Psicólogo Gonzalo Carrère

Psicólogo Gonzalo Carrère Psicólogo Clínico. Orientación psicoanalítica. En este espacio te invito a que pensemos juntos/as ! Psicoterapeuta Profesional de orientación Psicoanalítica.

Fundador y Presidente de Fundación Diferénciate. Especialista en Antipsiquiatría y Psicología Crítica. Psicólogo Profesional, Universidad Alberto Hurtado. Formación escolar completa en Colegio San Ignacio - El Bosque.

Si los diagnósticos en salud mental son una identidad (“ser” TEA, “ser” depresiva, “ser” bipolar) escrita en un certific...
10/09/2025

Si los diagnósticos en salud mental son una identidad (“ser” TEA, “ser” depresiva, “ser” bipolar) escrita en un certificado de tipo médico emitido por un experto. Si el sustento de esos diagnósticos es una “condición neuronal” con la que se nace y vive para siempre. Si el tratamiento consiste en “prender” o “apagar” conductas y emociones más o menos molestas. Si todas las disciplinas se “neurologizan”: neurociencia, neuropsicología, neuropsiquiatría, neuropedagogía… y hasta neuroética.

¿Para qué la psicología clínica? ¿Qué sentido la psicoterapia? ¿Por qué seguir pensando la psicología del trauma, ese resultado inevitable en mayor o menor medida de todo encuentro humano, y su eventual reparación? ¿Qué importa el vínculo humano si todo está en el cerebro?

En una sociedad individualista que se robotiza a pasos agigantados, con una salud mental que cada vez se comporta más como ChatGPT que como una práctica humana, instancias como las de este Diplomado en el cual tengo el honor de participar hace años junto a colegas notables de los que aprendo tanto y, sobre todo, con estudiantes tan pero tan interesados en salir de esta lógica triste y angustiante, es un acto revolucionario.

Aún quedan cupos. Únete.

20/08/2025

Estar en Europa hoy es estar en las ruinas de lo que fue la plenitud del capitalismo: los Estados de Bienestar. Esos Estados que por 50 años, a costa de saquear continentes completos y de la sobre explotación de lo que, cuando Europa era el centro del mundo, llamaban salvajes, indios, colonias, periferia, los otros... pudieron efectivamente garantizar un bienestar generalizado para casi toda su población. Y digo ruinas porque, cuando yo me muera (esa muerte que el sábado pasado, con un nuevo cumpleaños, cada vez se hace más real), ya no quedará nada de esos paraísos. Cada vez más el buen vivir se irá reduciendo a la isla anti radiación nuclear del dueño de Facebook y a las bases espaciales del ex amigo de Trump. Es decir, a los 4 o 5 sultanes que puedan pagarlo.

Es la evolución del Capitalismo tal y como la predijo Marx. De todas maneras las ruinas tienen lo suyo. Aún es mejor vivir en esas ruinas del Europa mítico que en cualquier otro lugar del mundo. Y sobre todo las ruinas son hermosas cuando guardan las marcas de la historia, como en la arquitectura que aún se puede ver por allá. Se supone que todos somos historias al final. Por eso la gran catástrofe del capitalismo es que cada vez haya menos historias que contar.

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10/07/2025

La típica queja adulta de que "los niños son manipuladores", en el fondo, es un reconocimiento a su inteligencia. La manipulación es una forma precaria, pero muy aguda, de inteligencia. Tan aguda que puede llegar a ser un estilo de vida. Y no es de extrañarse, mal que mal las y los niños vienen de ahí: "si sufro lloro, me dan teta, siento rico y se me pasa: consigo lo que quiero". El lazo utilitario está presente desde el momento 0 de la vida, y en tanto primario tiene tan poco de malo que, si no existiese, nos moriríamos.

