29/04/2020
Estudios del año pasado en Estados Unidos mostraban como el 45% de los estadounidenses habían probado la ma*****na por lo menos una vez en su vida, datos que en pleno proceso de legalización estatal suponen los mayores desde 1969. En aquel primer año de realización de ese mismo estudio, el dato obtenido fue del 4%. Al mismo tiempo, un 64% de la población considera que debería ser legalizada, y es también el mayor apoyo que recibe en casi 50 años de análisis (en ese momento solo un 12% daba su soporte a una legalización). Esto sucede en un país donde, pese a estar aún prohibido a nivel federal, son ya ocho estados y el distrito de Columbia los que la han legalizado completamente, lo que supone que algo más del 20% de norteamericanos vive en un estado donde puede disfrutar legalmente del uso de la ma*****na.
Sin entrar en el debate moral y político sobre el uso del Cannabis sativa (su nombre científico), y pese a que la utilización como droga recreacional sea más popular, lo que realmente importa de esta legalización gira sobre su uso medicinal y terapéutico. Los beneficios van desde ciertas propiedades neuroprotectoras, hasta contar con capacidad para poder detener la metástasis de algunos tipos de cáncer, pasando por ayudar a detener el avance del alzhéimer, el VIH en el organismo y hasta poder combatir procesos de depresión. Y todo esto no ha pasado desapercibido ni para la comunidad médica ni para la comunidad inversora.
Según otro estudio de New Frontier Data, la industria de la ma*****na podría crear más de 200.000 puestos de trabajo en Estados Unidos en 2020. Eso coincidiría con una tasa de crecimiento anual compuesto del 16% entre consumo recreacional y médico. De esta forma, se pasaría de los actuales 7.000 millones de USD