29/09/2024
A un amigo que se fue (mi reconocimiento a Octavio Restrepo)
Si antes tenía problemas para medir el tiempo, ahora veo que se ha vuelto peor. El miércoles, por un mensaje In memoriam en redes sociales, supe de la partida física de alguien que fue muy importante en mi vida. Ahora entra en la lista de los que en mi juventud llamaba mis amigos mu***os, aunque lo de amigos era solo en una sola dirección, pues esos ausentes nunca me habían conocido. Habían llegado a ser amigos solo porque yo los había conocido, de oídas, como se suele decir, y por libros o escritos. Para dar un ejemplo, uno de ellos fue Vincent van Gogh, de quien me hice amigo a través de sus Cartas a Theo, que conocí gracias a La Monita, en ese momento mi amiga, luego novia, y ahora esposa y madre de mis hijos. Y los llamaba mu***os porque no estaban presentes en cuerpo físico, aunque en otro sentido estaban para mí más vivos que nadie. Me doy cuenta ahora que eso de mu***os no es la denominación adecuada. Algo mejor pudiera ser amigos trascendidos. Es así entonces que la amistad puedes ser también una relación unilateral.
Conocí a Octavio cuando trabajé como ingeniero de diseño en Integral, una de las empresas antioqueñas emblemáticas de ingeniería de consulta, hace unos 33 años. Allí estuve tres años. Yo hacía parte del equipo del departamento de Plantas hidroeléctricas, y debíamos relacionarnos con ingenieros de muchos otros departamentos: mecánicos, eléctricos, presas, vías, estructuras, arquitectura, etc. Debíamos coordinar informaciones especializadas de esos lugares para integrarlas en los planos de la casa de máquinas de la central hidroeléctrica. Y así, en una de esas visitas conocí a Octavio, en el de estructuras. Con las visitas fuimos compartiendo más allá de lo meramente técnico. Cosas que surgen en las conversaciones, un poco al azar quizás, algo circunstancial, conexiones que resultan por intereses o búsquedas comunes, pero también por apreciaciones o sentires parecidos. El contacto con Octavio significó para mí haber encontrado un oasis en medio de un mundo bastante convulsionado en mis primeros años de ejercicio profesional, joven, lleno de preguntas, de dudas, de ideales, de inconformidades, donde me sentía como un náufrago social.
En una conversación con Octavio podíamos hacer un recorrido por el arte, tanto desde autores conocidos como nuevos para mí, un Hokusai, por ejemplo; y de ahí pasábamos a las matemáticas de Mandelbrot, con los fractales. Después de salir de Integral lo visitaba en su casa de Belén La Palma. Allí pasábamos a un espacio diferente para compartir otras aficiones, como el cuidado de la vid sembrada en su patio tarsero, o su cuarto de revelado fotográfico, o algún libro de filosofía de su biblioteca, o su telescopio. Para personas de rasgos solitarios como los míos, conectar con personas como Octavio, resulta ser un verdadero aliciente de vida, un bálsamo existencial. Darnos cuenta que otro ser, con rasgos similares, ha logrado sobrevivir en la selva social, resulta ser esperanzador. Pero por otro lado, más que eso, encontrar a un ser humano sabio, sincero, generoso, honesto, con un corazón puro, con un humor fino, a la vez con una alta sensibilidad, sobrellevando sus angustias, dolores, preocupaciones, sus propias limitaciones, todo un ser humano con la inmensidad de la bella humanidad a cuestas, eso es ¡un tesoro! El miércoles 25 de septiembre, cuando vi en las redes sociales la imagen del cielo estrellado con el título In memoriam a Octavio Restrepo Restrepo, sufrí en inmenso sacudón. En ese momento me di cuenta que el tiempo había pasado, y que esta vida de tantas obligaciones que no da tiempo para las visitas, me había dejado con la última imagen de Octavio, como si el tiempo se hubiera detenido para él y para mí en ese momento. Ahora Octavio hace parte de mis amigos trascendidos. Para mí seguirá siendo la misma amistad de siempre, viviendo del recuerdo de muchos momentos comunes, muchos encuentros sinceros, y muchas imágenes vivas donde siempre estará Octavio, como esta imagen en la que ayer pude recordar una visita suya a mi reserva natural en Santa Elena.