Justamente por eso es que somos los y las adultas las llamadas a mostrar CON EL EJEMPLO CONCRETO formas vinculares más profundas y humanas, subjetivantes, que no se reduzcan a la mera utilización del otro. Pero no ayudamos mucho. Mal que mal decirle a un niño que le pondré un 7 si responde lo que quiero es una forma de manipulación. Y ni hablar del clásico "si te portas bien te compro un chocolate". Tampoco ayuda la idea de que los y las niñas son cerebros con patas cuya existencia completa se reduce a un manojo de neuronas diagnosticable y medicable: porque entonces si es una cosa la puedo utilizar y manipular sin tanto cuestionamiento.

En un mundo hiperdominado por una lógica robótica y utilitaria, mercantil, donde las noticias nos demuestran una y otra vez que la sinvergüenzura es un ideal para alcanzar el poder (político y económico), y donde hasta las "psicoterapias" se han convertido en una especie de IA que diagnostica en serie y ofrece consignas clichés automatizadas (el famoso cuento del "tip", de la "herramienta"), la crianza, la pregunta por la FORMACIÓN HUMANA toma un carácter absolutamente revolucionario. La ética, la moral, no el psedo-tecnicismo pregonado por supuestos expertos en niñez, no: el diálogo, la reflexión y acompañamiento entre pares, el conflicto colectivo asumido, la pregunta sobre qué sociedad queremos que nuestras criaturas hereden. Son niños, son niñas, no cosas.

08/07/2025

Hoy en clínica es muy raro encontrarse con el formato clásico de psicosis: pacientes dominados por alucinaciones (creer sin duda alguna que lo que veo es real, aunque no esté ahí) y delirios (creer sin duda alguna que me pusieron un chip en el cerebro y me controlan remotamente, por ejemplo, o que soy Napoleón) claramente determinables. Y ahora que ya están haciendo entrar la clásica "esquizofrenia" al mercado de la "neurodiversidad", menos veremos casos así. Esas reivindicaciones incipientes que alguna vez tuvieron potencial político, tipo "orgullo loco" y/o "derecho a la locura", fueron fácil y rápidamente absorbidas por el mercado identitario neoliberal. La locura ya no tiene absolutamente nada de revolucionario, porque cada vez es más normal.

Irónicamente, luego de décadas de discurso "despatologizador", parece ser más necesario que nunca denunciar las patologías que un sistema promueve arrasando con cualquier forma de subjetividad, con tal de obtener algún tipo de rentabilidad económica. La locura de comportarnos como robots y de concebirnos como un manojo de neuronas que actuarían como un software computacional al que se le ponen y/o sacan neurotransmisores.

La locura de este tiempo es, en el fondo, lo que siempre fue su origen: la defensa hipermasiva a todo vinculo verdaderamente subjetivante: aquel donde los intercambios van más allá de la mera utilidad. La locura actual es el individualismo extremo en el que vivimos y que se promueve, sobre todo inconscientemente, como ideal. De pronto el mundo se convirtió en un enorme patio psiquiátrico, donde cada quien pregona lo que se le ocurre, lo reivindica como "identidad", encuentra de forma inmediata a un enemigo y jamás siquiera intenta pararse en un espacio más o menos colectivo que pudiese llamarse realidad.

28/05/2025

A veces se ve una verdadera necesidad compulsiva (absurda) de diagnosticar niños/as. Por ejemplo, no es raro verse en reuniones con colegios donde todos, psicólogo, Profesoras, terapeuta ocupacional, fonoaduióloga, tenemos claro que el problema del niño está relacionado al control de impulsos, y que por ahí entonces debiésemos enfocar nuestros esfuerzos... pero igual aparece la necesidad, casi burocrática, "por protocolo" como se dice ahora, de derivarlo al neurólogo para que lo diagnostique. Es bien increíble, porque si bien en principio un neurólogo no tiene formación en infancia, hoy incluso es raro que deriven al psiquiatra infantil. No no: neurólogo neurólogo. Lo más cerebral posible.

Si todos quienes ven de manera constante y sistemática al niño tienen claro que el asunto va en la línea de lo impulsivo: ¿por qué hay que derivar? ¿Qué más diagnóstico necesitan? Con todo lo que implica para los padres: más tiempo, energía, espera, ansiedades, dinero. ¿Qué va a aportar una consulta de 30 minutos efectuada por alguien que nunca antes había visto al niño?

