01/12/2025
Lo más bonito de mi trabajo como cirujano plástico no son los cuerpos perfectos… son las historias.
Historias de mujeres que durante años se entregaron a todos menos a ellas mismas, y hoy finalmente se eligen.
Historias de pacientes que viajan desde lejos, con miedo y esperanza, y regresan abrazando su nueva etapa.
Porque detrás de cada procedimiento —una liposucción, una transferencia de grasa, una mastopexia, una cirugía facial— hay una emoción real.
Y cuando esa emoción se cuida con respeto, técnica y profesionalismo, se convierte en algo mucho más profundo: sanación.
No es solo un cambio físico… es una transformación desde el interior.
Lo más bonito de mi trabajo como cirujano plástico no son los cuerpos perfectos… son las historias.
Historias de mujeres que durante años se entregaron a todos menos a ellas mismas, y hoy finalmente se eligen.
Historias de pacientes que viajan desde lejos, con miedo y esperanza, y regresan abrazando su nueva etapa.
Porque detrás de cada procedimiento —una liposucción, una transferencia de grasa, una mastopexia, una cirugía facial— hay una emoción real.
Y cuando esa emoción se cuida con respeto, técnica y profesionalismo, se convierte en algo mucho más profundo: sanación.
No es solo un cambio físico… es una transformación desde el interior.
The most beautiful part of my work as a plastic surgeon isn’t the perfect bodies…
It’s the stories.
Stories of women who spent years giving everything to everyone except themselves —
and today, they finally choose themselves.
Stories of patients who travel from far away, carrying fear and hope,
and leave embracing a new chapter.
Behind every procedure — a liposuction, a fat transfer, a mastopexy, a facial surgery —
there is an emotion.
And when that emotion is treated with respect, technique and professionalism,
it becomes something deeper: healing.
It isn’t just a physical change…
It is a transformation from within.