03/04/2025
Ayer fue el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo. No quise escribir algo, para no seguir avivando polémicas desgastantes (y aburridas: casi siempre es lo mismo). Hoy quizás es un buen día para aclarar, otra vez, mi punto.
Por supuesto que mi problema no es el autismo, que es una condición absolutamente real y, claro que sí, problemática. Mucho menos tengo problemas con madres (y a veces padres) que, bajo la etiqueta de TEA, en el fondo lo que genuinamente buscan es el bienestar de sus hijos/as, proveyendo todos los recursos disponibles a la mano para ello. A ellas también les suele venir bien un apoyo, sobre todo con las ansiedades y angustias que la crianza suscita, y cada vez más en estos tiempos tan difíciles.
Finalmente, muchísimo menos tengo problemas con adolescentes y adultos/as que se identifican como TEA o "nuerodiversos", a quienes he atendido por décadas casi siempre con muy lindos resultados. La clínica NO es "psicoeducación" ni adoctrinamiento, sino un lugar para pensar juntos. Así es que, al menos acá, cuando las cosas se dan bien muy rápidamente la etiqueta pasa a segundo, tercer y cuarto plano. A veces, incluso, deja de ser necesaria.
Lo que es cierto es que sabemos demasiado poco sobre un cuadro tan hipercomplejo como el autismo, que siempre requiere abordajes multi e interdisciplinarios y que, en realidad, no soporta ningún tipo de reduccionismo. Mucho menos el biológico. Esa ignorancia no se resuelve con ilusiones pseudo-neurológicas, ni con dibujitos coloreados del cerebro. Ni con bombarderos de información rápida en memes, titulares y videítos. Porque informarse no es pensar.
Mi problema es el uso desbocado de la palabra autismo, sin un pensamiento mediando. Y muchas veces sin un genuino respeto por la persona humana (que no es un cerebro) etiquetada. Me asustan los técnicos del autismo y ese evidente sobre-diagnóstico que aparece rápido a partir de una sumatoria simple de conductas que provienen de una mera y superficial estadística, aunque ninguna conducta por sí misma es un síntoma. Las conductas tampoco son enfermedades. Ni condiciones. Toda conducta (ojo ah: TODA) en principio es mutable. Sobre todo en la infancia.
Dicen que hoy se diagnostica más autismo porque se sabe más. Pero no es cierto: mientras más sabemos de autismo, más nos percatamos de lo poco que sabemos.
Porque el rapidísimo paso del autismo, al rasgo autista, mezclado después con el asperger, colando la personalidad autista entremedio para, de ahí, pasar al espectro autista y terminar, por ahora, en la condición del espectro autista... no es casual. Responde a una historia demasiado reciente que se enquista en contextos e intereses determinados. Esa historia, esos intereses, los conocemos.
Se diagnostica más porque, bajo el alero de un concepto sin ningún rigor científico y que se sostiene por evidentes intereses mercantiles, como "neurodiversidad", el Autismo es la nueva moda post Déficit Atencional. Y como toda moda, rapidamente será desechada por el sistema para pasar a otra. En 20 años más ya no se hablará tanto del TEA. Una moda, además, que dice muchísimo de los tiempos actuales, donde el individualismo, el cerrarse en uno mismo y el funcionamiento robótico (un cerebro, que se explica a sí mismo y que se entiende como un computador procesador de información) es lo que la lleva.
Lo verdaderamente grave es la pérdida de la complejidad que estamos teniendo para pensar en lo humano y en su infinita DIVERSIDAD (así, sin neuro-prefijo). Y lo catastrófico que es eso cuando el ser humano es una niña, un niño y/o un adolescente.