Uno podrá suponer que vía diagnóstico el niño puede acceder a tal o cual programa de apoyo, pero incluso ahí: ¿por qué el diagnóstico tiene que hacerlo un neurólogo? Por descarte lo que nos quedaría es que, en el fondo, lo que se está pidiendo es una droga que regule el comportamiento. Pero entonces, de ser así, lo único que se devela es que todo el cuento de la derivación responde a un proceso ideológico que, lo que busca en verdad, es el control. Del poder implicado en el diagnóstico mental (hoy cerebral, neuronal), y las consecuencias clínico/ético/políticas asociadas a eso, hace años se hablaba muchísimo. De pronto, bajo el alero de la "neurodiversidad", de ese problema nunca más se habló.

Ni hablar de la degradación que implica para las Profesiones que DE VERDAD trabajan con la infancia, en el día a día, en la realidad concreta (incluso para la psicología clínica que se suponía era el campo adecuado para estas cosas), el hecho de que no puedan confiar ni operar con sus propios juicios. Pero esa es materia para otro post.

25/05/2025

Personas que no están en tratamiento conmigo, cotidianamente me piden datos de neurólogos y/o psiquiatras infantiles. Y cotidianamente les digo que no se los daré, que yo sólo hago esas interconsultas con pacientes míos en un tratamiento activo del cual soy responsable. La razón es muy simple: en un 99% de los casos esa criatura saldrá de esa consulta de media hora como máximo, con un diagnóstico lapidante y una prescripción de dr**as. Y no se hará nada más.

Ahí seguirá la niña, el niño, bajo el yugo de la madre ansiosa (cuando no abiertamente opresora), del padre desimplicado (cuando no ausente), del colegio que no ve que lo molestan... de la sordera de todos y todas las adultas que están alrededor, muy cómodas con la idea de que el niño o niña es un cerebro con patas que se arregla como un computador. Porque a la rápida es más tranquilizante decir "mi hijo es TEA, inclúyanlo" que ponerse a pensar en qué le estará pasando a esa criatura y qué tiene que ver con lo que los grandes hacemos o no hacemos. Pero lo que a la rápida se evadió, a la larga nos aplastó.

08/05/2025

¿De qué nos ha servido tanto diagnóstico y tanto psicofármaco? Si estamos igual o más deprimidos que siempre. Más ansiosos que nunca. Si en las calles abunda la violencia. Si la convivencia en los colegios es cada vez más insoportable. ¿De qué nos ha servido? ¿Hasta cuándo seguimos levantando un modelo en salud mental basado en enfoques neurobiológicos individuales, que a todas luces es un fracaso? ¿Tan apabullante es el poder del mercado, tan enceguecedor que a pesar de que en el fondo sabemos que no sirve seguimos pidiendo más y más diagnósticos y más y más dr**as? Llamarle locura a lo que es simple estupidez es demasiado grande.

15/04/2025

Hoy es normal que las y los pacientes nos pregunten "cómo dejo de hacer esto", "qué hago para no sentir más esto otro". La pregunta por la fórmula, por el "tip". El auto entenderse como si fuéramos robots que pueden apagarse, prenderse, cerrar programas, minimizar ventanas, suspender, reiniciar, enviar a papelera.

Por supuesto que nuestro sistema de "salud mental", hiper dominado por una versión burda, superficial y meramente mercantil de la neurología, no ayuda mucho a cambiar esas concepciones sobre lo que nos pasa.

Si en el fondo fondo no somos más que un manojo de neuronas, es decir, una cosa, e incluso la infinita diversidad humana es una "neuro"diversidad, en el fondo fondo tiene sentido imaginar que alguna vez podremos controlar lo que nos pasa a mera voluntad, o a través de "decretos" y fórmulas que caben en un meme o en un video de 1 minuto. O simplemente "decidir" dejar de sentir algo o de repetir cierto comportamiento. Imaginarnos como robot implica, necesariamente, la expectativa de que podríamos no sufrir y/o no tener conflictos.

