26/06/2025
DE TINTOS Y PARQUES…
Mi Padre fue uno de los hijos menores de una pareja de campesinos, él cultivador de café, ella criadora de hijos para “la patria”, y también de vacas para la leche y de marranos para la carne, de Santa Bárbara, Antioquia. Venido de niño a la ciudad, estudiaba medicina con harto esfuerzo, mientras trabajaba haciendo turnos como ayudante de cirugía, para sostener a su mamá y a sus otros hermanos; Y luego, ya cirujano general, haciendo diez turnos (guardias nocturnas) por mes, para sostenerme a mí, el mayor de cuatro y a su recién formado hogar. Luego de ser cirujano, se graduó también de urólogo y llegó a ser uno de los padres fundadores de la especialidad en el departamento de Antioquia. Dejó escuela. Dejó hito. Y si, tomaba tinto, pero no en el parque Lleras de El Poblado, sino en Las Dos Tortugas, y en cafetín de profesores del bloque verde del Hospital de San Vicente de Paúl, cuna de la medicina antioqueña.
Mi mamá fue la segunda hija de un ciudadado venezolano y su mujer, venidos del estado del Táchira a hacer vida en Cúcuta, fundando la primera “botica” - farmacia - de la ciudad. Dedicó la vida a crear “remedios”, cuando esa era la medicina Ella, mi madre, se vino a sus 17 años, aun una niña, a Medellín, a estudiar medicina, también. Fue una de las primeras mujeres médicas y especialistas de este país. Dedicó su vida a cuidar niños- cuatro, nosotros - y miles de otros, hijos de los obreros y trabajadores de esos que el político satírico llama “el Pueblo”- desde su tarima, esa a la que sube a crear diatriba y no a marcar camino, porque no sabe.
A ellos nadie les regaló lo hecho, lo conseguido ni lo logrado. A pulso, a punta de trabajo y guardias se lo ganaron.
Yo? Yo si he sido un privilegiado. Eso si lo tengo que decir. Hijo de semejantes padres, vivi mi infancia entre libros de medicina y clases de piano. Es que me tocó más fácil, como no. Ahora: Y eso es un pecado contra el cielo o una falta contra la ley?
O es que me regalaron el examen de bioquímica, o el de admisiones para entrar a cirugía general? O cuando me presenté a Urología no me tocó acaso ir y presentar otra vez la prueba como lo haría un médico recién graduado? Nadie se paró al lado a decirme las respuestas.
O, acaso cuando en cirugía me tocaron los turnos de 36 horas cada cuarta noche, mis profesores me dijeron: “como sos el hijo de Herinulfo y Colombia (así se llamó mi mamá - alegórico al tema, no?), no vengás a trasnochar que te vamos a graduar de cirujano porque has sido un privilegiado. Para nada. Asi no pasó. Quien piense lo contrario se equivoca.
Hoy atiendo ricos y opero millonarios. Pero, también opero viejitos pobres que llevan nueve meses con una sonda en el pipí porque en la EPS y los SISBENES del cambio no les han dado la cita para que les resuelvan el problema. He, literalmente, tragado c**a, orines, semen, líquido amniótico, y cómo no, sangre muchas veces. De unos y otros. Ricos y pobres. Y puedo asegurarle, Señor Presidente, que ese sabor no lo quita un tinto de esquina ni uno fino de Starbucks.
El suyo, el que plantea, es un falso dilema y un flaco sofisma. La medicina en Colombia no es mala. Es buena y muy buena. El médico colombiano es de los mejores del mundo, por vocación, por trabajador, por estudioso y porque ama a su gente.
Lo malo es el sistema y de ese son responsables los que gobiernan y se visten de discursos grandilocuentes. Usted uno de ellos No los de bata blanca. Yo, uno de estos.
Sus palabras, Señor Presidente, no me ofenden, no porque no hayan sido dichas para ofender, además de para confundir. Sino porque he elegido en mi vida que las palabras no me ofenden. Las de nadie, ni aun las suyas, tan pesadas pero tan leves.
Cuando uno ha vivido en la vida la soledad de una noche en un quirófano; cuando uno en una cirugía no tiene a quien pedir que le eche una mano, cuando el paciente sangra y sangra y no para - “el libro no sangra”- decimos los cirujanos; Cuando únicamente queda con uno el Creador, se entiende realmente de que trata el asunto y qué fue lo que eligió. Su tinto, allí, ni se pasa por la cabeza.
Usted a mi, médico privilegiado, si, pero no por eso menos médico, no me ofende. Ni yo estoy en la vida para ofenderlo a usted. Pero, no se olvide que como todo mortal, en algún momento el momento igualador le tocará a la puerta. Y el camino a ese momento suele ser la enfermedad. Y cuando eso ocurra, quizás usted y sus seres queridos querrán tener a la cabecera de su cama, no a un partidario suyo. No a un co-partidario. Sino ya sabe a uno de cuales. De quienes. Y téngalo por seguro que ese médico le va a atender como lo hacemos hoy con todos, con cualquiera, con el uno y el otro, así se haya referido usted en genérico a nosotros como lo ha hecho, sin que corresponda a la dignidad que ostenta ni a la que nos corresponde a nosotros
Alguno de nosotros va a estar ahi con usted. Y lo va a hacer no por lo que usted es o fue. O dijo o no dijo. Sino porque eso juró hacer. Eso hacemos los médicos. Ni menos ni más.
Soy Un médico colombiano más. Un cirujano colombiano más. Con tinto o Whisky. Eso soy. Ni menos. Ni más.