14/11/2024
El Juego de Poder de Cristian Jiménez: Ambición, Traición y Rumores en Norte de Santander
En la convulsa arena política de Norte de Santander, Cristian Jiménez, conocido como “Make”, ha pasado de ser un nombre en las sombras a una figura que desata pasiones y despierta sospechas. Como secretario de Medio Ambiente, Jiménez ha sabido moverse con la astucia de un veterano, dejando tras de sí un rastro de maniobras turbias y rumores de traición.
La historia reciente lo coloca en el epicentro de un escándalo que pocos se atreven a mencionar en voz alta. Durante las últimas elecciones, se dice que “Make” vendió su lealtad al poderoso Ciro Rodríguez, un pacto que algunos califican como un acto descarado de oportunismo, garantizándole un puesto privilegiado en la administración de William Villamizar. Pero el precio de este movimiento podría ser más alto de lo que Jiménez espera y las consecuencias, devastadoras.
Los pasillos del poder están al rojo vivo. Dicen que Jiménez, cansado de jugar un papel secundario y hambriento de un botín más jugoso, trama renunciar a su cargo para exigir la gerencia del Hospital Regional Emiro Quintero Cañizares. Un puesto que actualmente ocupa Elmer Tamayo, un técnico que, por su falta de filiación política, representa un obstáculo para quienes quieren transformar el hospital en una máquina de movilización electoral.
“Make”, el hombre que algunos ven como un líder astuto y otros como un ambicioso sin escrúpulos, podría convertir el hospital en su feudo personal. Las fuentes aseguran que sus exigencias al gobernador Villamizar ya han encendido las alarmas entre sus aliados, y que la tensión se palpa en cada esquina de la administración departamental. Sus detractores lo acusan de manipular sus cargos con la habilidad de un titiritero, moviendo los hilos sin escrúpulos y con un solo objetivo: amasar poder sin importar el precio.
El rumor va más allá, y se dice que Jiménez también ofrece trabajos a estudiantes de la Universidad Francisco de Paula Santander Ocaña a cambio de favores personales, alimentando una red de apoyo que le garantiza lealtades y silencio. Esta estrategia de intercambio, cuestionada ética y moralmente, se ha convertido en un secreto a voces que suma otra capa de controversia a su figura.
Si Jiménez logra su cometido y toma las riendas del hospital, no será solo un golpe maestro, sino un cambio que podría catapultar sus ambiciones y las de su círculo cercano en las próximas elecciones parlamentarias. El hospital, en lugar de ser un simple centro de salud, se transformaría en un bastión de influencia política y control.
En un departamento donde la política nunca duerme y donde las alianzas son tan efímeras como peligrosas, la figura de Cristian Jiménez es un recordatorio de que en la lucha por el poder, nada es sagrado y todo está en juego. La pregunta no es si logrará su objetivo, sino cuál será el precio que paguemos todos por ello.