13/07/2025
La distancia que separa el s**o del amor es, precisamente, la sensación de unión.
Dos personas pueden tener relaciones sexuales magníficas, crear sobre el somier una coreografía totalmente cohesionada, alcanzar el orgasmo con facilidad y entenderse como si fueran un único amante. Sin embargo, para llegar al amor esa conexión debe ser capaz de reproducirse igualmente con la ropa puesta, en situaciones cotidianas, en un ambiente distinto. No tiene por qué darse —de hecho, es complicado que suceda—,pero cuando ese entendimiento que va más allá de los sentidos físicos ocurre —es importante que sea sin previo aviso y sin forzar—, resulta
imposible rechazarlo. Debe sentirse a la vez por las dos personas, en mayor o menor medida, para que surja, para que crezca y se desarrolle. A veces te das cuenta de que el amor se abre paso en la cama cuando ella se levanta, se
viste y se marcha, y tú quieres irte con ella sin preguntar adónde va. Otras veces te descubres pensando en ella al ver una película o te apetece recomendarle el libro que acabas de leer. En otras ocasiones, solamente quieres encontrarla al llegar a casa o te la imaginas por la mañana yendo a comprar el pan.
Enamorarse de alguien con quien sólo buscas compartir cama es más sencillo de lo que parece. Sin ropa, nos mostramos tal y como somos, no maquillamos los puntos débiles ni potenciamos los especiales. Lo que
enseñamos es lo que somos y, por lo tanto, esa autenticidad favorece que el amor surja sobre una verdad y pueda durar. Lo ideal en las relaciones sentimentales que comienzan siendo sólo s**o es trasladar esa pasión animal que nace en la cama al amor, es decir, amar con la misma fuerza y falta de pudor con la que se folla.