30/04/2023
Creo que todos nos aburrimos de “vivir” en algún momento. Y hay personas que la vida se les convierte en un verdadero sufrimiento y la única salida que ven es acabar con sus vidas.
Yo no veo ni condeno el quitarse la vida como un pecado, como tabú, como una vergüenza. La muerte es solo un puente a otro estado del eterno trasegar de nosotros como seres eternos. No hay que tenerle miedo a la muerte.
Si tú estás pensando en terminar con tu vida, realmente, no quieres terminar tu vida, lo que quieres es terminar el sufrimiento, quieres dejar de sentir esa vergüenza, quieres dejar de sentir el desamor, la traición, las decepciones, los juicios condenatorios de tus seres queridos, quieres dejar de escuchar tu propia voz que dices que no vales, que no sirves, que no puedes, que nada tiene sentido. Pero, ¿Quién te asegura que todos esos dolores van a desaparecer cuando tu cuerpo deja de respirar, cuando la sangre deja de correr por tu cuerpo? El dolor de una enfermedad física sí puede terminar con la muerte. Pero en la mayoría de los casos las personas quieren terminar su vida no por los dolores físicos sino por los dolores emocionales. Por las heridas que no han podido sanar.
(2.1) En mis creencias, el espíritu, la conciencia, trascenderá este mundo terrenal, y en nuestro eterno viaje seguiremos llevando esas heridas emocionales. Nuestra conciencia es eterna, y cargamos eternamente en nuestra conciencia todos los dolores y angustias del alma.
¿De dónde proviene esta creencia para mi? Yo creo que nuestro propósito como seres eternos es evolucionar espiritualmente. Y esto también lo creen los que que creen en la ley del Karma, que sostiene que las acciones de una persona en una vida afectan su destino en vidas futuras. Quienes creen en la reencarnación, creen que si no aprendemos o corregimos ciertos aspectos de nosotros mismos en esta vida, nuestra alma seguirá necesitando ese aprendizaje o corrección y volverá a encarnar en un cuerpo físico en una vida futura para tener otra oportunidad de hacerlo. Es decir, que bajo esta creencia, no tiene sentido quitarse la vida porque en la que sigue, volverás a tener los mismos sufrimientos que en esta vida. Es decir, las mismas lecciones que aprender. Yo no creo en la reencarnación pero coincido en el propósito de evolucionar eternamente.
Y tengo otros fundamentos para esa creencia pero no me quiero extender ahora en la justificación.
El caso es que en algún momento de la eternidad, nos daremos cuenta que no podemos escapar de esos fantasmas que nos torturan. Y cuando llegue el momento que nuestra conciencia eterna, que nuestro espíritu quiera sanar, nos preguntaremos cómo hacerlo. Será entonces cuando un ángel, Dios, o un guía eterno nos dirá que el mejor momento para haber sanado, era estando en el planeta tierra. Es decir aquí. Y, ¿Por qué es este el lugar, la oportunidad para sanar, para crecer, para transformarnos y trascender? La respuesta es desconcertante. Porque esta corta experiencia terrenal tiene algo que puede que no tenga ninguna otra esfera en la eternidad. Esta vida tiene un privilegio muy particular, una bendición excepcional que se llama SUFRIMIENTO, dolor, angustia.
(5) El propósito de la vida no es sufrir. Pero si es una ley de la vida que la felicidad viene después de la tristeza, que la humildad viene después de ser humillado, que el agradecimiento viene después de la escasez. Que la bondad viene después de que reconocemos que alguien nos ayudó cuando no lo merecíamos. Solo aprendemos a perdonar hasta que nos damos cuenta de cuánto necesitamos nosotros de ser perdonados porque somos tan imperfectos como los que nos ofendieron a nosotros.
El dolor, como la fiebre, es una oportunidad para encontrar nuestras infecciones emocionales.
La angustia es una oportunidad para descubrir nuestros miedos y heridas.
