02/08/2025
Barreras epistemológicas del conductismo: ¿Por qué tanta resistencia?
Una síntesis de O'Donohue, Callaghan & Ruckstuhl (1998)
¿Te ha pasado?
Quienes nos identificamos con el análisis de la conducta —los llamados conductistas— todavía enfrentamos críticas en entornos académicos y en medios de comunicación. A menudo se nos caricaturiza con etiquetas como: “fríos”, “metódicos”, “sin emociones”, “reduccionistas”, “crueles”, “anticuados” o incluso “inhumanos”.
¿Por qué ocurre esto?
O’Donohue, Callaghan y Ruckstuhl (1998) proponen una explicación a esta resistencia, especialmente común entre estudiantes de psicología, para adoptar una perspectiva basada en el conductismo radical. Los autores introducen el concepto de barreras epistemológicas y comparan cuántas de estas se presentan en la psicología cognitiva frente al análisis de la conducta.
¿Qué es una barrera epistemológica?
Según el filósofo Gaston Bachelard, una barrera epistemológica es “toda noción que bloquea la actividad fundamental de cuestionamiento de la ciencia” (Smith, 1982). Se trata de ideas heredadas o creencias previas que dificultan el avance del conocimiento científico. Por ejemplo, el creacionismo o el geocentrismo fueron en su momento obstáculos para aceptar la teoría de la evolución o el modelo heliocéntrico, respectivamente.
La psicología popular como punto de partida
Los autores destacan el papel de la psicología popular: desde pequeños, actuamos como psicólogos intuitivos, explicando nuestras acciones y las de otros mediante el sentido común. Esta tradición cultural privilegia conceptos como la intención, el deseo o la voluntad como causas internas del comportamiento. Esto, a su vez, refuerza la idea de que el comportamiento humano es único, complejo y autónomo, y se favorece el estudio grupal sobre el análisis del individuo, influido por disciplinas como la medicina o la sociología.
¿Cuándo se desafían nuestras creencias?
Pasamos la vida inmersos en estas explicaciones populares sin enfrentarnos frecuentemente a ideas que las contradigan. Por eso, al ingresar a la psicología, muchos estudiantes eligen enfoques “de menor resistencia”. En particular, la psicología cognitiva se vuelve atractiva porque, aunque más técnica y formal, sus postulados no difieren demasiado de los de la psicología popular.
El camino de menor resistencia: la psicología cognitiva
La psicología cognitiva ubica la causa del comportamiento en entidades o procesos mentales internos. Estas explicaciones suelen asumirse como válidas sin mayor cuestionamiento, en parte porque mantienen la riqueza narrativa del ser humano y evitan las explicaciones “demasiado simples”. Además, este enfoque se centra en la investigación grupal, lo cual se percibe como más generalizable y aplicable.
Respecto al libre albedrío, si bien el enfoque cognitivo busca conciliarlo con posturas deterministas, sigue siendo una barrera epistemológica —aunque más sutil o “blanda”— que limita el análisis riguroso de la conducta.
El largo y sinuoso camino del conductismo radical
En contraste, el conductismo radical desafía directamente muchas de estas creencias populares. Plantea que la causa del comportamiento no reside en procesos internos, sino en las relaciones entre el organismo y su ambiente. Así, los llamados “eventos cognitivos” son considerados también como conductas, sujetas a las mismas leyes del comportamiento.
Además, el análisis de la conducta prioriza el estudio detallado del individuo a través de diseños de caso único, con el objetivo de descubrir principios generales que rigen tanto la conducta humana como la de otras especies. Esta postura confronta nociones fuertemente arraigadas como la libertad de elección, la voluntad o el carácter excepcional del ser humano.
¿Cómo facilitar que los estudiantes superen estas barreras?
Las barreras epistemológicas impuestas por el conductismo radical pueden haber facilitado su rechazo o distorsión, lo cual contribuye a su caricaturización y marginación en el discurso psicológico contemporáneo. Para reducir estas barreras, los autores proponen tres pasos concretos:
1. Reconocer que las barreras existen, y hacerlas explícitas.
2. Mostrar ejemplos históricos donde el sentido común ha sido desafiado con éxito por la ciencia.
3. Exponer a los estudiantes a evidencia directa mediante experimentos clásicos del análisis de la conducta, mostrando su poder explicativo.
Consideraciones finales
La existencia de más o menos barreras epistemológicas en un enfoque no implica automáticamente que ese enfoque sea menos válido o riguroso. La validez de cualquier propuesta científica debe estar respaldada por la evidencia empírica.
La historia del progreso científico está llena de rupturas con el pensamiento establecido. ¿Está el análisis de la conducta frente a una nueva ruptura necesaria? Algunos desarrollos recientes desde el interconductismo o el análisis molar sugieren que este tipo de evolución teórica podría estar en marcha.
Por nuestro colega y colaborador:
Julian C. Velasquez,
Universidad de Guadalajara.
Referencia:
O’Donohue, W. T., Callaghan, G. M., & Ruckstuhl, L. E. (1998). Epistemological Barriers to Radical Behaviorism. The Behavior Analyst, 21(2).