Psicóloga Paola Andrea Valencia

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🎓 Máster en Gestión del Talento | 👩‍⚕️ Psicóloga especializada en procesos de transformación personal y profesional
💼 Coach en Empleabilidad | 👥 Acompañamiento individual y familiar

Cuando la ingratitud se convierte en estilo de vida: el alto costo de vivir desde la queja y la mala actitudEn un mundo ...
26/11/2025

Cuando la ingratitud se convierte en estilo de vida: el alto costo de vivir desde la queja y la mala actitud

En un mundo donde cada día trae nuevos retos, la forma en que interpretamos lo que nos sucede determina gran parte de nuestro bienestar. Sin embargo, muchas personas viven atrapadas en un patrón mental dominado por la ingratitud, la queja y una actitud negativa que termina por pasarles factura en todos los ámbitos de su vida.
Aunque parezca inofensivo, vivir desde la ingratitud deteriora la salud mental, afecta las relaciones, limita el crecimiento personal y atrae entornos cada vez más cargados de tensión y conflicto.
1. La ingratitud como ciclo emocional desgastante
La ingratitud no es solo la incapacidad de reconocer lo bueno, sino la tendencia a enfocarse casi exclusivamente en lo malo. Cuando una persona vive así, su mente se acostumbra a ver el mundo a través de un filtro pesimista.
Esto genera:
• Pensamientos recurrentes de carencia
• Enfoque en problemas y no en soluciones
• Sensación constante de insatisfacción
• Percepción de que “nada es suficiente”
Con el tiempo, este ciclo emocional erosiona la confianza, la motivación y la autoestima. La persona entra en un estado de agotamiento emocional permanente, porque nunca encuentra razones para sentirse bien.
2. La queja constante: un hábito que reprograma la mente
Quejarse ocasionalmente es natural. Pero cuando se vuelve un hábito, el cerebro comienza a reforzar rutas neuronales asociadas al pesimismo. La queja continua:
• Reduce la capacidad de tomar decisiones acertadas
• Aumenta la ansiedad y el estrés
• Hace que la persona vea amenazas donde no las hay
• Genera predisposición al conflicto y a la frustración
De hecho, estudios neuropsicológicos muestran que el cerebro se vuelve más hábil para detectar lo negativo cuando se expone repetidamente a pensamientos y conversaciones cargadas de queja. La persona termina atrapada en su propio ruido mental.
3. La mala actitud y su impacto en la vida diaria
Una mala actitud actúa como una barrera: limita oportunidades, daña la reputación y afecta profundamente las relaciones interpersonales. Con el tiempo, quienes se relacionan con alguien así comienzan a alejarse, desgastados por la carga emocional que genera.
Las consecuencias más comunes son:
• Problemas en el trabajo por conflictos reiterados
• Dificultad para establecer relaciones sanas y estables
• Falta de colaboración por parte del entorno
• Aislamiento progresivo
• Sensación de que “todo me sale mal”
Lo más preocupante es que la persona con mala actitud suele culpar a factores externos, sin reconocer que es su energía la que está moldeando los resultados.
4. Cómo la ingratitud daña el cuerpo
No se trata solo de un tema emocional. Vivir desde la ingratitud y la queja genera:
• Aumento del cortisol (hormona del estrés)
• Mayor tensión muscular
• Problemas de sueño
• Sistema inmunológico debilitado
• Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares
Estar en constante negatividad hace que el cuerpo viva en “estado de alerta”, como si todo fuera una amenaza. Y ese desgaste físico se acumula.
5. El ambiente que se crea alrededor
Las personas que viven desde la ingratitud tienden a generar ambientes:
• Tensos
• Conflictivos
• Pesados
• Poco colaborativos
• Emocionalmente inseguros
El entorno percibe la energía negativa, incluso cuando la persona no habla. Su presencia puede alterar el clima emocional de hogares, equipos de trabajo y espacios sociales.
Con el tiempo, la persona empieza a experimentar rechazo, distanciamiento o pérdida de confianza. No porque los demás sean malos, sino porque la energía negativa es difícil de sostener y desgasta emocionalmente a quien la recibe.
6. Vivir desde la gratitud: el antídoto
La buena noticia es que este patrón no es definitivo. Cambiar la mentalidad hacia la gratitud produce efectos inmediatos y profundos:
• Aumenta la percepción de bienestar
• Mejora el estado de ánimo
• Fortalece relaciones
• Abre la mente a nuevas oportunidades
• Disminuye el estrés
• Fomenta resiliencia y claridad
• Crea ambientes más armónicos
Practicar la gratitud no significa ignorar los problemas, sino aprender a ver la vida desde una perspectiva más amplia, equilibrada y constructiva.
Vivir desde la ingratitud, la queja y la mala actitud es un camino que lleva al desgaste emocional, físico y relacional. Las personas que se instalan en esa postura terminan atrayendo experiencias que refuerzan su malestar, cerrando puertas y generando tensiones en su entorno.
En cambio, cuando una persona decide cultivar una mentalidad de gratitud, su vida empieza a transformarse: crece, se conecta mejor con los demás, y crea un entorno que impulsa en lugar de desgastar.
Cambiar la actitud no es fácil, pero siempre es posible… y el bienestar que genera vale cada esfuerzo.

