Laboratorio Clínico Vilma Orozco Ayala

Laboratorio Clínico Vilma Orozco Ayala Realizamos toda clase de exámenes de laboratorio general y especializado. Abierto jornada continua.

Disponemos de todas las normas de bioseguridad para la tranquilidad nuestra y de nuestros pacientes.

14/07/2025
09/07/2025

Cuando nació Noah, los médicos miraron a su joven padre, Ben, y le dijeron lo impensable:

—Tiene síndrome de Down.
No podrás criarlo.
No entenderás los horarios de alimentación.
No sabrás cómo consolar su llanto.
No serás suficiente.

Pero Ben no escuchó.

Abrazó a su recién nacido, le besó la frente y susurró:

—Puede que no lo sepa todo… pero sé cómo amarte.

Y vaya si lo amaba.

Ben lo alimentaba con manos temblorosas, aprendía canciones de cuna tarareando y lo mecía cada noche hasta que salía el sol.
Trabajaba a medio tiempo, doblando servilletas en un restaurante local, ahorrando cada centavo para el futuro de Noah.

Claro, hubo miradas. Susurros.
Algunos padres preguntaban:
—¿Es él… el padre?

Ben simplemente sonreía y asentía con orgullo:
—Es mi hijo. Mi mejor amigo.

Los años pasaron.
Noah creció. Ben envejeció.
Las estaciones cambiaban como páginas en un libro silencioso.

Noah se convirtió en un hombre.
Fuerte. Amable. Exitoso.

La gente decía:
—Resultaste tan bien.

Y él respondía:
—Porque fui criado por alguien que solo veía el mundo con amor.

Pero el tiempo no se detiene.

Primero fueron las llaves.
Luego los nombres.
Y un día, incluso el de Noah.

Ben miró a su hijo a los ojos y preguntó, con voz quebrada:
—¿Eres mi amigo?

Noah le tomó la mano con ternura y le dijo:
—Soy tu hijo. El que criaste. Al que le diste todo.

Ahora, es Noah quien lo alimenta.
Quien lo ayuda a caminar.
Quien le tararea canciones de cuna cuando Ben no puede dormir.

No solo está cuidando a su padre…

Le está devolviendo el favor al hombre que lo crió… dos veces.

Y cuando se toman fotos hoy en día, Noah sonríe ampliamente.
Porque mientras el mundo ve a un anciano con síndrome de Down y a su hijo adulto…

Él ve a su héroe.
Su maestro.
Su corazón.

09/07/2025

ORGULLO ROSARIENSE 🇨🇴
Esta chica es Mia Rodriguez Martinez originaria de la vereda Palogordo de Villa del Rosario,. Egresada de la Universidad Francisco de Paula Santander, este 25 de junio del presente año 2025 fue galardonada por la Universidad de Oxford por haber sido campeona de las Olimpiadas de Física y Química 2025 con la beca Weidenfeld-Hoffmann para los líderes del mañana, pero como no es futbolista y no es tiktoker o influencer no la verás en las noticias o en ningún medio de comunicación. Llenas a tu pueblo de Orgullo muchas felicidades.

04/07/2025
04/07/2025

Bochalema: Ecos de un pueblo ancestral

Hace muchos siglos, antes de que el humo del tren se alzara sobre las montañas, Bochalema era un territorio sagrado. Allí vivían los barí, hábiles cazadores y guardianes de la selva; los chitareros, expertos agricultores y comerciantes; y los bocalemas, un grupo que habitaba las faldas de las montañas, conocidos por sus cantos rituales y su profunda conexión con los espíritus del agua y del bosque.

Los barí recorrían los senderos selváticos, protegiendo los animales y los árboles como hermanos. Los chitareros cultivaban maíz, tabaco y cacao, y comerciaban con otros pueblos a lo largo del río Pamplonita. Los bocalemas construían sus casas de palma y barro, y cada luna llena se reunían para danzar alrededor del fuego, narrando las historias del origen del mundo.

