
20/05/2025
Cuando les comparto que quiero que sientan las cartas, quiero ser clara:
Lo nombro confiando en que no vamos a ahondar en sensibilidades que no correspondan a una curiosidad relacionada con nuestra historia, nuestras teorías y nuestras propuestas.
Cuando veo imágenes y pienso en cartas, les doy espacio a la intuición, sí. Pero también, agarrándome de lo que he estudiado, comprendido en lecturas e investigado. Preguntándome una y otra vez sobre la esencia viva de la carta.
Cuando les pido que descolonicen el pensamiento, no me refiero a estas burlas del cuerpo, de verlo como si estuviera enajenado de nuestra propia conciencia o voz interna.
Descolonizar y ver en imágenes es arriesgarse a calcar en lo material la propuesta. A ver un poco más allá de las palabras propuestas y hacer simbólico, desde nuestra propia experiencia encarnar la imagen.
No hay una sola imagen para una carta, no hay una sola forma de nombrarlo, no tienes una sola historia. Pero sí hay verdades sensoriales en tus procesos, sí hay claridades, y sí hay mentiras.
Cuando les pida que sientan las cartas, les pido que sean honestxs, que tenga sentido para ustedes, que se sienta fluido/congruente/riguroso desde la mirada reflexiva y que, con eso, puedan movilizarse en el proceso.
No sientan como caricatura, no se imaginen sintiendo, solo sientan húmedo, siéntanlo incómodo, inseguro, confuso; sientan como villanxs, sientan con dolor, sientan sacando voz, sonidos gruesos.
No sientan las cartas en su historia inventada, siéntanlas en su historia palpable y ahí inventen, invente lo que quieran.
Estas son mis cartas de la venada, que contaron, en su momento, una de mis historias.
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