10/10/2025
Cuando un niño pequeño se muestra renuente a compartir algo y lo obligas a ceder, no le estás enseñando a ser generoso; más bien, le estás transmitiendo la idea de que alguien más fuerte puede arrebatarle sus cosas y que intimidar por ser más fuerte es aceptable. Compartir debería ser el resultado de la generosidad, no de las amenazas o de la fuerza de las manos de un adulto.
Evita obligar a tu niño a entregar sus juguetes a otro niño, ya que hacerlo no lo hará más generoso. Seguramente provocará lágrimas y lo hará desprenderse de sus cosas, pero no por generosidad, sino por la fuerza. Eso no es lo mismo que enseñarle a compartir.
No estoy diciendo que no sea importante que aprendan a compartir; al contrario, es muy importante. Sin embargo, para que tu hijo realmente aprenda, es crucial que se den dos condiciones:
1. Que el compartir sea una conducta viva y presente en tu hogar, visible a través de tu ejemplo en acciones concretas, repetitivas, constantes y reales, y no simplemente una palabra que sale ocasionalmente de tu boca, generalmente en tono de molestia cuando otro niño quiere tomar alguna de sus pocas pertenencias.
2. Que su edad le permita entenderlo. Ten en cuenta que los niños pequeños no comprenden aún el concepto de “Tiempo”, por lo que desprenderse de su muñeco, de su carrito o de su pelota, por algunos “minutos” puede resultar tan molesto como para ti lo sería desprenderte por semanas de tu automóvil. Tampoco comprenden completamente el concepto de “prestar” y de cómo esto es diferente a “regalar” o entregar para siempre.
Cuando le pedimos a un niño que haga algo, es clave que en la vida cotidiana practiquemos eso que le estamos predicando y que su edad le permita entenderlo. Así que, si el compartir es un principio de vida que aplicas en tu propia vida, no te preocupes; seguramente tu hijo aprenderá a hacerlo, a su propio ritmo. No pretendamos que aprendan lo que no podemos enseñarles.