28/05/2023
Los niños y niñas que no logran sanar sus heridas de la infancia o fueron víctimas de un trauma infantil llegan a la adolescencia con dificultades para manejar y regular las emociones.
En la adultez sus relaciones de pareja se ven así:
Te necesito, pero desconfío de ti (alteraciones en el estilo de apego con la pareja)
Cuando un niño sufre maltrato, carencias afectivas, abusos, etc., es común que acaben desarrollando en la edad adulta dos tipos de apego: el estilo de apego ansioso ambivalente o el apego desorganizado.
Pueden mostrar una (aparente) autosuficiencia emocional, dando por sentado que no necesitan a nadie. Siempre intentan poner cierta distancia, pero al mismo tiempo, necesitan la cercanía de la pareja (de ahí la ambivalencia).
Les cuesta intimar, construir una confianza sólida para abrirse al otro.
Temen ser traicionados, abandonados… No importa cuántas muestras de afecto les ofrezca la pareja, para ellos nada es suficiente.
La ambivalencia es sin duda una característica constante. Son las clásicas personas que lo necesitan todo del otro, son demandantes, pero a su vez, la desconfianza y el miedo a ser heridos como lo fueron en la infancia es lo que alza muros y alambradas en esa relación.