impulsa. Pero si no se acompaña de honestidad, de cuidado mutuo y de profundidad emocional, se desvanece como un fuego sin leña.

La magia del enamoramiento está en reconocer su belleza… y también su límite. Porque lo que comienza como química puede convertirse en amor real, si elegimos amar cuando el cerebro vuelve a la calma.

Ahí, cuando el encantamiento se apaga, es donde empieza la verdad.

Saber que el enamoramiento tiene bases neurobiológicas no le quita magia, se la multiplica. Entender lo que sucede en nuestro cerebro nos permite vivir esta experiencia con más conciencia. Nos ayuda a diferenciar el enamoramiento de otras formas de apego, a reconocer cuándo una emoción nos impulsa o nos ciega, y a comprender que el amor, si bien comienza en la química, se construye en la elección diaria.

Enamorarse es natural, pero amar con madurez es una decisión.
El cerebro enloquece por un momento, sí… pero el corazón sabio es el que aprende a amar después de que el impulso químico se calma.

Porque el verdadero desafío no es solo enamorarse.
Es transformar esa explosión neuronal en un lazo humano, consciente y duradero.

Ahora, si nos enfocamos en el amor eterno, aquel tan anhelada forma de amar...

Hablar de amor eterno desde la neurociencia puede parecer contradictorio. Al fin y al cabo, las reacciones químicas que sentimos al inicio —la dopamina del placer, la oxitocina del apego, la adrenalina del deseo— tienen una duración limitada. El enamoramiento, dicen los estudios, no dura para siempre. Pero eso no significa que el amor no pueda durar.

Lo que cambia no es la presencia del amor, sino su forma neurológica. En las relaciones duraderas, el cerebro evoluciona: del impulso al vínculo, del fuego a la conexión profunda. Se activan circuitos más estables, vinculados al apego seguro, la empatía, la confianza y la memoria emocional.

La neurociencia ha descubierto que cuando dos personas se aman por largo tiempo, sus cerebros generan respuestas de calma, seguridad y pertenencia al estar juntos. Incluso años después, solo ver la imagen de quien amamos puede disminuir el dolor físico o activar zonas del cerebro asociadas al bienestar.

Y aún más allá: el amor que persiste en la memoria —cuando alguien muere, se aleja o ya no está— sigue activando redes neuronales. El cerebro sigue "amando" incluso sin contacto físico. Porque el amor eterno no depende solo de la química inmediata, sino de las huellas que esa persona deja en nuestra identidad emocional.

Desde la neurociencia, el amor eterno no es solo un mito romántico, es una realidad cerebral cuando el vínculo ha sido profundo, significativo y transformador.

El cuerpo cambia, la mente cambia… pero ciertas conexiones —las que tocaron el alma— se inscriben en lo más profundo del ser. Y ahí permanecen.

Porque el amor eterno, científicamente, no vive en el tiempo: vive en la memoria del corazón. Y el corazón, para el cerebro, también piensa.

"Aunque la química del enamoramiento se desvanezca, el amor verdadero deja huellas en el cerebro que ni el tiempo, ni la distancia, ni la ausencia pueden borrar. El amor eterno no es ilusión: es memoria viva en la biología del alma".

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