Las limitaciones mentales: cuando la mente se convierte en una barrera silenciosaEn nuestra vida diaria hablamos de meta...
21/11/2025

Las limitaciones mentales: cuando la mente se convierte en una barrera silenciosa

En nuestra vida diaria hablamos de metas, de proyectos, de crecimiento personal, pero pocas veces hablamos de algo que, en silencio, puede frenar todos esos sueños: las limitaciones mentales. No son visibles, no se anuncian y, muchas veces, ni siquiera sabemos que están allí… pero condicionan la forma en que pensamos, actuamos y nos relacionamos con el mundo.

¿De dónde nacen estas limitaciones?

Las limitaciones mentales no aparecen de un día para otro. Su origen suele estar mezclado entre experiencias, creencias y aprendizajes:

1. La autoestima no reconocida

Cuando no aprendemos a reconocer nuestro valor, comenzamos a dudar de lo que somos capaces.
Surgen frases como:

• “Eso no es para mí.”
• “No soy suficiente.”
• “¿Y si fallo?”

La baja autoestima no solo nos frena: nos acostumbra a vivir desde el miedo.

2. El desarrollo personal estancado

El crecimiento no ocurre solo con el paso del tiempo: requiere intención.
Cuando dejamos de cuestionarnos, de explorar y de buscar nuevas experiencias, nos quedamos atrapados en una zona “segura”, que en realidad se convierte en una zona de limitación.

3. Las creencias cognitivas que heredamos

Muchos de nuestros pensamientos son aprendidos: de la familia, del entorno, de la escuela y de experiencias difíciles.
Creencias como “el éxito es para otros”, “eso es muy difícil” o “si no soy perfecto, no sirve” moldean nuestra realidad, aunque no sean verdaderas.

4. La presión académica y las etiquetas

A veces un comentario de la escuela se convierte en una sentencia de vida:

• “Usted no sirve para las matemáticas.”
• “No es lo suficientemente inteligente.”
• “Es distraído, no va a llegar lejos.”

Con los años, estas etiquetas se transforman en límites invisibles que pesan más que cualquier obstáculo real.

¿Por qué es tan incómodo relacionarnos con personas que viven desde sus límitaciones?

Las personas que cargan con sus propias barreras internas suelen proyectarlas en sus relaciones.
Esto puede generar:

• Confrontación constante: todo es una lucha, un “no puedo”, “no sé”, “no creo”.
• Dependencia emocional: buscan apoyo, pero no lo aceptan; piden guía, pero no confían.
• Ambiente de negatividad: una visión pesimista que drena, cansa y puede afectar el bienestar emocional de quienes las rodean.
• Resistencia al cambio: aunque desean mejorar, no se permiten avanzar.

Relacionarse desde ese lugar es retador, porque no dialogamos con la persona, sino con sus miedos.

¿Cómo salir de esas limitaciones?

