29/05/2025
Les voy a compartir un ejemplo que solía contarnos mi profesora Celia:
Imaginemos que tenemos una piscina. Si no cuidamos el pH del agua, esta comienza a ponerse verde. El agua se pone verde y, como consecuencia, empiezan a aparecer pequeños insectos. Luego, atraídas por estos bichitos, llegan las ranas y las libélulas. Al final, lo que era una piscina termina convirtiéndose en un estanque.
¿Qué quería decir con esto? Que no es la libélula la que llega de repente y vuelve verde la piscina. La libélula aparece como consecuencia de que ese entorno reúne las condiciones ideales para que ella pueda vivir y desarrollarse felizmente.
Este ejemplo, que parece tan lógico, también se aplica a nuestro cuerpo.
Muchas veces creemos que un virus “viene a atacarnos”, pero en realidad no es así. El virus solo puede afectarnos si nuestro cuerpo le ofrece un ambiente propicio para que se instale, se multiplique y sobreviva.
Un patógeno necesita un huésped donde pueda alimentarse y multiplicarse. Si nuestro sistema inmunológico está debilitado, si llevamos una mala alimentación, altos niveles de estrés, falta de descanso o vivimos en un ambiente contaminado, estamos creando un terreno fértil para que estos microorganismos prosperen.
Con Cariño.
Maca .