11/10/2025
🛑 La adolescencia es una etapa intensa, donde todo cambia y todo se siente con fuerza. En medio de ese torbellino emocional, la capacidad para manejar el estrés y regular las emociones puede marcar la diferencia entre un desarrollo saludable y el surgimiento de pensamientos de desesperanza.
Un estudio reciente con casi 600 adolescentes mostró que las estrategias de afrontamiento y la inteligencia emocional explican el 39% de la variación en la ideación suicida. En otras palabras, aprender a identificar, comprender y modular lo que sentimos puede protegernos.
Las estrategias más relevantes fueron la expresión emocional, la búsqueda de apoyo social y la reestructuración cognitiva (aprender a pensar de otro modo ante las dificultades). No se trata de “no sentir”, sino de sentir de manera consciente y con herramientas.
Cuando los jóvenes pueden hablar de lo que sienten, pedir ayuda o reinterpretar sus pensamientos negativos, la emoción deja de ser un riesgo y se transforma en una fuerza invisible que protege la vida.
Por eso, la prevención del suicidio adolescente no empieza con una crisis, sino mucho antes: en los hogares, las salas de clases y los espacios donde enseñamos a los jóvenes que sentir no es debilidad, sino sabiduría emocional.
Educar las emociones también es cuidar la vida.
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