10/02/2021
1. Fase de negación:
Una de las más conocidas por todos. Es una fase completamente normal, sobre todo en las muertes por accidente. Los humanos estamos diseñados para protegernos de las cosas malas. En este caso nuestro cerebro actúa negando la información para protegernos del dolor. Si este sentimiento perdura durante largos periodos de tiempo es recomendable acudir a un especialista.
2. Fase de ira:
En esta etapa, la muerte es percibida como el resultado de una decisión y por eso se buscan culpables. Es en este momento del duelo, cuando domina la disrupción o el choque de dos ideas: la de que la vida es lo deseable y la de que la muerte es inevitable. Debido a la carga emocional que se da en esta fase del duelo, es habitual sentir rabia y enfadarse. En primer lugar porque el afectado por la pérdida no encuentra una solución para la muerte de su allegado y, en segundo lugar, porque tampoco puede responsabilizar a nadie ni a nada en exclusiva por el fallecimiento.
3. Fase de la negociación:
Esta es una de las etapas del duelo más desconocidas. El momento de la negociación es un proceso por el que pasan algunas personas que han sufrido una pérdida cercana y reciente. El afectado intenta fantasear con situaciones que no son reales. En esta etapa del duelo se comienza a hacer preguntas supuestas a sí mismo como “¿qué hubiera pasado si…? ¿y si hubiera hecho…? En esta fase también recurrimos a la religión, intentando recuperar lo que hemos perdido.
4. Fase de la depresión:
En la fase de la depresión dejamos de fantasear con realidades paralelas y volvemos al momento presente con una profunda sensación de vacío que nos deja la pérdida del ser querido. La fuerte tristeza que aparece en esta fase nos lleva a entrar en una crisis existencial al considerar la irreversibilidad de la muerte y la falta de incentivos para seguir viviendo en una realidad en la que el ser querido ya no está.
5. Fase de la aceptación:
En esta última fase, al superar la pérdida, las personas en duelo aprenden a convivir con su dolor emocional en un mundo en el que el ser querido no está. Con el tiempo se recupera la capacidad de experimentar alegría y placer.