Es normal que en consulta nos topemos cada vez más con preguntas sobre el "qué hago" y la demanda por "herramientas", porque son preguntas propias de una sociedad extremadamente solitaria. Por ende, ansiosa.

Lamentablemente, la única verdad es esta: las y los psicoterapeutas no tenemos idea de qué hacer, cualquier "cómo" que propongamos jamás será más que una ilusión. Eso no quiere decir que no sepamos nada, sabemos muchísimo de cosas muy importantes y difíciles. Pero la psicoterapia no es chatear con una IA. Que la estemos reduciendo a eso es otro ejemplo más de cómo la máquina nos está pasando por encima. Literalmente.

Siempre me ha parecido espantosa la siguiente escena: Alguien llega a la consulta deprimido/a, contándonos su historia, ...
07/04/2025

Siempre me ha parecido espantosa la siguiente escena:

Alguien llega a la consulta deprimido/a, contándonos su historia, con sus explicaciones sobre qué le pasa y por qué le pasa. Probablemente con bastante desesperanza de que algo pueda cambiar. Luego de escucharlo un rato le decimos que parece deprimido, y que eso se debe a un desbalance neuronal, específicamente de la serotonina. Podemos rematar diciendo que hay que mezclar psicoterapia con fármacos pero que, en el fondo, como su problema es un desbalance químico (como en la diabetes, se suele decir), en realidad siempre tendrá que estar balanceándolo con las pastillas.

Además de ser un diálogo absolutamente psicótico, donde uno habla de una cosa y otro de otra, no tiene nada de esperanzador. Aquel que llegó buscando algún tipo de consuelo a sus afectos, se encontró con que en verdad no importan tanto, que en realidad no depende tanto de su historia y circunstancias y que lo que pueda o no decir y hacer es secundario, porque el problema de fondo es neurológico.

Puede que esa persona, en principio, se vaya contenta porque al final le dijeron lo que tenía (otra de las cosas locas de los tiempos actuales: que alguien necesite que otro le diga que está triste, para saber que está triste) y pensando que encontró la cura para todos sus males (por eso el tratamiento con antidepresivos se usa tanto sin ningún acompañamiento psicoterapéutico), pero eso no quita que le hayan mentido y que, luego del efecto sugestivo, empiecen a aparecer otros problemas.

Primero porque no se tomó ninguna medida en torno a las cosas que el paciente dijo que lo estaban deprimiendo, como problemas con la pareja, duelos no elaborados, sentimientos de soledad, el trabajo, falta de sentido, historia de maltratos... en fin, infinitas posibilidades muy pero mucho más reales que neuronas actuando supuestamente aisladas y causando cuadros hipercomplejos como la depresión. Segundo por el mismo fármaco que, como todo medicamento, tiene efectos no esperados colaterales. Y si a eso le sumamos que a veces se olvida tomar la pastilla, o se toma más de lo indicado, o se cambian por otras parecidas o se acaba la plata para comprarlas... ya podrán imaginar lo que pasa con el "desbalance balanceado que se des-desbalanceó".

Más arriba dije que mentimos cuando les decimos a nuestros pacientes, directa o indirectamente, que la causa final de su tristeza es la química del cerebro. Se enojan conmigo cuando uso la palabra mentira. Pero sucede que es verdad: desde el principio supimos que el desbalance de serotonina no era más que una teoría, y muy rápidamente supimos que esa teoría jamás se logró corroborar. Que un Profesional haga pasar una teoría por verdad es mentir, más aún con años y años de evidencias que lo único que han hecho es mostrar que la teoría no tenía nada de verdad, y que el asunto era apabullantemente más complejo que ese reduccionismo burdo.

Esa historia de mentiras, desmentidas, intereses comerciales, promesas exageradas y barbaridades, al fin, fue relatada por la enorme Joanna Moncrieff, una de las psiquiatras más importantes del momento, que es y ha sido protagonista durante toda la larga ruta que ha sido conocer el efecto y la utilidad real de los psicofármacos. Años y años de investigación y experiencia contada magistralmente por ella misma.