Salir de una limitación mental no es magia; es un proceso. Un camino que empieza por la conciencia y se consolida con pequeñas decisiones.

1. Reconocer la voz interna que limita

Identificar los pensamientos automáticos negativos es el primer paso.
Cada “no puedo” debe transformarse en “¿por qué creo eso?”
La autovigilancia crea luz donde antes había sombra.

2. Trabajar en la autoestima, no en la perfección

• La autoestima se construye reconociendo logros, aceptando errores y validando lo que somos: humanos.
• Cuando dejamos de exigirnos perfección, comenzamos a construir confianza.

3. Reprogramar creencias

• Cuestionar lo aprendido, desmontar etiquetas y cambiar narrativas internas permite abrir espacios para nuevas posibilidades.
• Creencias nuevas, vida nueva.

4. Tomar decisiones pequeñas pero constantes

• No se trata de saltar al vacío, sino de dar pasos sostenidos:
• Un curso, una conversación, un hábito, una meta pequeña.
• La constancia derrite los límites.

5. Rodearse de personas que inspiren crecimiento

• Las relaciones nos moldean.
• Estar cerca de personas que creen, avanzan, intentan y escuchan, nos recuerda que el cambio es posible.

La vida empieza cuando dejamos de limitarnos

Todos, en algún momento, hemos tenido una lucha interna con pensamientos que nos detienen. Pero las limitaciones mentales no son una prisión permanente: son una invitación a mirar dentro, sanar y crecer.

La mente puede ser una barrera… o una aliada. La diferencia la marca el trabajo interior que decidamos hacer.

La Triste Vida de las Personas Negativas: Cómo el Pensamiento Afecta Nuestra Realidad y Estrategias para Cambiarlo.Vivim...
30/10/2025

La Triste Vida de las Personas Negativas: Cómo el Pensamiento Afecta Nuestra Realidad y Estrategias para Cambiarlo.

Vivimos en un mundo lleno de retos, oportunidades y experiencias diversas. Sin embargo, no todas las personas logran percibir estas experiencias de manera positiva o constructiva. Para muchas, la vida se convierte en un ciclo de pensamientos negativos, percepciones pesimistas y un constante enfoque en lo que “puede salir mal”. Esta disposición mental no solo afecta el bienestar emocional, sino también las relaciones, la productividad y la capacidad de crecer como individuos.

El origen y efecto del negativismo

El pensamiento negativo no aparece de manera aislada. Muchas veces surge como respuesta a experiencias pasadas, frustraciones acumuladas, miedos internos o modelos de referencia aprendidos desde la infancia. Quien se mantiene en esta mentalidad tiende a ver la vida desde un prisma limitado, en el que los problemas se magnifican, las oportunidades se minimizan y las soluciones parecen inalcanzables.

Cuando la mente se dispone a lo negativo, la percepción de la realidad se distorsiona. Las situaciones se exageran, los errores propios se amplifican y los logros ajenos se perciben como amenazas. Este enfoque genera ansiedad, frustración y desmotivación, impidiendo que la persona experimente tranquilidad, bienestar y satisfacción. En el trabajo, en la familia o en el entorno social, esta actitud puede crear conflictos innecesarios y aislar a la persona, pues quienes nos rodean terminan agotados por la constante negatividad.

La comunicación como reflejo del pensamiento

El negativismo no solo habita en la mente; también se manifiesta en la comunicación. Quien está atrapado en pensamientos pesimistas tiende a exagerar problemas, a enfocarse en limitaciones y a transmitir miedo o desconfianza a otros. La realidad se describe no como es, sino como se percibe a través de lentes deformados por la negatividad. Esto puede generar una espiral de desconfianza y resistencia, afectando relaciones personales y profesionales, y reforzando aún más la visión negativa de la vida.

