10/05/2024
Estoy llena de historias, pero esta que te contaré hoy es una de las más valiosas para mí.
Un día como hoy, hace 30 años atrás, yo había dado a luz a mi primer hijo. Las cosas habían sido difíciles durante el parto, y el bebé terminó en una incubadora y yo en cuidados intensivos.
Cuando estuve consciente pregunté por mi bebé. Me dijeron que estaba bien y que no me preocupara. (No me dijeron lo de la incubadora)
Entonces tráiganmelo, dije, porque no me lo traen? , pregunté.
Y no me respondieron nada.
Un n**o se puso en mi garganta. Mis lágrimas comenzaron a brotar y comencé a orar: Dios tu hablaste a mi corazón cuando estaba embarazada. Y me hiciste sentir que ese bebé venía a este mundo con un propósito. Asi que sea lo que sea por lo que él esté pasando, sé que tú lo estás cuidando.
Me quedé dormida orando. Y soñé que el doctor me decía: tu bebé nació pasado de tiempo. tiene problemas para reaccionar y No ha podido respirar solo.
Cuando desperté pregunté a las enfermeras y nadie me quiso contar lo que pasaba. Aunque yo ya tenía la respuesta y estaba orando.
Pedía que ángeles rodearan a mi hijo y lo protegieran. Pero Dios me había encargado el cuidado de ese bebé, y yo debía cumplir con lo encomendado.
Asi que como pude (con una herida de cesárea recién realizada) me paré de la cama y tomé el tubo que sostiene las soluciones intravenosas y salí de mi habitación dispuesta a encontrar a mi hijo.
En mi mente yo no era un paciente delicado, no, yo era una madre con la misión de cuidar a alguien y tenía que cumplirla.
Ya En el pasillo de la clínica, había caminado unos metros cuando me sorprenden las enfermeras.
La cara de susto de una de ellas, no era susto, era pánico.
Se suponía que ellas me ayudarían a levantarme y dar mis primeros pasos al día siguiente.
Y ahí estaba yo. Sola, semi desnuda ( ni me acordaba que las batitas esas están abiertas por detrás y uno anda enseñando la retaguardia). 😖
Y me dice: señora. Qué usted hace fuera de su cama? Usted no puede pararse sola.
Que si me daba un mareo, que si se me rompían los puntos. Que si resbalaba. Y trataron de llevarme De vuelta a mi habitación.
Mi hijo me necesita era todo lo que les decía.
Y ustedes ni me lo traen ni me dicen nada de él. Así que yo voy a buscarlo 😜.
Trataron de convencerme de que me lo llevarían luego. Pero que va. Les dije de este pasillo solo me muevo hacia donde está mi hijo.
Les advierto que sé que eso no estuvo bien. Y que los que leen no deben hacer esto ( sobre todo si usted no fue criada con leche de verdad, porque efectivamente le puede dar una “sirimba”).
Se armó un corredero.
Buscaron todos los argumentos y al final se convencieron de que no me movería a no ser hacia donde estaba mi bebé.
Así que temiendo un desastre mayor. Me subieron en una silla de ruedas y me llevaron a ver mi hijo.
Cuando me pusieron frente a esa incubadora la imagen fue difícil para mí.
Ahí estaba él. Grande. Se veía fuerte, pero tenía ese aparato pegado en su boca que lo ayudaba a respirar.
Quise llorar pero no pude.
No Era momento de quebrarse.
Sino de fortalecerlo.
Me pusieron esa otra bata y los guantes. Y pude entrar mis manos dentro de la incubadora.
Agarré sus manitos.
Y fue la primera vez que oramos juntos.
Todo. Pero todo lo que Dios me había dicho acerca de él, se lo dije ese día.
Todo lo que Dios haría con él.
Lo que su vida bendeciría a tantos.
Le dije que yo creía en todo lo que Dios me había dicho. Y que en ese momento yo estaba creyendo por los dos. Y Dios nos escucharía.
Y yo sentí que Dios y también él, mi bebé, me escuchó.
inexplicablemente (para ellos)
Pocas horas después el bebé comenzó a respirar solito. Y al día siguiente me lo llevaron.
El pediatra pasó por mi habitación a contarme lo que había sucedido y el porque había estado en la incubadora. Pero, bueno, yo tenía mi propia fuente que me mantenía informada. 😉.
30 años han pasado de esa historia y de muchas otras.
Todo lo pasado parece un sueño.
Y verlo hoy, sigue siendo al igual que el primer día, un regalo para mi alma.
Hace mucho que no necesita que lo cuide. De hecho, él me cuida a mí ahora.
Ni siquiera necesita que le regale algo o que le de algo material.
Pero está mañana, al igual que ese día, oramos juntos.
Y en mi alma, En mis oraciones de la madrugada, y en mis pensamientos, aún sostengo esa manita y sigo orando por su vida, algo que haré, hasta el último día de la mía.
Si llegaste leyendo hasta aquí. FELICIDADES. Eres parte del 2% que aún lee. Y mi historia te tocó alguna fibra en tu corazón.
Quiero que sepas lo más importante de todo:
Dios crea un vínculo en cada madre con sus hijos que es profundo e incomprensible.
Pero el vínculo más poderoso y eterno es el que a través de Jesús tenemos con Dios.
Cree en Dios, búscalo y guía a tus hijos hacia El. De todos los regalos que podrás darle a un hijo, darle la vida y darle la vida de Jesús es lo más grande que podrás hacer por ellos.
Y esa herencia, es eterna. 💕