Este libro debiese ser una lectura obligada para toda persona que use antidepresivos y, lamentablemente, para tanto colega que, cómodamente, no se dio ni por enterado de lo que está detrás de eso que repite sin preguntarse nada. Una salud mental acrítica es simple adoctrinamiento.

03/04/2025

Ayer fue el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo. No quise escribir algo, para no seguir avivando polémicas desgastantes (y aburridas: casi siempre es lo mismo). Hoy quizás es un buen día para aclarar, otra vez, mi punto.

Por supuesto que mi problema no es el autismo, que es una condición absolutamente real y, claro que sí, problemática. Mucho menos tengo problemas con madres (y a veces padres) que, bajo la etiqueta de TEA, en el fondo lo que genuinamente buscan es el bienestar de sus hijos/as, proveyendo todos los recursos disponibles a la mano para ello. A ellas también les suele venir bien un apoyo, sobre todo con las ansiedades y angustias que la crianza suscita, y cada vez más en estos tiempos tan difíciles.

Finalmente, muchísimo menos tengo problemas con adolescentes y adultos/as que se identifican como TEA o "nuerodiversos", a quienes he atendido por décadas casi siempre con muy lindos resultados. La clínica NO es "psicoeducación" ni adoctrinamiento, sino un lugar para pensar juntos. Así es que, al menos acá, cuando las cosas se dan bien muy rápidamente la etiqueta pasa a segundo, tercer y cuarto plano. A veces, incluso, deja de ser necesaria.

Lo que es cierto es que sabemos demasiado poco sobre un cuadro tan hipercomplejo como el autismo, que siempre requiere abordajes multi e interdisciplinarios y que, en realidad, no soporta ningún tipo de reduccionismo. Mucho menos el biológico. Esa ignorancia no se resuelve con ilusiones pseudo-neurológicas, ni con dibujitos coloreados del cerebro. Ni con bombarderos de información rápida en memes, titulares y videítos. Porque informarse no es pensar.

Mi problema es el uso desbocado de la palabra autismo, sin un pensamiento mediando. Y muchas veces sin un genuino respeto por la persona humana (que no es un cerebro) etiquetada. Me asustan los técnicos del autismo y ese evidente sobre-diagnóstico que aparece rápido a partir de una sumatoria simple de conductas que provienen de una mera y superficial estadística, aunque ninguna conducta por sí misma es un síntoma. Las conductas tampoco son enfermedades. Ni condiciones. Toda conducta (ojo ah: TODA) en principio es mutable. Sobre todo en la infancia.

Dicen que hoy se diagnostica más autismo porque se sabe más. Pero no es cierto: mientras más sabemos de autismo, más nos percatamos de lo poco que sabemos.

Porque el rapidísimo paso del autismo, al rasgo autista, mezclado después con el asperger, colando la personalidad autista entremedio para, de ahí, pasar al espectro autista y terminar, por ahora, en la condición del espectro autista... no es casual. Responde a una historia demasiado reciente que se enquista en contextos e intereses determinados. Esa historia, esos intereses, los conocemos.

Se diagnostica más porque, bajo el alero de un concepto sin ningún rigor científico y que se sostiene por evidentes intereses mercantiles, como "neurodiversidad", el Autismo es la nueva moda post Déficit Atencional. Y como toda moda, rapidamente será desechada por el sistema para pasar a otra. En 20 años más ya no se hablará tanto del TEA. Una moda, además, que dice muchísimo de los tiempos actuales, donde el individualismo, el cerrarse en uno mismo y el funcionamiento robótico (un cerebro, que se explica a sí mismo y que se entiende como un computador procesador de información) es lo que la lleva.

Lo verdaderamente grave es la pérdida de la complejidad que estamos teniendo para pensar en lo humano y en su infinita DIVERSIDAD (así, sin neuro-prefijo). Y lo catastrófico que es eso cuando el ser humano es una niña, un niño y/o un adolescente.

Estoy muy contento de volver a participar, en representación de nuestro Forum Infancias Chile - Red Central , de esta in...
31/03/2025

Estoy muy contento de volver a participar, en representación de nuestro Forum Infancias Chile - Red Central , de esta instancia con colegas que tanto admiro, provenientes de tantos países.

