El Reiki, como el resto de las terapias de origen oriental contempla a la persona desde el punto de vista energético; el Ser Humano existe en diferentes niveles: físico, emocional, mental y espiritual y el Reiki, la energía de vida. El Reiki, como el resto de las terapias de origen oriental contempla a la persona desde el punto de vista energético; el Ser Humano existe en diferentes niveles: físic
o, emocional, mental y espiritual y el Reiki, la energía de vida, funciona en todos ellos. Sus beneficios pueden sintetizarse en dos puntos clave: relaja y equilibra energéticamente, favoreciendo la tranquilidad y la claridad mental
En una sesión de Reiki, el terapeuta se relaja, armoniza su energía (Ki) con la energía del Universo (Rei) y a través de una suave imposición de manos consigue que el paciente sintonice con esta última y equilibre así su propia energía, a nivel no sólo físico, sino también emocional, mental, y espiritual, logrando que el paciente se sienta más relajado tras una sesión. Los traumas y las disfunciones tanto físicas como psicológicas se reflejan en ellos. Cuando recibimos un fuerte impacto emocional el aura se desajusta, se separa literalmente del cuerpo y hace que nos sintamos fuera de lugar, “descolocados”. El reajuste energético que se lleva a cabo en una sesión de Reiki consigue devolver el aura a su eje y entonces volvemos a sentir que tenemos un lugar en el mundo. Todas las emociones se procesan en el aura: un exceso, un defecto o un bloqueo en el flujo de energía repercute en cómo nos sentimos.