07/05/2025
Así viviste por años!
Así creíste que debías ser para que te amaran.
Sucumbiendo ante las fantasías de tu mente.
Un día, sin haberlo planeado, decidiste atravesar tu fuego interior.
Ese que te obligó a ver de frente una verdad que no habías querido enfrentar:
Que tu verdadero trabajo era completarte,
no juntar los pedazos de ti misma cada día
para apenas sostenerte y no derrumbarte.
Solo en ese proceso de dolor intenso y desilusión,
pudiste verte.
Comprendiste que jamás serías vista como deseabas,
porque tu falta de presencia en ti misma, llenaba de soledad todo a tu paso.
Ese vacío que te habitó desde siempre, ese hoyo negro donde todo desaparecía
— las emociones, las ilusiones, los sueños — no era ajeno a ti.
Era parte de ti.
Como un sello, una huella ancestral que te aspiraba por dentro.
No gritaba, no lloraba... pero tampoco sonreía.
Un hoyo negro no puede gritar. Nadie lo ve.
Así aprendiste a sobrevivir... y a desaparecer de a poco.
Pero ya hastiada y cansada, un día decidiste matar de hambre al vacío.
Dejaste de alimentar tus miedos, tus inseguridades heredadas.
Echaste a todos esos fantasmas que vivían en tu ser,
cobrándote una renta tan alta que no te dejaban respirar.
Descubriste cómo soltar las expectativas puestas sobre otros.
Y por fin comenzaste a llenarte… pero de otras formas.
Tuviste que soltar a algunas personas —sí, dolió, por supuesto—
pero tantos años aferrada a una ilusión, te hicieron perderte aún más.
Entendiste que quedarse donde no honraban tu presencia
dolía más que irse.
Que un final honesto era más digno que seguir muriendo en pequeñas dosis de falso cariño y rechazo disfrazado de amor.
Fue entonces cuando pudiste mirar dentro de tu propio vacío.
Lo descifraste y lo desarmaste para armarte!
No solo transformaste el dolor,
sino que agradeciste cada experiencia.
Porque lo que aceptas, te transforma.
Cuando un alma logra ver a través de su herida,
ya no se queda anclada a ella.
Puede —al fin— expandir su corazón.
Se le revela un poder ancestral,
ignorado por años… pero intacto.
Y al despertar ese poder,
puede verse con un nuevo filtro,
escucharse, sentirse…
y por fin reconocerse como realmente es.
Mejor aún:
puede elegir una nueva identidad,
una que le honre como el ser que había olvidado que era.
"Esta es la voz de un alma que vivió gritando desde un vacío que no comprendía; ahogada en memorias ancestrales que al no poder oír con claridad, fue leal a ellas."
By Sandra GLó D. Reservados CR. "Escritos de Anya"
Soltar, Sanar, Amar Sandra GLó
Imagen: Pixabay