El desánimo es una oportunidad para examinar los valores que aprendimos y cambiar las prioridades que dejamos que la sociedad fijára en nuestras vidas.
El resentimiento es el espejo que nos permite proyectar los vacíos que tenemos pendiente llenar por amor propio y especialmente por amor de Dios.
La adversidad es la oportunidad de crecer y trascender.
El sufrimiento nos purifica.
(7) En el nuevo testamento encontramos:
37 Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa de aquel fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume,
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Y cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora.
40 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dijo: Di, Maestro.
41 Un acreedor tenía dos deudores: Uno le debía quinientos adenarios, y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de estos le amará más?
43 Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44 Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.
45 No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ha ungido mis pies con perfume.
47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero al que se le perdona poco, poco ama.
Terminación de escritura.
Al que mucho se le perdona, mucho ama dijo Jesus. Bajo la misma lógica yo digo, el que mucho sufre, mucho tiene por sanar, y el que mucho sana, mucho tiene para explorar y probar de lo sublime y divino que hay en el universo, y que es la razón por la cual existimos.
A los Romanos Pablo el apóstol les dijo:
3 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
El profeta Lehi le dijo a su hijo Jacob:
porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas. Pues de otro modo, mi primer hijo nacido en el desierto, no se podría llevar a efecto la rectitud ni la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal. De modo que todas las cosas necesariamente serían un solo conjunto; por tanto, si fuese un solo cuerpo, habría de permanecer como mu**to, no teniendo ni vida ni muerte, ni corrupción ni incorrupción, ni felicidad ni miseria, ni sensibilidad ni insensibilidad.
Esto me permite decir que la vida más infeliz, más sin sentido, sería la vida de alguien que nunca ha sufrido ningún dolor ni decepción. Porque sería la vida de alguien que nunca podría sentir el valor de nada. Imagínense a alguien que siempre come un plato de comida cada dos horas, esa persona nunca ha tenido hambre. ¿Es una persona bendecida? Claro que no! Es una persona que hasta el plato más exquisito del mundo le sabrá como algo simple, porque nunca ha sabido lo que es tener hambre.
Te invito a que veas el sufrimiento con otros ojos, te invito a que le des prioridad a sanar tus heridas emocionales. El cerebro de manera inconciente siempre busca evitar el sufrimiento. Cualquier bebé tiene curiosidad de tocar el fuego de una vela, pero inmediatamente al sentir que se quema, va a quitar el dedo. Está en nuestra naturaleza evitar el dolor porque es parte de nuestro instinto de supervivencia. El problema es que no podemos huir de nuestros dolores emocionales, ni siquiera con quitarnos la vida. Y de tanto ignorar y reprimir todos esos dolores emocionales, terminamos enfermándonos físicamente. Nuestros cuerpos somatizan todas nuestras angustias. Nuestros cuerpos nos piden que debemos sanar nuestras almas. Y creemos que con medicamentos podemos callar la voz del niño interior que nos pide que le comprendamos y le demos amor.
Ni en la escuela ni en la universidad nos enseñan cómo sanar. No comprendemos la vida, y terminamos culpando a otras personas y hasta a Dios por nuestro sufrimiento. Se hace más difícil sanar con tantos vendedores de humo, tantos libros tóxicos de autoayuda, y tantos psicólogos mediocres.
En conclusión, la muerte no es algo terrible, pero sí sería terrible cargar nuestras cargas emocionales por las diferentes esferas de la eternidad. El quitarse la vida no es la solución, es solo la perjudicial postergación de nuestro deber de sanar, crecer y trascender.
Espero sacar tiempo para poder compartir contenido sobre cómo he empezado mi proceso para sanar. Compartir sobre libros valiosos. Y espero no hacerlo para mostrarme como ejemplo a seguir. Sino para mostrar mi vulnerabilidad y agradecimiento.
No soy influencer, pero creo que hay amigos y familiares tuyos que agradecerían recibir este mensaje. Y por eso sería bueno que les compartieras este texto. Gracias por leerme!