28/08/2025
EL CHICLE Y LA PSICOTERAPIA
- Hola Sebastián, mi nombre es Sofía, te leo desde que estaba en el colegio. Ahora estudio Psicología, voy en primer año. En un taller sobre creatividad, me pidieron relacionar un chicle con la psicoterapia. ¿Me ayudas?
- Hola Sofía, interesante ejercicio. Se me ocurre partir destacando que masticar un chicle es un acto repetitivo, casi automático: la boca se mueve sin pausa, como si buscara calmar una ansiedad o llenar un vacío. Algo parecido ocurre en psicoterapia: muchas veces, al inicio, el paciente repite una y otra vez los mismos relatos, los mismos dolores, los mismos gestos defensivos. Es como si “masticara” su historia, sin poder aún tragarla ni digerirla. También subrayaría que el chicle nunca se consume del todo, nunca se disuelve, y que lo mismo pasa con los recuerdos traumáticos: vuelven, se adhieren, insisten. Agregaría que el trabajo terapéutico consiste en reconocer ese movimiento repetitivo y, poco a poco, transformarlo en algo distinto. Y que no se trata de escupir el chicle —negar la experiencia o rechazarla—, sino de darle un sentido nuevo. Terminaría afirmando que la psicoterapia ofrece un espacio para pasar de la masticación mecánica a la elaboración simbólica: dejar de girar en círculos con lo mismo, para poder procesar, resignificar y liberar. Y que el chicle se convierte así en metáfora de la perseverancia del dolor, pero también del tiempo necesario para soltarlo cuando ya no cumple ninguna función. Ojalá te sirvan estas ideas como punto de partida o inspiración, saludos.