Pero un día, el horizonte se llenó de hombres extraños con cruces, caballos y espadas. Llegaron los conquistadores españoles, trayendo consigo el deseo de oro y tierras, y la cruz del cristianismo. Empezó así un tiempo de dolor y resistencia.

Las campanas de las nuevas iglesias comenzaron a sonar, reemplazando el tambor y la flauta de los indígenas. Los frailes enseñaban el catecismo en lenguas extranjeras, mientras en las noches los ancianos barí, chitareros y bocalemas contaban en secreto las historias de sus dioses antiguos para que no se perdieran.

Surgió entonces la endoculturación: para sobrevivir, los pueblos indígenas empezaron a adoptar las costumbres españolas, vistiendo ropas distintas y participando en los rituales cristianos. Sin embargo, bajo esas nuevas costumbres seguían escondidos sus verdaderos dioses y sus cantos sagrados.

Pasaron los siglos. El tren llegó a Bochalema, trayendo más forasteros, comercio y la promesa de progreso. El paisaje cambió, pero bajo las piedras de las calles y entre las flores rojas y amarillas seguían latiendo los ecos de los barí, chitareros y bocalemas, guardianes ancestrales de esa tierra.

Hoy, cuando el silbido del tren se escucha entre las montañas, aún hay quien afirma que en el susurro del viento viven las voces de aquellos pueblos originarios, recordándonos que Bochalema es un lugar donde la historia, la resistencia y los ecos ancestrales jamás se han apagado.

Biblioteca Nacional de Colombia 🇨🇴

28/06/2025

Ya no soy Hernán Darío Estrada… soy lo que queda de él.

Una frase que duele, pero que también despierta.

Esta imagen, que podría parecer una escena cotidiana en una UCI, en realidad es un grito silencioso por la humanización de la medicina.
El hombre en la cama es el Dr. Hernán Darío Estrada Londoño, un brillante neurocirujano que dedicó su vida a sanar cerebros y salvar vidas. Pero un cáncer de colon cambió su rol: de médico, pasó a ser paciente. Y fue ahí, desde la camilla, que vio con otros ojos el sistema que tantas veces recorrió con bata blanca.

Desde la cama de hospital escribió, con la lucidez y dolor de quien ha vivido las dos caras de la medicina:

“Soy otro después de estar cuatro veces en la UCI.
Los resultados médicos no compensan el daño irreparable en la esfera psicológica.
Ya no soy Hernán Darío Estrada, soy lo que queda de él.”

Describió la frialdad del sistema, el abandono emocional, la deshumanización.

“No hay día, no hay noche. No hay horario.
No hay quien escuche el gemido. El amigo y colega es un extraño.
No se le ve la cara. No hay una mano en el hombro que te diga cómo te sientes.
No sabes lo que es un baño a las 5 am tiritando de frío.”

Contó cómo preguntó por qué no lo cambiaban de posición y lo que recibió fue burla.
Habló del miedo, de la ansiedad, del insomnio, del terror silencioso que muchos viven en soledad.

“Fácilmente nos rotulan de psicóticos.
Los pacientes tenemos angustia, ansiedad, insomnio, miedo y temor a la muerte.”

Pero también agradeció. A esas enfermeras que no solo curan el cuerpo, sino acompañan el alma.

“Las enfermeras (la gran mayoría) son médicas, familia, confidentes y amigas.
Lloran con uno. Difícilmente se sientan, mientras los dioses del Olimpo no se mueven de su trono.”

Y cerró con una verdad que debería grabarse en cada corazón médico:

“Falta mucho para humanizar las UCI.
Hay que empezar por humanizar a los médicos.
Los pacientes en la UCI nos convertimos en objeto de estudio,
pero se olvidan de las necesidades emocionales.”

🕊️ Hoy honramos su vida, su legado y sus palabras.
Que su experiencia nos despierte. Que su testimonio nos transforme.

Que nunca se nos olvide que la medicina sin humanidad, no es medicina.

27/06/2025
26/06/2025
25/06/2025

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