
19/09/2022
Quizás en algún momento de nuestra vida hemos lidiado con la reactividad emocional o la impulsividad, a veces es bastante difícil mantener la autorregulación emocional y conductual en momentos de estrés, de alta tensión y/o de conflicto, posiblemente en situaciones poco agobiantes, reaccionamos de una manera más favorable, pero en otras, incluso nos desbordamos.
Todas las emociones son necesarias, está bien sentirnos en algún momento tristes, agobiados, enojados, con miedo, frustrados, el problema no radica en la emoción sino en la forma en que vivenciamos esa emoción, la manera en que reaccionamos con nosotros mismos y con los demás cuando la estamos experimentando, la capacidad que tengo para sobrellevar el conflicto, ahí radica nuestro esfuerzo personal, en el cómo transitamos esa emocionalidad.
No existen recetas mágicas, cada persona es un mundo y es desde esa singularidad que hay que trabajar, sin embargo lo que sí es indispensable, es en primera instancia lograr una mirada introspectiva, una mirada hacia adentro, que me permita reflexionar y cuestionarme, hacerme preguntas al respecto: Qué me hizo sentir de esa forma?; para qué me sirvió manifestar esa emoción?; cómo reaccioné conmigo mismo y con los demás?; La manera en que la manifesté fue sana y constructiva?, Cómo pude haberla vivenciado?, Qué demanda emocional no está siendo suplida en mi vida?. Cuando tus actos no tienen elaboración, la impulsividad se mantiene o se incrementa (posición infantil), pero cuando permites que tus actos tengan mayor elaboración (pensamiento y reflexión) se minimiza la reactividad emocional.
; ; ; ;