16/02/2023
Está bien no siempre estar bien.
Muchas veces llegué a pensar que estaba enferma o que era diferente por no sentirme feliz todo el tiempo, como muchos decían que lo eran. Oía frases como: “no es para tanto, métele buena actitud y deja esa cara, sonríe”, “piensa positivo y verás como todo cambia”, “nada de tristeza, vamos es para adelante”. Esto solo me hacía sentir peor.
No entendía muy bien qué o cómo hacían para estar siempre bien, porque había días y situaciones por las que estaba atravesando en las que sencillamente no me sentía feliz. Pensaba que era la única que tenía dificultades para enfrentarse a la vida. Empecé a sentir miedo de expresar mis verdaderas emociones por temor a ser rechazada.
Con el tiempo, con las mejores amigas y maestras y, sobre todo, con la práctica constante de Mindfulness, fui aprendiendo a DARME CUENTA de mis emociones, a nombrarlas y a saber gestionarlas, sin evadirlas, negarlas o dejarme arrastrar por ellas. Ha sido un trabajo largo y no siempre fácil, pero cada día trato de no juzgarme y simplemente me permito sentir todo el abanico de emociones, las agradables y las desagradables, siendo cada vez más consciente de su impermanencia.
No hay nada malo en querer mirar el lado bueno y mantenerse positivo cuando las cosas se ponen difíciles. Ser positivo está bien, pero cuando pretendemos llevar todas las situaciones al extremo estado de positivismo, optimismo y felicidad, caemos en la trampa de la evasión, negación e invalidamos nuestras propias emociones.
Sentir que debo ser y pensar positivo todo el tiempo, produce agotamiento y sensación de no ser lo suficientemente buena, incluso sentir que mis emociones negativas no son válidas. Fingir ser feliz y poner cara de valiente, así no lo sintamos, afecta nuestra salud mental y emocional.
No se trata de no ser positivos, sino de validar cómo nos sentimos en cada momento incluso cuando no estamos bien.
*Aplica para niños y adultos