Cómo es la vida de alguien que vive en negatividad constante

Las personas atrapadas en esta mentalidad suelen vivir con:

• Miedo al cambio y a lo nuevo, porque cualquier situación desconocida se interpreta como riesgo.
• Frustración recurrente, ya que nada parece suficiente ni correcto.
• Autoexigencia excesiva, acompañada de autocrítica constante.
• Relaciones conflictivas, pues la negatividad tiende a generar confrontación o distancia con los demás.
• Insatisfacción permanente, porque incluso los logros son minimizados o ignorados.

Esta vida se caracteriza por la intranquilidad constante, la falta de disfrute y la percepción de que el mundo es injusto o adverso.

Estrategias para cambiar la mentalidad negativa

Si bien cambiar patrones mentales puede ser desafiante, no es imposible. Algunas estrategias efectivas incluyen:
1. Reconocer y tomar conciencia: Identificar cuándo los pensamientos son negativos y cómo afectan emociones y decisiones.
2. Reformular pensamientos: Convertir frases como “no puedo” en “voy a intentar” o “esto es difícil” en “esto es un reto que puedo aprender a manejar”.
3. Practicar la gratitud: Apreciar lo que se tiene y los pequeños logros diarios fortalece la visión positiva.
4. Evitar la exageración al comunicar: Ser preciso y realista en la forma de expresar problemas y soluciones.
5. Rodearse de personas positivas: La influencia del entorno es clave; compartir con quienes inspiran y motivan ayuda a cambiar la perspectiva.
6. Establecer metas alcanzables: Lograr objetivos pequeños genera sensación de control y confianza.
7. Técnicas de relajación y mindfulness: Meditación, respiración consciente y ejercicios de atención plena ayudan a reducir la ansiedad y a mejorar la percepción de la vida.

La vida de las personas negativas es un reflejo directo de cómo los pensamientos y la comunicación moldean la realidad que experimentan. Mantenerse en un ciclo de negatividad no solo limita el crecimiento personal y profesional, sino que también genera insatisfacción y conflictos constantes. Cambiar esta perspectiva requiere esfuerzo consciente, práctica y apoyo, pero los resultados son transformadores: mayor tranquilidad, mejores relaciones, apertura a oportunidades y la posibilidad de disfrutar la vida en toda su riqueza.
El primer paso es tomar conciencia y decidir cambiar. Porque, aunque no podemos controlar todo lo que nos sucede, sí podemos elegir cómo interpretarlo y cómo reaccionar ante ello.

“El amor que faltó: cuando la herida del padre marca las relaciones afectivas”¿Sabes cuál es el problema de muchas mujer...
16/10/2025

“El amor que faltó: cuando la herida del padre marca las relaciones afectivas”

¿Sabes cuál es el problema de muchas mujeres hoy? Que, sin darse cuenta, están buscando en los hombres el amor que nunca recibieron de su padre. Esta búsqueda inconsciente no nace del deseo romántico, sino de una herida emocional no resuelta que tiene nombre en psicología: la herida del abandono o la herida paterna.

Cuando una mujer crece sin una figura paterna presente, protectora y validante, puede desarrollar una carencia afectiva profunda que se manifiesta en su forma de amar. No haber recibido amor, atención o reconocimiento de un padre puede generar patrones como:

Enamorarse rápidamente buscando validación.

Confundir atención con cariño o afecto con dependencia.

Entregarse emocionalmente con facilidad por miedo a ser abandonada.

Desconfiar del amor auténtico, aun deseándolo con fuerza.

El problema no es el hombre que llega después. Es la herida que aún no se ha sanado. Una mujer sin padre muchas veces se vuelve fuerte, sí, pero también desconfiada. Aprende a sobrevivir, a sostenerse sola, a no esperar nada de nadie. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, anhela algo: que alguien se quede, que la abrace con ternura, que la cuide sin condiciones.

El conflicto aparece cuando, sin saberlo, busca en su pareja ese amor protector que su padre no supo o no pudo darle. Pero al hacerlo, muchas veces repite el mismo patrón: se vincula con hombres emocionalmente ausentes, inestables o distantes. Así, el ciclo del abandono se repite.

Y es que ningún amor romántico puede llenar el vacío emocional de la infancia. Ese vacío no se cura con promesas, con frases bonitas o con compañía momentánea. Se sana con conciencia, con trabajo interior y con responsabilidad emocional.

