02/12/2025
La primera vez que escuché que alguien desmitificaba esta idea fue al gran y experimenté un inmenso alivio. Porque le daba sustento científico a algo que yo ya pensaba hace tiempo y que reflejaba lo que a diario veía en consulta y lo que yo misma había vivido a nivel personal: sí podemos amar y ser amados aunque no nos amemos a nosotros mismos. Y sí podemos aprender a amarnos en la medida que somos amados.
Por supuesto que mientras más y mejor nos amemos, más conscientes seremos de nuestras necesidades y mejores decisiones podremos tomar para hacernos cargo de nuestro bienestar. Nada de lo expuesto aquí se contrapone con esta idea. Pero de ahí a afirmar que el amor-propio es resultado de un proceso estrictamente individual y requisito necesario para poder amar... hay un abismo que puede arrastrarnos a un peligroso individualismo y aislamiento (y que veo con dolor que está bastante instalado).
Lo cierto es que el camino de amarnos no es un proceso intrapsíquico aislado. Es en los vínculos donde nos diferenciamos y donde surgen la individuación, la identidad y la autoestima. El amor propio es un proceso poderosamente intersubjetivo, que va tomando forma y asentándose a lo largo de la vida, a través de cada nueva experiencia vincular, que no se limita únicamente a la pareja.
❤️ Te propongo un ejercicio para ilustrarlo…
¿Recuerdas algún vínculo significativo en el que la mirada sensible, compasiva y sintonizada de esa otra persona contribuyó positivamente a cambiar la forma que tenías de verte a ti misma/o? (independientemente del tiempo que esa persona estuvo en tu vida)
No olvides que no necesitas esperar a ‘sentirte preparada/o’ para vivir la poderosa experiencia sanadora que regala el amor.