Es muy necesario que hoy, quienes trabajamos directamente con la infancia, podamos dialogar en torno a qué es lo que hemos venido haciendo con los niños, niñas y adolescentes en los últimos años como sociedad y, sobre todo, en nombre de la salud mental. Considerando los apremios de los tiempos actuales, donde todo es urgente, donde todo es "neuro-fórmula", "tips de qué hacer" y nunca hay en verdad mucho tiempo para algo, detenernos a pensar juntos en la infancia es, sin duda, un acto revolucionario.

En un contexto donde etiquetas como TEA, TDAH, TLP, y conceptos como "neurodiversidad" y "neurodivergente" se promueven y demandan de manera acrítica cada vez más y más, difundiendo una idea reduccionista, biologicista y determinista que fija, que cierra de antemano el futuro de tantos niños y niñas, instancias como estas son un golpe de esperanza.

Es maravilloso ver que, entre tanta oscuridad, hay tantas y tantos colegas que apuestan por intervenciones subjetivantes, porque no se olvidan que en esos niños y niñas hay seres humanos antes que neuronas, sujetos únicos y particulares con nombre, contexto e historia (y no meros cerebro-objeto), repletos de posibilidades que sólo podremos abrir (o cerrar) los y las adultas que les rodeamos.

27/03/2025

Cuando el asunto era el Déficit Atencional (TDA/H) se llegó a decir oficialmente, luego de que muchos estuvimos años denunciándolo, que había un sobre diagnóstico. Hasta los neurólogos y psiquiatras más comprometidos con su causa lo aceptaron.

En ese entonces se habló del evidente interés farmacéutico que había detrás.

Se dijo y mostró que, al no conocer la CAUSA orgánica que estaría en la base y, en cambio, basar el diagnóstico en un cotejo de comportamientos muy pero muy relativos y amplios, evidentemente se favorecía el sobre diagnóstico y se prestaba para todo tipo de usos extra clínicos, como conseguir recursos económicos extra para los colegios.

El TDA/H era el ejemplo insigne de patologización de la infancia y se mostró que, en la práctica, se usaba para castigar, adoctrinar y normalizar a los y las niñas que no se adecuaban fácil al contexto (escolar, familiar, etcétera), acallando su particularidad, su voz, su espontaneidad y su sano desarrollo. "Quieren que todos los niños y niñas sean iguales", "los quieren a todos medicados para que no molesten" y cosas así se decían cotidianamente. Y con justa razón.

En esos tiempos no tan lejanos pero que parecen prehistóricos, en general se sabía que, más que un problema en el niño o niña (al no ser una patología), el TDA/H daba cuenta de un problema social y, específicamente, de un sistema educativo que propone un formato de clases y ordenamiento completamente anacrónico para los nuevos tiempos.

En Chile se llegó a legislar en contra de la presión que ejercen algunos colegios para dar fármacos a los y las niñas etiquetados como TDA/H. Existió, aunque de manera acotada y superficial, un verdadero movimiento despatologizador, entendiendo que el TDA/H no era ninguna enfermedad a corregir en los y las niñas. Marchamos. Hasta canciones se escribieron.

Todo eso fue total y completamente arrasado al alero del diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA). Y sigue su paso demoledor y aplastante cuando se habla de Condición del Espectro Autista (CEA).

El modelo ya no es el de la patologización, sino el de la "neurodiversidad", en la que igual se las arreglaron para meter el TDA/H. "Neurodiversidad", un eufemismo brutal sin el más mínimo aval científico real, que en la práctica sirve para radicalizar lo que siempre estuvo de fondo: EL CEREBROCENTRISMO.

Esa ideología neoliberal que reduce todo, absolutamente todo, a un problema de cerebros individuales. Es la condensación perfecta entre individualismo y robotización. Paradigma perfecto para la des-politización de la vida y, por ende, para la des-responsabilización generalizada: el escenario ideal para que otros pseudo-técnicos y pseudo-expertos renten con nuestras angustias. Es la plenitud de la DES-HUMANIZACIÓN.

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