Tips para iniciar el proceso de sanación

Reconoce la herida: no se trata de culpar, sino de comprender. Identifica cómo la ausencia o el tipo de vínculo con tu padre ha influido en tus relaciones.

Trabaja el amor propio: cultiva la autovaloración. No busques fuera lo que puedes construir dentro.

Rompe los patrones repetitivos: pregúntate por qué eliges ciertos tipos de pareja y qué necesidad emocional intentas cubrir.

Aprende a poner límites: decir “no” también es una forma de amor.

Busca acompañamiento terapéutico: sanar heridas profundas requiere guía y contención profesional.

Reconcíliate con tu historia: aceptar el pasado no significa justificarlo, sino liberarte de su peso.

No tener un papá presente no fue tu culpa. Pero sanar esa herida sí es tu responsabilidad. Porque mientras no lo hagas, seguirás buscando a tu padre en cada hombre que te muestre un poco de cariño.
El amor verdadero no aparece cuando alguien llega a salvarte, sino cuando tú decides sanar, conocerte y darte lo que siempre necesitaste: seguridad, respeto y amor propio.

Cuando se habla de minusvalía o discapacidad, muchas veces se piensa únicamente en las limitaciones físicas o funcionale...
10/10/2025

Cuando se habla de minusvalía o discapacidad, muchas veces se piensa únicamente en las limitaciones físicas o funcionales que puede tener una persona. Sin embargo, detrás de cada condición existe una realidad más profunda: el impacto psicológico y emocional que influye directamente en la manera en que el individuo vive, se adapta y se integra a su entorno.

Comprender el factor psicológico de la minusvalía es fundamental para promover una visión más humana, empática e inclusiva de la discapacidad, donde el bienestar mental tenga tanto valor como la rehabilitación física.

¿Qué es la minusvalía?

La minusvalía se entiende como una limitación o restricción en la participación social o en la realización de actividades cotidianas, derivada de una deficiencia física, sensorial, intelectual o mental.

No se trata únicamente de lo que la persona “no puede hacer”, sino también de cómo su entorno, las barreras sociales y su propia percepción influyen en esa limitación. En este sentido, el contexto psicológico y emocional se convierte en un elemento clave para el desarrollo personal y la calidad de vida.

El factor psicológico: el corazón del proceso de adaptación

El factor psicológico hace referencia a la forma en que la persona interpreta, acepta y afronta su condición. Este proceso interno define en gran medida su capacidad de resiliencia, autoestima y participación social.

Algunos de los aspectos más relevantes son:

1. Autoestima y autoconcepto

La manera en que una persona se percibe a sí misma puede verse afectada por el estigma social, la comparación o el rechazo. Una autoestima sólida le permite asumir sus diferencias sin sentirse menos valiosa, enfrentando los desafíos con mayor fortaleza y autoconfianza.

2. Adaptación emocional

Aceptar una limitación implica atravesar un proceso emocional profundo. La negación, la frustración o el miedo son reacciones naturales antes de llegar a una fase de aceptación y equilibrio. Este proceso no es lineal, pero es fundamental para alcanzar la estabilidad emocional.

3. Motivación y sentido de vida

La motivación es un motor de crecimiento. El deseo de superarse, de fijar metas y de mantener un propósito vital permite que la persona encuentre sentido a su experiencia y fortalezca su participación en la sociedad.

4. Resiliencia y afrontamiento

La resiliencia representa la capacidad de transformar la adversidad en aprendizaje. Quien desarrolla estrategias de afrontamiento adecuadas puede convertir la minusvalía en una oportunidad para el desarrollo personal, en lugar de vivirla como un límite.

5. Apoyo social y emocional

Ningún proceso de adaptación se logra en soledad. Contar con redes de apoyo familia, amigos, profesionales de la salud mental o comunidades aporta contención, comprensión y esperanza. El acompañamiento emocional es clave para fortalecer la seguridad y el bienestar integral.

El factor psicológico es un componente determinante en la experiencia de la minusvalía. No solo influye en cómo la persona vive su condición, sino también en su recuperación, autonomía y bienestar emocional.

Por ello, los programas de atención e inclusión deben abordar la discapacidad desde una mirada integral, que combine la rehabilitación física con el acompañamiento psicológico, el fortalecimiento de la autoestima y la construcción de entornos inclusivos.

Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde las diferencias no sean sinónimo de limitación, sino de diversidad y dignidad humana.

https://www.youtube.com/watch?v=sblzDeivrPU
10/10/2025

https://www.youtube.com/watch?v=sblzDeivrPU

Tu salud mental no es un capricho: es una prioridad. En este episodio, tuvimos una conversación con la reconocida psiquiatra y psicoterapeuta, Rocío Barrios,...

Cuando la autoestima se pierde en una relación tóxicaEn una relación sana, el amor debería hacernos sentir en paz, segur...
09/10/2025

Cuando la autoestima se pierde en una relación tóxica

En una relación sana, el amor debería hacernos sentir en paz, seguros y valorados. Pero cuando el vínculo se convierte en un espacio de dolor, control o manipulación, poco a poco puede ir debilitando la confianza en uno mismo hasta hacernos creer que no merecemos algo mejor.

Perder la autoestima en una relación tóxica no ocurre de un día para otro. Es un proceso sutil, casi invisible, en el que dejamos de reconocernos, justificamos lo injustificable y empezamos a medir nuestro valor según el afecto, la aprobación o el estado emocional del otro.

¿Cómo se deteriora la autoestima en una relación tóxica?

A través del control emocional:
Cuando una persona impone sus deseos o manipula con culpa, la otra comienza a dudar de sus propias decisiones.

Mediante la descalificación constante:
Los comentarios hirientes, la crítica o el sarcasmo repetido hacen que uno empiece a creer que realmente “no vale lo suficiente”.

Por la pérdida de autonomía:
Renunciar a amigos, actividades o sueños para evitar conflictos genera una desconexión profunda con la propia identidad.

A través del miedo o la dependencia:
El temor a quedarse solo o a no ser querido alimenta el ciclo de sumisión y refuerza el vínculo dañino.

Señales de que tu autoestima está siendo afectada

• Te cuesta decir “no” o poner límites.

• Sientes culpa por expresar tus emociones.

• Buscas constantemente aprobación o validación.

• Te comparas con otras personas o minimizas tus logros.

• Has dejado de hacer cosas que disfrutabas antes.

• Reconocer estas señales no significa debilidad: significa tomar conciencia del lugar donde perdiste tu poder personal.

Tips emocionales para recuperar tu autoestima

Reconecta contigo.
Dedica tiempo a ti: retoma actividades que te hacían sentir bien, redescubre tus gustos, tus metas y tu voz interior.

Detén la autocrítica.
Sustituye los pensamientos negativos por afirmaciones de valor: “Merezco respeto”, “Soy suficiente”, “Mi bienestar importa”.

Rodéate de apoyo positivo.
Busca personas o espacios donde te sientas escuchado y validado sin juicios. Hablar con un profesional también puede ayudarte a sanar con claridad.

Establece límites firmes.
Aprender a decir “hasta aquí” es un acto de amor propio. Los límites no alejan, protegen.

Perdónate por haberte quedado.
No te culpes por haber amado. Reconoce que hiciste lo mejor que pudiste con lo que sabías en ese momento. El perdón hacia ti mismo es el primer paso para liberarte.

Cree en tu poder de reconstrucción.
Recuperar la autoestima no es volver a ser quien eras, sino convertirte en alguien más consciente, fuerte y compasivo contigo mismo.

Salir de una relación tóxica no es solo alejarse del otro, sino reconstruir el vínculo contigo mismo.
Cuando te eliges, sanas.
Cuando te respetas, floreces.
Y cuando vuelves a mirarte con amor, recuperas lo más valioso: tu propia paz.

RECONOCIENDO MI VALOR: EL PRIMER PASO HACIA UNA AUTOESTIMA SANALa autoestima es mucho más que sentirse bien con uno mism...
05/09/2025

RECONOCIENDO MI VALOR: EL PRIMER PASO HACIA UNA AUTOESTIMA SANA

La autoestima es mucho más que sentirse bien con uno mismo: es la capacidad de reconocer nuestro valor intrínseco, aceptarnos con nuestras luces y sombras, y vivir desde una base de respeto propio. Una autoestima sana no se construye de un día para otro, sino a través de un proceso consciente de autoconocimiento, aceptación y acción.

En este artículo, exploraremos cómo dar ese primer paso hacia el reconocimiento personal y cómo empoderarnos de nuestra autoestima para vivir con mayor seguridad, autenticidad y bienestar.

1. Reconocer nuestro valor

El punto de partida es comprender que nuestro valor no depende de lo que hacemos, tenemos o logramos, sino de quiénes somos. Cada persona tiene talentos, cualidades y experiencias únicas que la hacen valiosa.

• Ejercicio práctico:
Haz una lista de cinco cualidades positivas que te caractericen (ejemplo: resiliencia, creatividad, empatía, disciplina, capacidad de escucha). Tenlas presentes y recuérdalas en momentos de duda.

2. Aceptar fortalezas y áreas de mejora

Tener una autoestima sana no significa negar las dificultades, sino reconocer que somos seres en constante aprendizaje. Aceptar nuestras limitaciones sin juzgarnos nos permite crecer con compasión hacia nosotros mismos.

• Ejercicio práctico:
Escribe aquello que reconoces como tus fortalezas y al lado, identifica las áreas que te gustaría mejorar. Reflexiona sobre cómo puedes trabajar en ellas sin descalificarte.

3. Reemplazar la autocrítica por autocompasión

Muchas veces nos hablamos con dureza, con frases que jamás diríamos a alguien que amamos. La clave está en cambiar esa voz interior crítica por un lenguaje de comprensión y estímulo.

• Ejercicio práctico:
Cuando notes pensamientos negativos hacia ti mismo, pregúntate: ¿Qué le diría a un buen amigo en esta situación? y transfórmalo en tu diálogo interno.

4. Establecer límites saludables

Reconocer nuestro valor también implica aprender a decir “no” cuando algo nos afecta o nos resta bienestar. Los límites no alejan a las personas, sino que fortalecen las relaciones desde el respeto mutuo.

• Ejercicio práctico:
Piensa en una situación reciente en la que aceptaste algo que no querías. Pregúntate cómo habría sido distinto si hubieras puesto un límite y comprométete a intentarlo la próxima vez.

5. Cultivar el autocuidado

El cuidado físico, mental y emocional es una expresión de amor propio. Dormir bien, alimentarnos de manera saludable, rodearnos de personas positivas y dedicarnos tiempo a lo que disfrutamos son pilares para fortalecer la autoestima.

• Ejercicio práctico:
Elige una acción de autocuidado diaria (leer, caminar, meditar, escuchar música, descansar) y comprométete a practicarla al menos 10 minutos al día.

6. Empoderarse desde la autoestima

Cuando reconocemos nuestro valor, aceptamos nuestras imperfecciones y cultivamos el respeto propio, surge un empoderamiento auténtico: tomamos decisiones alineadas con lo que somos, confiamos en nuestras capacidades y construimos relaciones más sanas.

Empoderarse no significa sentirse superior a otros, sino vivir desde la convicción de que somos suficientes tal y como somos.

El camino hacia una autoestima sana comienza con un acto sencillo pero profundo: reconocer nuestro valor. Cada paso —aceptarnos, hablarnos con compasión, establecer límites, cuidarnos y empoderarnos— nos acerca a una vida más plena y auténtica.

Recuerda: no se trata de ser perfectos, sino de aprender a valorarnos en nuestra esencia. Ese es el verdadero poder de una autoestima sana.

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Facilitacion Experencial

Profesional en Psicología, Aspirante al Master En Coaching Directivo y Liderazgo, Facilitadora Certificada en Outdoor Trainer y Training Manager, Consultora Organizacional Docente por Competencias.